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martes, 14 de septiembre de 2010

Cuba, de la "economía científica" al despido de funcionarios públicos



Hace unos días Fidel Castro montó la marimorena al reconocer en una entrevista periodística que el "modelo cubano" no era exportable porque no funcionaba ni en Cuba. Conociendo un poco al personaje, no cuesta mucho imaginar que semejante observación debió nacer más de la irritación ante la tozudez de la realidad cubana que del puro análisis socieconómico de esa misma realidad. De todos modos y en vista de la tormenta que se desató a continuación el mandatario cubano rectificó a las pocas horas, diciendo que le habían malinterpretado y que lo que dijo en realidad era exactamente lo contrario. Sólo los más fanáticos y/o obtusos le han creído la rectificación.

Ocurre que cualquiera que se mueva por Cuba en un viaje no organizado por estamentos oficiales del régimen castrista, saca por su cuenta de inmediato la misma conclusión que Castro. El "modelo cubano" no funciona. En realidad no funcionó nunca, pero mientras Cuba fue una colonia subvencionada del imperio soviético se podía ir maquillando la situación. Tras el estrepitoso derrumbe de la URSS y sus satélites, la desnudez del sistema cubano ha llegado a la pura obscenidad: desidia, holgazanería, corrupción, abandono... hacen inevitable la ineficacia y sobre todo la ineficiencia de un presunto modelo en el que ya no creen ni quienes se siguen beneficiando directamente de él.

Así, mientras los prohombres del régimen castrista continúan lanzando dardos verbales contra todo asomo de capitalismo en su finca, miles de grandes empresas capitalistas extranjeras explotan en beneficio propio y de elementos corruptos del régimen los recursos que posee la isla, monopolizando el más significativo y potente de todos ellos: el turismo. La "economía científica" manejada durante décadas por un puñado de incompetentes caprichosos ha arruinado Cuba, un país que 50 años después de la llegada al poder de los castristas continúa, caso único en el mundo, con la cartilla de racionamiento como elemento de subsistencia básica para la población. El fantasma del bloqueo yanqui es ya sólo eso, un espantajo en el que cree cada vez menos gente como explicación universal de todos los males cubanos.

En ese estado de cosas, escribe hoy el corresponsal de El País en La Habana que "el Gobierno de Raúl Castro ha anunciado oficialmente que sus planes para "ajustar" el modelo económico y hacerlo sostenible pasan por una reestructuración radical e inmediata del empleo".

La primera consecuencia de ése "ajuste fino" supondrá que en 2011 se despedirá a medio millón de funcionarios, el 12% de la plantilla total. Es evidente que las plantillas de empleados públicos en Cuba están hinchadas hasta el paroxismo -de alguna manera, todo el mundo es funcionario público en Cuba y cobra un sueldo del Estado-, pero lanzar a la calle a toda esta gente, acostumbrada a malvivir con lo más bien poco que cobran -casi todos deben hacer pluriempleo "negro" para poder subsistir-, crea un enorme problema social. Pero no teman, los ingeniosos dirigentes cubanos tienen la solución: "El régimen, a cambio, abrirá las puertas al pequeño empleo privado y cooperativo y autorizará el trabajo asalariado para que puedan salir adelante los que vayan al paro, pues el Estado no los subvencionará". Es decir, se entregará a toda esta gente despedida para que sea explotada por pequeños capitalistas locales; la generación de plusvalías y su expropiación privada, usadas como cemento para que el castrismo conserve el poder. ¡Si Marx o el Che levantaran la cabeza!.

Como no podía ser menos, el "sindicato vertical" cubano lo tiene claro: "Nuestro Estado no puede ni debe continuar manteniendo empresas, entidades productivas, de servicios y presupuestadas con plantillas infladas y pérdidas que lastran la economía", asegura el comunicado de la Central de Trabajadores de Cuba (la CTC, el sindicato único) en el que se informa de la drástica reducción de plantillas. Ya ven, ni la patronal española lo expresaría mejor cuando reclama el "adelgazamiento del Estado" y la supresión de personal y servicios públicos. Curioso que hasta ahora el CTC callara como muerto sobre estos asuntos.

