Mostrando entradas con la etiqueta El País. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta El País. Mostrar todas las entradas

miércoles, 4 de enero de 2012

Público dice adiós



Una de las pocas cosas divertidas de los tiempos que corren es el uso a tutiplén de eufemismos de gran creatividad, mediante los que se designan cosas que desde que el mundo es mundo suelen tener  nombres conocidos y aceptados. Así por ejemplo, al despido de trabajadores de una empresa se le viene llamando en los últimos años "regulación de empleo", y a la construcción de un basurero de residuos radioactivos se le denonima con innegable imaginación "ubicación de un almacen temporal centralizado".  

En esa línea de proliferación de subterfugios verbales que intentan enmascarar la realidad, a la declaración de quiebra de una empresa se la llama ahora "convocatoria de concurso de acreedores"; la empresa sigue estando en quiebra, pero la situación parece suavizarse al menos verbalmente aunque el hecho en sí y sus consecuencias sigan siendo las mismas, como no podría ser de otro modo.

Hete aquí pues que los propietarios del diario "Público" han solicitado "concurso de acreedores, lo que por otra parte no es precisamente una noticia inesperada. Cualquiera con dos dedos de frente sabía desde que empezó a publicarse este periódico que su vida sería corta, pues en el mercado español de la prensa escrita todo el pescado está vendido desde hace décadas. En su mejor momento´"Público" ha llegado a vender 80.000 ejemplares diarios frente a los casi 400.000 de "El País", la referencia obsesiva de sus creadores y financiadores. Y es que incluso en el que es quizá el momento más bajo de su historia en cuanto a calidad de contenidos,  el diario de PRISA sigue estando a años luz por encima de cualquier otro medio mundial escrito en castellano. La batalla de Mediapubli, la editora de "Público", por desvancar a "El País" como diario de referencia de la izquierda española estaba perdida antes de comenzar.

"Público" nació del acuerdo entre el magnate de medios audiovisuales catalán Jaume Roures -el hombre que creó la Corporació Catalana de Mitjans Audiovisuals, es decir TV3 y Catalunya Ràdio, para Jordi Pujol y su CiU (nacionalistas catalanes de derechas) con el éxito conocido-, y Miguel Barroso, marido de la dirigente del PSC Carmen Chacón, entonces Secretario de Estado de Comunicación del Gobierno Zapatero. El prestigio de Roures se cimentaba como digo en haber sido el creador del aparato comunicativo de masas autonómico catalán, y haber logrado un éxito verdaderamente indiscutible: nadie ha contribuido de un modo tan decisivo a la alienación política y cultural de los catalanes desde la creación de la Lliga Regionalista de Cambó en 1901 . Naturalmente TV3, la cadena estrella catalana, y sus satélites se financian con dinero público, lo que facilita mucho las cosas.

La apuesta del dúo Roures-Barroso era sin embargo crear un "pool" de empresas mediáticas privadas al servicio de Zapatero y su imagen. Al menos eso es lo que al parecer le vendió Barroso al presidente español. En la aventura que se sepa no había financiación pública, ni casi privada en realidad, y todo se fiaba a un Gran Golpe: hacerse con los derechos televisivos del fútbol español. Ocurre que éstos eran propiedad de PRISA, su gran rival ideológico y de mercado, quien obviamente no iba a entregar la cuchara sin antes ir a la guerra con todo. Roures y Barroso confiaban en Zapatero, pero el presidente, eterno cagadudas y maestro en cambiar a diario de opinión, no se decidió a morir con ellos; enfrentarse a cara de perro con PRISA, es decir con "El País" y cuanto encarna y significa este diario en la izquierda en general y en el electorado del PSOE en particular, no podía traerle otro resultado que la ruina política. Es así que Zapatero dejó tirados a sus emprendedores amigos mediáticos, con los resultados conocidos también en el nivel político: Mediapro, la empresa central de Roures, no consiguió los derechos televisivos del fútbol español, y  Barroso tuvo que abandonar su cargo en el Gobierno.

Los medios de Roures entraron en picado. La flamante cadena televisiva La Sexta, una concesión graciosa de Zapatero a Mediapro en los días de vino y rosas entre ambos, y que debería haber sido la máquina de hacer dinero en caso de haberle arrebatado los derechos del fútbol a PRISA, nunca logró despegar ni menos hacerse un hueco en la dura competencia por el pastel publicitario televisivo, y el diario "Público" consiguió apenas algunos miles de lectores más a costa de girar ideológicamente del "zapaterismo" ortodoxo a ponerse al servicio de los sectores "modernos" de Izquierda Unida. La crisis del mercado publicitario, en el que los medios de Mediapro nunca llegaron a estar seriamente presentes, acabó por hundir el invento.

