miércoles, 2 de abril de 2008

Un balance crítico del IX Congreso de Periodismo Digital (1)

Como les comentaba en el penúltimo post, la semana pasada asistí al IX Congreso de Periodismo Digital, evento que como en todas las anteriores convocatorias se celebró en Huesca.

Según la organización, éste año fuimos alrededor de 300 los inscritos y/o participantes. En realidad, más de la mitad de éstos eran estudiantes de periodismo de la Facultad de Zaragoza. Dudo mucho que alguno de estos chavales pagara los 200 euros que costaba la inscripción; ni siquiera, pienso, los 100 euros de la inscripción con descuento especial para los "miembros de la Asociación de la prensa de Aragón, desempleados y estudiantes de la licenciatura de periodismo" (sic).

No es de extrañar por tanto que la segunda y última jornada del Congreso comenzara a las 11h de la mañana cuando estaba previsto su inicio para las 10h, y que en aquél momento no hubiera en la sala ni 50 personas. Posteriormente, durante el acto de clausura, y ante la escasez de asistentes, el alcalde de la ciudad mostró su satisfacción al comprobar que buena parte de los inscritos habían disfrutado "la noche de Huesca"(!) ; en ése momento, alrededor de las 13,30h, no había ni media sala ocupada. Parece pues que el señor alcalde no acaba de tener clara la función de los congresos, o que al menos está más interesado en promocionar el ramo de la hostelería nocturna que éste tipo de encuentros diurnos.

La actitud en general de la chiquillería no pudo menos que estar a la altura de tan elevadas expectativas. Recuerdo especialmente a la rubita que en un descanso de las sesiones de la segunda jornada le explicaba a una conocida, a voces y con toda clase de sonrisas picaronas, que la noche anterior no había podido ponerse al teléfono porque estaba muy ocupada; lo repitió tantas veces como estimó necesario, hasta convencerse de que a todos quienes estábamos más o menos próximos a ella nos había quedado claro que se pasó la noche follando.

En lo que hace a la organización propiamente dicha del congreso, y aunque en líneas generales fue aceptablemente eficaz, cabe destacar la situación absolutamente surrealista que se vivió el primer día, cuando los organizadores hubieron de pedir a los asistentes que no se conectaran tantos portátiles usando el sistema wifi que la organización ofrecía en la sala, pues el alud de conexiones lo había dejado fuera de servicio y no podían ni continuar las proyecciones que desde las mesas se efectuaban durante las ponencias. En realidad, según los propios organizadores, en ése momento había un centenar de portátiles conectados sobre 300 asistentes teóricos; pura imprevisión, pues. El segundo día no hubo problemas con el wifi, pues como queda dicho "la noche de Huesca" dejó durmiendo a la mayoría de los asistentes que usaban portátil.

El congreso en sí se organizó en un desfile de ponentes -los clásicos "expertos" en este tipo de eventos-, que con mayor o menor fortuna intentaban vender al público asistente su parcela en este invento del periodismo digital. En algunos casos la cosa fue bastante descarada, como en la mesa en la que representantes de las principales cadenas de televisión españolas intentaron convencernos de que todas ellas apostaban por desarrollar la televisión en Internet, cuando en realidad quedó bastante claro que su interés en la Red es usarla como mero escaparate de sus programaciones y eventual cebo para atraer nuevos televidentes; también en la mesa titulada "nuevos medios en busca de la fórmula digital", en la que un supuestamente selecto ramillete de periodistas de vieja hornada reconvertidos a digitales explicaron la excelencia de los "sites" que han creado en Internet (probablemente como modo de complementar los ingresos que obtienen colaborando en la prensa convencional). Curiosamente, todos -empresas periodísticas y periodistas digitalizados- parecieron dominados por un exquisito pudor a la hora de referirse a la publicidad y a su presencia -fundamental- en Internet, como si la fiesta no fuera con ellos y a nadie le importara conseguir ingresos mediante esa fuente de hacer dinero. Así, prácticamente ni se habló en todo el congreso de publicidad en la Red.

Desde el punto de vista estrictamente técnico, resultó especialmente interesante comprobar cómo entre la hojarasca de los metalenguajes y jergas profesionales se van abriendo paso algunos conceptos importantes: por ejemplo, que la próxima revolución en la Red es la de los contenidos. Pronto dejaremos de pagar por acceder a tecnologías, y lo haremos por el uso de contenidos. Memoricen desde ya el nombre de una pequeña maravilla aún en fase experimental, y que jubilará a PCs, PDAs y la mayoría de funciones que realizan los actuales teléfonos móviles: "concentrador de contenidos". El futuro es de éste chisme, que por un precio simbólico y de aquí a muy pocos años manejaremos todos, y mediante el cual podremos ver cuando nos apetezca la programación íntegra de nuestra cadena de televisión favorita, leer todos los libros publicados por la editorial que escojamos, reproducir todos los discos grabados por el sello musical de moda, y un sinfín de posibilidades por el estilo, algunas simplemente inimaginables hoy. En tres o cuatro años le tendremos entre nosotros.

(Continuará)

No hay comentarios: