Ayer se cumplió el quinto aniversario del asesinato del cámara de televisión español José Couso a manos de tropas de los EEUU. En un sencillo acto de conmemoración, se descubrió una placa a la entrada del edificio de Madrid en el que Couso vivió la mayor parte de su vida, y en el que siguen habitando su viuda y sus dos hijos, de 8 y 11 años.
A Couso le asesinaron a sangre fría cuando se hallaba en el interior de la habitación que el equipo de Telecinco ocupaba en el hotel Palestina, en Bagdad. En ése hotel se concentraba la prensa extranjera en la capital irakí, tanto en las semanas previas a la invasión norteamericana del país como en los primeros momentos de la toma de Bagdad. Era por tanto de sobras conocido por todas las partes en lucha que el hotel Palestina no era un "objetivo militar", y de hecho gozaba de una especie de estatus tácito de neutralidad, tal como ocurre siempre con los hoteles que ocupan los medios de prensa en conflictos armados.
Lo que convierte la muerte de Couso en un crimen de guerra es que ésta se llevó a cabo de una manera fría y calculada; en ningún caso se trató de un tiroteo en el que unas balas perdidas alcanzara al cámara español y al periodista ucraniano que también falleció en esa acción. Una unidad de tanques del ejército de EEUU recibió expresamente la orden de abrir fuego contra la fachada del hotel Palestina, y el cañonazo segó dos vidas de personas no participantes en el conflicto armado.
¿Por qué dispararon los soldados yanquis contra el hotel Palestina? La razón es sencilla: una vez tomada la ciudad, no querían testigos de las operaciones de control y "limpieza". La muerte de Couso y del ucraniano fue una invitación a la prensa no controlada para que saliera de Irak lo antes posible; de hecho, muchos periodistas abandonaron Bagdad inmediatamente. Las fuerzas de ocupación norteamericanas no querían fisgones sueltos, informando por su cuenta sobre la ocupación y sus consecuencias (en cambio permitieron que durante la campaña de invasión, periodistas de medios afines -como el español El Mundo- viajaran "empotrados" en las unidades militares norteamericanas).
Se conoce perfectamente la cadena de mando completa a través de la cual se decidió, ordenó y ejecutó el ataque; los nombres de los oficiales que participaron en ese crimen se hallan en la querella presentada por la familia Couso. Pero la Justicia española no ha hecho más que interferir y retrasar procedimientos, hasta conseguir la paralización del caso. Obvio, por otra parte, que EEUU se niega siquiera a que sus militares declaren en una causa incoada en un país extranjero.
Uno cavila que tanto interés que el juez Garzón y algunos fiscales se han tomado con los militares genocidas argentinos (aunque en su país la Justicia se haya preocupado en los últimos años de darles su merecido penal), se comparece mal con el nulo que han prestado a este caso flagrante. Y es que nos es lo mismo sacar pecho y acaso conseguir el Nobel de la Paz a costa de una Junta militar desprestigiada y fuera del poder hace 25 años, que enfrentarse al Gobierno y el aparato militar del país más poderoso del planeta.
El caso Couso es una ocasión excelente para demostrar que la Justicia española además de ser honesta, lo parece. Es decir, que trata a todos por igual y no se achanta ante nadie. ¿Realmente es así?.
2 comentarios:
No, no es así. Siempre he pensado lo injusta que es la justicia.
No hay mas que ver, lo que siempre se ha visto, que cuando un adinerado es condenado, pone un cheque en la mesa y a la calle,y cuando el condenado no tiene un miserable euro, cumple años y años de condena aunque su crimen sea infinitamente menor que el del rico.
Lo sabemos todos, Marian, lo sabemos, pero si lo escribimos luego nos llaman radicales :)
Un saludo.
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