La celebración del IV Congreso de la Lengua Castellana está mostrando la vitalidad y potencia de este idioma como lengua de comunicación y cultura, y la proyección sobre otros espacios lingüísticos que está adquiriendo en los últimos años. Y ello a pesar de que hace apenas unas décadas los agoreros consideraban acabado al castellano, en tanto que lengua propia de una comunidad cultural cuyo protagonismo histórico hace siglos que dejó de ser decisivo para el conjunto de la Humanidad, y que era usada además en contextos sociopolíticos con grandes problemas para incorporarse a la modernidad e integrar los avances científicos y tecnológicos. Siendo cierto todo esto, el salto adelante dado por la comunidad castellanohablante en el último cuarto de siglo ha desmentido, sin embargo, los pronósticos pesimistas.
Hoy el castellano es una lengua hablada por 400 millones de personas, de las que apenas el 10% residen en el país donde se originó. Ello significa que el castellano ha trascendido el marco geográfico concreto donde vio la luz, para convertirse en un valor universal. Hoy, este idioma es la segunda lengua –y en crecimiento exponencial- de EEUU, la mayor potencia que ha conocido la Historia; su enseñanza se ha integrado en el sistema educativo de Brasil, el país con mayor potencial de la América no anglosajona, en pie de igualdad con su lengua oficial, el portugués; y es ya el segundo idioma extranjero preferido pòr los estudiantes de idiomas europeos, por encima del francés y del alemán. Y en fin, su estudio y conocimiento comienza a introducirse en países con tanto futuro como Rusia, China y Japón.
El castellano es hoy en la América no anglosajona una lengua con prestigio social creciente, debido a la suma de dos potentes factores: la reivindicación creciente de las propias raíces culturales americanas –en las que la aportación ibérica supone al menos la mitad del componente, junto con la propiamente indígena y la africana en algunos países-, y el reforzamiento del vínculo transantlántico con una España pujante y que en la última década ha acogido a más de dos millones de inmigrantes de esas latitudes; para los americanos del centro y del sur, España es hoy, quizá por primera vez en la historia, una referencia ejemplar y una locomotora a la que engancharse en muchos terrenos, incluido el económico, algo absolutamente impensable años atrás.
En la reunión de Cartagena de Indias brillan nombres que ya son patrimonio cultural de la Humanidad, y cuya obra se ha realizado íntegramente en esta lengua desde la otra orilla del Atlántico. Quizá por ello se dice que si el pasado del castellano está en Europa, su futuro se halla indudablemente en América. A los reaccionarios que se espantan ante las consecuencias de ese hecho, temerosos de la "fragmentación" que pueda experimentar el idioma así como de la dirección que pueda tomar su evolución futura, habría que recordarles que las lenguas son organismos vivos en perpetua evolución y cambio, y que son precisamente las "lenguas fijadas", estáticas, las que irremediablemente desaparecen a corto plazo.
El castellano por el contrario es una lengua que vive en continua transformación, y es su propia vitalidad la que desborda los planteamientos conservadores que pretenden anclarlo en un momento histórico determinado. Por fortuna, las propias Academias de la Lengua iberoamericanas parecen entenderlo así y desde hace tiempo coadyudan a este proceso de perpetua puesta al día.
No todo es de color de rosa, sin embargo. Desde siempre la lengua castellana ha vivido de espaldas al resto de las lenguas peninsulares, incluido el portugués. En los últimos años ha habido algunos tímidos intentos de apertura, caso de la presencia del idioma catalán como invitado principal en la Feria del Libro de Guadalajara hace un par de años, pero los gestos siguen siendo insuficientes. Los vínculos oficiales entre las instituciones que velan por las diferentes lenguas románicas son inexistentes, cuando el tronco común debería servir como referencia para políticas de defensa conjunta ante la invasión globalizadora del "american english", que en tanto que lengua del Imperio funciona como instrumento de penetración cultural e ideológica en todos los rincones del planeta.
Tampoco parece que desde las instancias oficiales se haga mucho por la pervivencia de esa joya lingüística que es el judeoespañol, lengua castellana propia de los sefardíes, hoy en leve recuperación tras muchos años de estar al borde de la extinción; ni por la pervivencia del idioma castellano en zonas donde aún se considera lengua vehicular o de cultura pero está en retroceso ante la presión de otras lenguas prestigiosas, caso de lo que sucede en el Sáhara Occidental y el norte de Marruecos (ante el árabe clásico), Guinea Ecuatorial (ante el francés) y Filipinas (ante el inglés). En Puerto Rico el castellano va siendo desplazado rápidamente por el inglés, primero de la vida pública y ahora también del ámbito privado.
Luces y sombras pues en el currículum actual de una lengua que, como tituló uno de sus hijos de la Diáspora, el sefardí Elias Canetti, es hoy una "lengua absuelta" con un presente brillante y un futuro espléndido.
2 comentarios:
Vaya, amigo Joaquim, nunca supe que fue de tí, pero se te echó de menos. Incluso te "robé" uno de tus categorías, la de MONDO CANE. Por rutina he picado el enlace que te hace Manolo Saco y me he encontrado con la sorpresa de que habías vuelto ¡y de que llevabas un mes y medio funcionando!
Bueno, me alegro infinito y por supuesto volveré a convertirme de nuevo en asiduo de tu pensamiento.
salud y república
Pues muchas gracias, Harazem. Y efectivamente, aquí estamos de nuevo, a vuestra disposición -:)
Un abrazo.
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