Concluye optimista Mauricio Vicent, el corresponsal de El País: "Empezó la cuenta atrás. Viene el realismo duro, con reconversiones de caballo y cientos de miles de parados, pero también con oportunidades en el sector privado. Hoy se admite abiertamente que la decisión de nacionalizar todos los pequeños negocios privados, en 1968, fue un grave error".

No sé si la nacionalización de los pequeños negocios en Cuba fue un error o no. Lo que resulta insufrible a estas alturas es la persistencia de un régimen que en materia económica lleva medio siglo dando palos de ciego en cualquier dirección con tal de mantenerse en el poder.

En la imagen que ilustra el post, una valla propagandística del régimen cubano en una calle de La Habana.

domingo, 18 de julio de 2010

Nocturno en La Habana



Sucedió en La Habana, una noche de agosto de 1996, luego de haber cenado en La Divina Pastora, un restaurante de categoría situado en una antigua batería de artillería colonial, en una especie de mirador abierto entre el castillo del Morro y la fortaleza de San Carlos de la Cabaña, frente a las luces de la bahía habanera. Fue una cena tan exclusiva, que en toda la terraza no había más clientes esa noche.

No recuerdo que cené pero sí que los camareros, atentos y cordiales, me invitaron a un ron muy viejo, y que cuando estaba pagando la cuenta un camarero mariquita se acercó y me entregó su dirección escrita a lápiz en un trozo de papel, pidiéndome que le enviara un casette de "su amadísima" Rocío Jurado. O quizá era Isabel Pantoja, ahora no recuerdo bien. El caso es que me sorprendió tanto la pasión con la que aquél hombre se refería a la folklórica española, que acepté enviarle el casette que me pedía (lo cual hice al poco de regresar a Barcelona. No mucho después de aquél envío -que conociendo como las gastan los empleados de Correos de Cuba, creí que nunca llegaría a manos del destinatario- recibí una breve y emocionada carta del lejano admirador de la gloria folklórica andaluza, en la que me daba cuenta de que había llegado a su poder el ansiado casette).

Regresé al hotel Plaza en taxi, que tomé en la parada del restaurante, en la soledad de la colina donde se ubica éste. Una vez más el taxi era el que me seguía por toda la ciudad, un taxi turístico oficial confortable y con aire acondicionado, conducido por un tipo que trataba de tú a los policías de paisano y daba órdenes a los de uniforme, y al que siempre me encontraba en la parada del hotel o a la salida de cualquier local adonde yo hubiera ido andando cuando rehusaba sus servicios. El chófer era un cubano gordote, expansivo y simpático, con un humor muy caribeño. Se desvivía por mi bienestar con el mismo celo con el que me habría metido un balazo en la cabeza si un superior se lo hubiera ordenado.

Así que circulábamos rumbo al hotel Plaza con cierta velocidad ("el carro" era bueno y relativamente moderno), atravesando la noche habanera, calurosa y húmeda, cerca del mar. De repente el chófer puso la radio, movió el dial y apareció la voz de Frank Sinatra cantando "Extraños en la noche" en una emisora de Miami. En ese instante tuve la certeza de que aquél era uno de los cuatro o cinco momentos cumbre de mi vida. Respiré una bocanada de aire marino (a pesar del aire acondicionado, llevaba la ventanilla medio bajada), y dije en voz alta:

- Nunca pensé que un día oiría cantar a Frank Sinatra en La Habana.

El chófer volvió la cabeza sorprendido, me echó una ojeada que me radiografió los intersticios del alma y finalmente estalló en una carcajada cordial, todo en una fracción de segundo.

Ninguno de los dos volvió a abrir la boca hasta que nos deseamos buenas noches cuando me apeé del taxi en la puerta del Plaza.

La fotografía que ilustra el post muestra algunos automóviles circulando de noche cerca del Malecón de La Habana.

viernes, 21 de mayo de 2010

El castrismo y la Iglesia católica se alían en Cuba



La prensa internacional de hoy trae una noticia de esas que dejan al borde del pasmo a ingenuos y no avisados, pero que confirman muchas cosas a los lectores atentos.