En el interín sin embargo, y tras el despido de Barroso de La Moncloa se produjo un fenómeno político curioso. Desde Mediapro se llevaba tiempo jugando con la promoción de Carmen Chacón, dentro del PSOE como posible sucesora de Zapatero, algo que en principio al presidente no parecía desagradarle como horizonte lejano pero que le hizo montar en cólera cuando el tándem Roures-Barroso quiso apretarle las clavijas y acelerar el proceso sucesorio, tal vez en venganza por por el escaso apoyo recibido de Zapatero en la batalla con PRISA. A partir de ahí Mediapro desencadenó una ofensiva total en la promoción de la esposa del ex secretario de Estado y entonces ministra de Defensa, una línea editorial que "Público" ha mantenido hasta el final en sorprendente combinación con su "izquierdismo" de los últimos tiempos, de tal modo que probablemente algún lector poco avisado de ese diario haya llegado a creer que la señora Chacón y la autodenominada "Verdadera Izquierda" representan valores de izquierda semejantes (lo cual, bien pensado, no deja de ser cierto: ambos padecen la misma pavorosa vaciedad ideológica, sin ir más lejos).

En septiembre  pasado"Público" se deshizo del 10% de la plantilla, én un intento desesperado por salvar los muebles y tal vez de acomodarse a los nuevos tiempos políticos que se avecinaban tras las elecciones del 20-N, pues los despedidos fueron aquellos periodistas de izquierdas independientes o próximos al PSOE no comprometidos con la esquizofrénica  línea editorial actual del diario. En todo caso el despido solo sirvió para retrasar unos meses una muerte anunciada que al contrario de otros fallecimientos, no deja más hueco que el de unos cuantos puestos de trabajo más destruidos y algunas ambiciones defraudadas precisamente por lo ridículo de su desmesura.

En la fotografía que ilustra el post, Zapatero y Chacón en los días de gloria y complicidad entre Mediapro y La Moncloa.

martes, 3 de febrero de 2009

El Gran Wyoming, Intereconomía y la ética periodística


Desde hace unos días ha corrido por Internet como la pólvora un vídeo, supuestamente filmado con teléfono móvil por un espectador asistente a la grabación del programa "El intermedio", en la cadena de televisión La Sexta, que dirige y presenta el humorista José Miguel Monzón, alias El Gran Wyoming, quizá la lengua más mordazmente antifascista de este país desde hace casi tres décadas. Alguien a quien la extrema derecha comunicacional española le tiene muchas ganas desde hace tiempo... casi tantas como él a todos ellos.

En ese vídeo se veía a Wyoming ofendiendo gravemente a una supuesta becaria que torpemente había interrumpido un plano del presentador durante la grabación. Éste, fuera de sí, la increpaba con dureza inusitada, y ante las explicaciones de un colaborador del programa de que la muchacha apenas cobraba 300 euros al mes por su trabajo, Wyoming aullaba como un energúmeno que a él todo eso le tenía sin cuidado y que la chica era una inútil.

Inmediatamente el vídeo circuló como digo a toda velocidad por los foros, blogs y listas de distribución de la (extrema)derecha española. Intereconomía Televisión, un grupo comunicacional propiedad del periodista español de ultraderecha Ramón Pi, asociado en Argentina con elementos empresariales compinches de las Juntas Militares de los años setenta, le dedicó una emisión completa de su programa "Más se perdió en Cuba", donde los tertulianos se dedicaron a despellejar a Wyoming, al que calificaron de rojo con comportamiento de "capitalista" (sic), lo que no deja de ser curioso en un grupo mediático que tiene como divisa por encima de cualquier otra la defensa del más ortodoxo capitalismo y sus supuestos valores.

En su programa de anoche, Wyoming reveló finalmente que todo era un montaje, creado precisamente para cazar a los medios que como Intereconomía ni se molestan en comprobar sus fuentes ni la fiabilidad de las noticias que ofrecen siempre que supuestamente sirvan para sus fines. Al emitir el vídeo completo, en su final se explicaba que éste había sido producido con la intención expresa de intoxicar a esa clase de medios; el presentador y su presunta becaria se reían abiertamente de quienes habían caído en la trampa tendida.

En los medios de izquierda en Internet ha saltado hoy una interesante discusión, acerca de si la trampa para cazar elefantes que ha tendido el Gran Wyoming es ética o no desde el punto de vista periodístico. Como a otros opinantes, me da a mí que El País se la ha cogido hoy con papel de fumar al intentar descalificar el invento de Wyoming; lo del “periodismo serio” está muy bien, pero tirar una bomba atómica en la santabárbara de un medio de extrema derecha y dejarlos en ridículo para los restos ante el mundo mundial, está mucho mejor.

