lunes, 28 de abril de 2008

De regreso de los santuarios de la memoria


Ayer regresé de mi semana pasada en Austria, en la que he visitado los campos de concentración y exterminio de la región central de ése país por los que pasó mi pariente Mariano Carilla Albalá. Puedo decirles que para mí Mauthausen, Gusen y Hartheim ya no son sólo nombres asociados a la geografía del horror propagado por aquél régimen inmundo que fue el nazismo, sino lugares y paisajes que en adelante me serán familiares y reconocibles.

Como comentaba esta misma tarde en un foro, he de decir que he sentido verdadera vergüenza comparando el modo diferente como se tratan estos temas -no sólo el de la deportación- en España y allí. Mientras aquí estamos empezando (¡y algunos aún negando!) la recuperación de la memoria histórica de hechos sucedidos hace 70 años, en Austria estos temas están exquisitamente resueltos desde 1948, año de fundación de la actual república austríaca. Y eso se nota.

De verdad que da envidia ver el mimo y a la vez la discreción conque instituciones y particulares cuidan todo esto, la cantidad de información educativa de que disponen, y sobre todo cómo la facilitan a las jóvenes generaciones del país y el interés de éstos chavales por conocer el pasado real. Sorprende la juventud de documentalistas, cuidadores, archiveros... que trabajan allí en estos temas, y su interés y la calidez conque acojen a quien llega hasta ellos buscando información y ofreciéndoles la que uno ha podido ir reuniendo por su cuenta.

En fin, es posible que algún día lleguemos a ser un país verdaderamente civilizado y a la altura de nuestra propia historia colectiva, pero de momento nos faltan décadas para siquiera asemejarnos a la mayoría de nuestros vecinos europeos. Sobre todo en estos temas.

La imagen que ilustra este post es una copia de la placa en memoria de Mariano Carilla Albalá que dejé en la sala del crematorio de Mauthausen, donde existe esta costumbre de depositar elementos recordatorios de las personas que pasaron por aquél lugar. Uno de los elementos que figuran en la placa es una fotografía del pueblo natal de Mariano tomada desde un altozano próximo, al que seguramente subió muchas veces a jugar siendo un crío; seguro que a Mariano le habría gustado tener cerca una imagen de su pueblo.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Es un precioso gesto el tuyo de recordar tan cariñosamente a tu pariente. Al menos queda constancia de su valentia y de su lucha por la libertad en ese sitio horrible donde tanto debió sufrir por ser una gran persona.

Es cierto que estamos todavia muy atrasados en recordar a nuestros grandes hombres y mujeres, o sea a nuestros padres, tios etc. Y es que en este pais todavia queda mucho fascismo.

Joaquim dijo...

Gracias, anónimo. Creo que es lo menos que podemos hacer por estas personas, que tanto sufrieron y a las que tanto debemos.

Un saludo.