Según leo en el diario argentino Clarín (la noticia viene también en El País, pero mucho más escueta), ayer se celebró en La Habana una singular reunión entre el actual número uno de facto del régimen cubano, Raúl Castro, y el cardenal Jaime Ortega, jefe máximo de la secta vaticana en la isla. A Ortega, que no es precisamente un castrista, le acompañaba una selecta representación de la Conferencia Episcopal Cubana. La justificación de puertas afuera para esta sorprendente reunión, que se prolongó durante cuatro horas y en la que al parecer todo fueron sonrisas y cordialidad, fue la intercesión de la Iglesia cubana para que el régimen castrista libere a sus "presos políticos". Lo más curioso del caso es que al parecer hubo acuerdo (evidentemente negociado y pactado con anterioridad al encuentro) para que efectivamente, en un plazo no determinado se de satisfacción a la demanda de los monseñores.

De todos es sabido que el régimen cubano anda muy tocado, y que a las dificultades económicas y sociales por las que atraviesa desde tiempo inmemorial se suma ahora un grave problema de imagen exterior, que es realmente nuevo para él. Desde la muerte de Orlando Zapata y la huelga de hambre que al parecer mantiene Guillermo Fariñas -dos personajes tan oscuros como el resto de la "disidencia política interna" cubana, tradicionalmente a sueldo de la CIA o del G2 castrista, y en ocasiones de ambos servicios secretos a la vez-, a los hermanos Castro se les ha puesto muy duro seguir vendiendo fuera el amor por su régimen que supuestamente sienten los cubanos que gozan -es un decir- de su existencia. Para los jerarcas católicos, cuya presencia tras el minimovimiento de oposición Damas Blancas es evidente por más que discreta, los dimes y diretes con el castrismo se han mantenido siempre dentro de una razonable "disidencia", tanto que históricamente ha olido a cierta complicidad entre el régimen de los Castro y los monseñores que apacientan un escúalido pero cierto rebaño en la isla. La discreción que los monseñores han mantenido en asuntos tan espinosos como el problema de los llamados presos políticos cubanos y en relación con las huelgas de hambre hasta el martirio de los Zapata y compañía, ha sido realmente ejemplar. No debe extrañar por tanto que terminen convirtiéndose en interlocutores provilegiados de un régimen al que cada vez le quedan menos espacios exteriores donde colocar sus mensajes, y sobre todo donde encontrar apoyos en los que cimentar su perpetuación en el poder.

La Iglesia católica cubana, reaccionaria como pocas desde sus mismos orígenes coloniales, deviene así de "neutral" en colaboradora activa del mantenimiento del régimen de los Castro. Tampoco es un fenómeno tan extraño. En la anticomunista Polonia, la jerarquía católica fue el principal sostén del régimen lacayo de Moscú hasta el derrumbe mismo de éste; cierto que había curas fanáticos relacionados con la extrema derecha nacionalista enfrentados con el régimen comunista, pero jerarcas como el arzobispo Woytila y el cardenal Glemp fueron colaboradores activos de Varsovia, hasta el momento en que se consideraron suficientemente fuertes como para emprender el derribo del régimen. Es probable que en Cuba la Iglesia esté jugando las mismas cartas, posicionándose en favor de aguantar en el poder al castrismo hasta que no quede más remedio que substituirlo, bien sea porque la descomposición del régimen sea ya imparable o porque fuerzas externas presionen tan fuertemente que precipiten su caída. En todo caso está claro que la apuesta de la jerarquía católica en Cuba pasa por garantizar el "orden" en la isla aún al precio de dar oxígeno a los dirigentes castristas, y que no parecen dispuestos a apoyar un cambio violento, del estilo que sería del gusto de los exiliados cubanos en Miami y de amplias capas de la sociedad estadounidense. Sacar a los Castro a tiro limpio del poder no entra en los planes de los monseñores, sobre todo si la situación de debilidad del régimen y su necesidad de apoyos obliga a éste a hacerles concesiones importantes, que seguramente empezaremos a conocer a no tardar mucho.

En la fotografía, Raúl Castro saluda entre sonrisas a Dionisio García, presidente de la Conferencia episcopal católica en Cuba, y Jaime Ortega, arzobispo de La Habana y líder de la Iglesia cubana.

miércoles, 4 de marzo de 2009

Carrero Blanco en Cuba


La fulminante destitución de lo más granado del sector "aperturista" del régimen cubano, nos retrotrae a aquellos tiempos del tardofranquismo en los que con Franco en la Unidad de Cuidados Intensivos y luego ya de cuerpo presente, las "familias" del régimen bailaban un rigodón en el que un día ganaban puntos los "aperturistas" y al siguiente eran los "azules" (los franquistas más duros) quienes imponían sus criterios.