Pienso que el montaje de La Sexta es más que la gracia de un humorista. Ahí ha estado todo muy calculado y muy medido, y el resultado que se ha obtenido es justamente el que se pretendía: instruir deleitando acerca de cómo los medios de la extrema derecha se pasan por el arco del triunfo aquello que se explicaba en la Facultad, referente a que una noticia no es tal sino ha sido contrastada a partir de dos fuentes diferentes. A los medios fascistas españoles todo eso les da igual, porque están acostumbrados a fabricar noticias sobre todo cuando no existen. Así pues, en esta ocasión alguien les ha administrado su propia medicina fabricando una no-noticia a medida de los intoxicadores, quienes finalmente se la han tragado y difundido.

A mi juicio, lo que ha hecho Wyoming ha sido precisamente dar una lección de ética periodística, en la medida en que ha desvelado a quien no lo supiera el modo en que actúan Intereconomía y el resto de la perrera mediática de ultraderecha en este país. Si a esos medios les quedaba un átomo de credibilidad, acaban de perderlo.

viernes, 30 de mayo de 2008

Mercenarios de la pluma y la palabra


Anoche estuve viendo en Barcelona Televisió el debate que conduce los viernes Antonio Franco Estadella, ex director de El Periódico de Catalunya. Entre los periodistas invitados figuraba Eduardo San Martín; un rótulo bajo su imagen informaba de que actualmente es subdirector de ABC. Pegué un respingo, al leerlo. No es posible, no puede ser el mismo Eduardo San Martín, pensé, el San Martín de Prisa de toda la vida. ¡El hombre que controlaba con puño de hierro la sección de Opinión de El País, no podía ser el mismo que delante mío expresaba opiniones tan reaccionarias, en total sintonía con la línea editorial del más viejo diario de la derecha española!.

Me desentendí del debate y me fui a Internet, a ver qué encontraba sobre este caballero. Y resulta que sí, que es el mismo Eduardo San Martín que en su día fue hombre de confianza en la empresa de Polanco, y nada menos que subdirector durante años de las páginas de Opinión de El País. Parece que todo se torció en Prisa para San Martín cuando le encargaron la dirección de El Globo, una revista que sacó Prisa a finales de los ochenta con la intención de meterse en el entonces boyante negocio de los semanarios políticos. Pero El Globo pinchó en apenas unos meses y hubo que cerrarlo con fuertes pérdidas. San Martín tuvo que apechugar en adelante con el sanbenito de haber sido máximo responsable del único producto de la factoría Prisa fracasado en los treinta años de existencia de la empresa. Regresó a El País en 1988, pero a los pocos meses se marchó, luego de que le hicieran la autocrítica. Durante muchos años no volví a saber nada de él, y ahora le encuentro cómodamente instalado en una posición de privilegio en ABC.

Claro que también hay quien ha recorrido el camino de Damasco en sentido inverso. Hace cosa de un año El País anunciaba en portada a bombo y platillo el fichaje por Prisa del crítico de cine y polifacético opinador Carlos Boyero. ¿Qué quién es Carlos Boyero, preguntará el lector no avisado?. Pues Boyero fue durante un montón de años, uno de los perros de presa con los dientes más afilados entre los que disponía Pedro J. Ramírez en su perrera mediática comercialmente conocida como El Mundo, el diario nazi español. En los años noventa Boyero jugó un papel destacadísimo como plumífero y opinador verbal infatigable en la conspiración político-económica que el profesor Ramón Cotarelo calificó como el "golpe de Estado difuso", que finalmente logró aupar a Aznar al poder (aunque por los pelos) en las elecciones de 1996.

Pocos como Boyero repartieron tantas dentelladas contra los socialistas, y sobre todo contra los medios calificados como prosocialistas. Como todos sus colegas plumíferos en la conspiración, Boyero le tenía especial inquina a Prisa, y los más gruesos insultos los vomitaba sobre El País. Ahora el señor Boyero trabaja para Prisa, quien le fichó con el despliegue "informativo" que se reserva a las grandes estrellas del show-business futbolístico. El "insobornable e independiente" tertuliano come ahora en el plato sobre el que escupía a diario.

Recuerden aquella frase de un personaje de Billy Wilder, que se repetía mucho en mis años de Facultad: "No le digas a mi madre que soy periodista; dile que trabajo en un burdel". Pues eso.