Al parecer el vencedor de la reciente crisis ministerial cubana -probablemente aún no cerrada por completo-, ha sido Raúl Castro, hermano del Fundador y continuador suyo a título de....no se sabe bien qué, pero en todo caso actual piloto único de la nave del Estado, con el permiso de un Fidel que desde la relativa distancia de quien ha debido ceder sus poderes ejecutivos conserva la capacidad de "orientar" el proceso, y sobre todo de influir sobre las decisiones al más alto nivel (al modo que lo hacía Franco durante su largo adiós). Raúl ha prescindido de hombres a los que se consideraba miembros del círculo más cercano a su hermano Fidel, quien por cierto se ha despedido de ellos con una sorprendente filípica en la que de manera poco disimulada les llama corruptos, traidores y vendidos al "enemigo exterior".

Todo parece indicar que Raúl Castro, que como digo viene oficiando el papel que Franco soñó en su día para el almirante Carrero Blanco como continuador y garante de su régimen, al margen de que hubiera un rey que ocupara nominalmente la jefatura del Estado, ha impuesto su propio equipo para desarrollar ese proyecto de fidelismo sin Fidel al modo que en su día se intentó el franquismo sin Franco. Raúl ha despedido a políticos de experiencia probablemente más interesados en mantenerse en el poder que en asegurar la continuidad del régimen en el futuro, y los ha substituido por un grupo de viejos militares fieles al régimen y a los hermanos Castro; algo así como si se hubieran salido con la suya aquellos carcamales de uniforme -el "búnker"- que en los albores de la transición española gritaban a la menor ocasión "Ejército al poder!", temerosos de que los cambios que se preveían acabaran con su hegemonía y provilegios. En tiempos azarosos, recurrir a los militares es la tentación de todo grupo dirigente que quiere conservar su poder por encima de cualquier otro criterio o guía de actuación.

Ocurre que a Carrero Blanco lo envió ETA a los cielos, reventando así el proyecto continuista del franquismo y dando paso a la transición hacia un régimen democrático formal. Fue aquél un atentado tras el que hace años se conoce hubo la mano del Departamento de Estado de los Estados Unidos, dirigido entonces por el omnipotente Henry Kissinger. Hoy los tiempos no son los mismos ni siquiera para el Departamento de Estado, Raúl Castro goza oficialmente de buena salud y no hay terrorismo que le amenace físicamente, así que su continuidad al frente del proyecto de llevar a Cuba del fidelismo puro al fidelismo sin Fidel está de momento garantizada salvo imprevistos. A corto plazo tampoco es previsible -aunque no descartable- un estallido social en Cuba, una posibilidad que acogotaba a la clase dirigente franquista mientras Franco agonizaba. La responsabilidad de lo que suceda en adelante es pues toda de Raúl, y ése parece haber sido el voto de confianza otorgado por su hermano al apoyar sus cambios en los equipos dirigentes. De momento, como jugador cauteloso y conservador que es, el Carrero Blanco del castrismo se ha enrocado ya desde los primeros movimientos.

Pero nada es eterno, ni siquiera el castrismo. Nadie conoce todavía al Adolfo Suárez habanero, pero descuiden, seguro que ya ocupa asiento importante en ese Consejo Nacional del Movimiento caribeño que es la dirección del PC cubano.

lunes, 2 de febrero de 2009

El Hotel Plaza de La Habana, mis amiguitas y el DDT


Leo en Granma que el hotel Plaza, "uno de los más emblemáticos y elegantes de La Habana" (sic) cumplió 100 años el pasado día 3 de enero. Según Granma, el Plaza "continúa en la preferencia del turista moderno, amante de la calidad y el confort, pero también de la cultura y la historia".

Si es así mucho tiene que haber cambiado el Plaza desde 1996, cuando me alojé allí durante mi estancia en Cuba. Lo mejor que tenía este hotel entonces era su ubicación, en el centro mismo de Habana Vieja, justo al lado del Parque Central y muy cercano al paseo del Prado, el Malecón, la plaza de Armas... Pero en aquellos tiempos el Plaza amenazaba ruina por los cuatro costados comido por el tiempo y la desidia, y era apenas una sombra de lo que debió haber sido en sus años de esplendor. No por nada era el hotel céntrico más barato que encontré en los catálogos de viajes.

Recuerdo mi habitación allí como un espacio anticuado y destartalado, con un cuarto de baño con ducha de plato por cuyo desagüe trepaban las cucarachas. Una mañana comenté este hecho en la recepción, y me enviaron a una chica de servicio con unos polvos para matarlas. Cuando la muchacha vio las cucarachas se puso a reír y a dar gritos de puro nerviosismo, y tuve que ser yo quien tirara los polvos en la ducha porque ella no se atrevía ni a entrar en el cuarto de baño.

Recuerdo también las jineteras por docenas y los vendedores de puros falsos que bullían por el Parque Central, y cómo las pobres mujeres dejaban solos a sus hijos pequeños en el Parque recomendándoles que no bajaran de la acera, mientras la madre iba con el cliente (que no siempre era extranjero) a ocuparse en lo suyo. Y en fin, me acuerdo del tipo que al verme salir del quiosco del hotel Sevilla, donde acababa de comprar un ejemplar de hacía dos días de la edición mexicana de El País, me pidió contésmente si cuando terminara de leerlo podía bajárselo a la entrada de mi hotel, que el estaría allí esperando para recogerlo, en la acera, porque los cubanos que no trabajaban en los hoteles o jineteaban con clientes tenían prohibido entrar al vestíbulo. Y bueno, recuerdo como en cada piso del Plaza había una habitación rotulada con todo descaro "G-2"; sí, una por planta. Se ve que el régimen castrista tenía exceso de policías más o menos secretos.

Una noche, compartí un sandwich en la barra del bar del hotel con un tipo más listo que el hambre que además de ser proxeneta de un par de guapísimas y somnolientas morenas , ejercía como "empresario turístico" por libre paseando por la isla a un asturiano que parecía un paisano sacado de "Peñas arriba" o de cualquier otro cuento naturalista del siglo XIX semejante. Otro habanero me sacó más tarde unos dólares con el fantástico enredo de la hija inválida, muy popular en aquellos tiempos según supe luego, tras una actuación teatral que valía su peso en oro.

Supongo que desde entonces han debido reformar el edificio y quizá los servicios que en él se ofrecen, porque según Granma uno de los clientes del Plaza ha sido Manuel Fraga, "entonces presidente de la Junta de Galicia" (sic) y no imagino yo a Fraga Iribarne matando cucarachas a zapatazos, aunque tratándose del animal de Villalba cualquiera sabe.

Cuando estaba terminando de hacer las maletas para marcharme, entraron en la habitación las chicas mulatas que limpiaban la planta. Una de ellas, picarona, me preguntó si me iba ya, y al contestarle yo que sí, siguió: ¿y se lleva a sus amiguitas?". Me quedé un momento desconcertado, y pregunté cauteloso a quién se refería, a lo que ella mondándose de risa replicó: "¡pues a las cucarachitas!".

La verdad es que aquella estancia en La Habana fue iniciática para mí, a pesar del fiasco de país que encontré. Y es que no hay gente como los cubanos.

martes, 2 de septiembre de 2008

Leyes de Peligrosidad Social


Hace unos días apareció brevemente en la prensa europea la detención de un rockero cubano, al que se le aplicó la ley de Peligrosidad Social vigente en ese país. Al parecer, las letras que escribe este tipo no gustan en instancias oficiales, y simplemente se le aplicó una ley-comodín represora. Como hubo cierto escándalo incluso dentro del país, el juicio quedó finalmente en nada.

A mí esa circunstancia me recordó inmediatamente casos semejantes acaecidos en el tardofranquismo español, a primeros de los años setenta, como cuando el cantante Miguel Ríos fue a prisión durante unos meses por consumir marihuana; en realidad, era una represalia por ser un "rojo" reconocido. ¿Adivinan qué ley le aplicó entonces la dictadura franquista? Exacto, la ley de Peligrosidad Social.

La ley de Peligrosidad Social franquista fue aprobada en 1970 y substituía a una ley anterior, llamada de Vagos y Maleantes. Tanto la vieja como la nueva ley servían para identificar y reprimir elementos considerados "antisociales" (¿les suena la denominación?), entre los que se incluía a "aquellos que practicaran la mendicidad, la homosexualidad, el vandalismo, el tráfico y consumo de drogas y la venta de pornografía, la prostitución y el proxenetismo". También a los inmigrantes ilegales y "cualquiera que fuera considerado peligroso moral o socialmente" por el régimen franquista.

¿Les suena esa música? Lean el texto de la ley franquista. Se diría que a ambas leyes, la española y la cubana, las parió el mismo padre, o como mínimo que sus autores bebieron en las mismas fuentes. En España esa ley fue derogada en 1978.

miércoles, 20 de febrero de 2008

Crepúsculo franquista en Cuba


Patria o muerte", reza la clásica consigna castrista. Una redundancia, ya que toda patria lleva a la muerte de una manera u otra -ahí queda el siglo XX para demostrarlo-, y el caso cubano no es una excepción. Cuba entera vive un tardofranquismo en el que el pueblo cubano agoniza, alimentado exclusivamente con retórica patriotera y mentiras que de tan oídas, sólo provocan la risa entre sus destinatarios cuando no hay cerca alguien adicto al régimen.

En Cuba se está muriendo Franco, y la familia y el doctor Villaverde de turno se apresuran a evitar que se desate lo que aquél pretende dejar atado y bien atado. Fracasarán en el intento, obvio, y una transición política hacia nadie sabe dónde se iniciará -se está iniciando ya, de hecho- muy pronto.

Un pronóstico desalentador: como ha ocurrido en todas las "democracias" que han sucedido a los regímenes títeres del Imperio soviético, pronto una multitud de burócratas que hoy juran por las barbas de Fidel se habrán reconvertido en empresarios que amasarán fortunas apostando por el capitalismo más salvaje y explotador.

Sic transit gloria mundi.

domingo, 12 de agosto de 2007

De ETA a la indigencia también material


Decía la prensa ayer que el miércoles pasado un hombre bajó de un avión recién llegado de Cuba y procedió a instalarse en las dependencias del aeropuerto de Barajas, donde permaneció hasta que casi tres días después la policía decidió trasladarlo a un hospital de Madrid, al suponer los funcionarios que el individuo en cuestión padecía transtornos mentales.

Al comprobar su identidad, resultó que el presunto indigente era Martín Izaguirre Arbize, un antiguo miembro de ETA que cumplió condena en su día por el intento de secuestro en 1982 de un industrial vasco. Según El País, Izaguirre terminó de cumplir la condena por estos hechos a finales de los años noventa y decidió salir fuera de España, en concreto a Cuba. Desde entonces no tiene ninguna causa pendiente con la justicia.

Al conocer este caso me ha venido a la memoria la experiencia vivida en Cuba allá por agosto de 1996, cuando viajé por primera y de momento única vez a la isla caribeña. Apenas instalados en el hotel, el grupo de turistas que acabábamos de llegar en vuelo desde Madrid fuimos convocados a una "importante reunión" con el representante de la mayorista de viajes. Apareció un tipo de fuerte acento vasco que dijo llamarse Iñaki o algún otro nombre semejante, y entre las brumas de una resaca que le había dejado para el arrastre y a la que combatía con traguitos de ron y fumándose un habano largo como una mano, el caballero en cuestión nos endilgó un discurso en el que además de despreciarnos continuamente a cuenta de nuestra nacionalidad -ustedes "los españoles" no entienden esto, ustedes "los españoles" no saben lo otro, etc-, nos advirtió con truculencia de los muchos peligros que entrañaba el contacto directo con la población. La docena de presentes le escuchábamos en silencio, con caras de estar un tanto cohibidos al principio y luego ardiendo de deseos de perder de vista a aquél fantasmón.

En éstas sonó el teléfono y el tipo se puso a hablar como sino existiéramos. Así nos enteramos de que alguien pedía su intermediación para sacar de Cuba unos libros antiguos, algo que allí está legalmente prohibido, al menos lo estaba en aquellos años, y de cómo el tal Iñaki se comprometía a realizar la gestión con éxito garantizado ante la Policía cubana, quedando con su interlocutor en que ya hablarían de los costes de la operación.

Según parece la gente de ETA y su mundo campaba entonces por Cuba no ya con total libertad, sino conchabados con sectores corruptos del régimen castrista. Aquello era una especie de retiro dorado para ex combatientes y gente muy quemada. Desde hace algunos años sin embargo el paraíso castrista comenzó a cerrarles las puertas, y se dice que desde que Raúl Castro está al frente del negocio familiar las facilidades para los etarras se han reducido a cero, y que la isla empieza a ser un lugar poco recomendable para los muchachos de Txeroki y compañía. Así que ya tenemos aquí a los primeros retornados, náufragos que arriban a la playa de Barajas con lo puesto y que, finalmente, acaban en un asilo para indigentes o en un sanatorio mental, como le ha ocurrido a Izaguirre.

Si éste no es el peor final de ETA que pudieran concebir sus militantes y simpatizantes, se le parece mucho.

martes, 5 de junio de 2007

Se va Condoleeza, vuelve ETA


Desde el leninismo cazurro que practica ETA –recuerden aquellas máximas del hoy olvidado agitador ruso: "Contra peor, mejor" y "No hemos venido a curar la llaga, sino a golpear sobre ella"-, el repunte mediático del PP tras las elecciones locales y autonómicas les ha puesto en bandeja el anuncio de su retorno a la actividad terrorista.

En definitiva, ETA vuelve a votar PP. La razón es obvia: quien sea que manda en ETA busca el cierre de filas, habida cuenta de que el rebaño batasuno anda bastante desconcertado últimamente y con cierto riesgo de estampida. Así, ETA deposita sus esperanzas en un triunfo del PP en las próximas elecciones generales; voluntariosos al modo de un Gramsci perverso, los etarras seguramente piensan aportar su granito de arena con algún que otro atentado sonado.

Con todo, éste no es un paso en falso de los terroristas, ni mucho menos. Seguramente los dirigentes etarras lo han meditado bien. Ocurre que las condiciones son ahora las idóneas para su retorno a la actividad terrorista, y ello porque:

1) El PP está muy crecido y se apresta para un recrudecimiento de la crispación que, según sus estrategas, es la única vía que tiene para ganar las próximas generales. Y realmente, esa parece ser su única posibilidad cierta.

2)El gobierno Zapatero se halla de nuevo a la deriva, alejándose de sus aliados naturales (IU y ERC), y en plena competencia con el PP en la reivindicación de la españolidad, trapo al que los socialistas entran con una facilidad asombrosa y con el que la ultraderecha parlamentaria española oculta sus miserias (masiva implicación en casos de corrupción, luchas internas entre dirigentes, sensibles derrotas electorales, etc).

3) El peligro de un gobierno entre nacionalistas demócratas y socialistas en Navarra parece definitivamente alejado (la peor derrota de ETA-Batasuna en estos momentos sería un gobierno Nafarroa Bai-PSOE).

4) El "efecto 11-M", que impedía a ETA actuar por temor a las reacciones que pudieran desencadenarse en su propio campo, ha quedado totalmente diluido con el transcurso del tiempo, como han tenido ocasión de comprobar nuestros "terroristas locales" tras el atentado contra la T-4 de Barajas. Hoy, el mundo de ETA-Batasuna está en condiciones de digerir nuevos atentados mortales del grupo terrorista al que apoyan, y de hecho las bases de eso que llaman la "izquierda" abertzale comienzan a exigirlos.

La conclusión de todo esto es que ETA habría conseguido de nuevo luz verde para su actividad terrorista en las instancias desde las que se maneja el terrorismo local europeo. Probablemente no será ETA el único grupo terrorista europeo en reactivarse durante los próximos meses, aunque quizá sí sea el último residuo de terrorismo nacionalista.

En definitiva, parece que pronto vamos a revivir en Europa una ecuación interesante, que combinaría dos factores aparentemente sin relación entre sí: Cuba y el terrorismo en suelo europeo.

Una ecuación que puede presumirse directamente proporcional: a mayor interés europeo en desarrollar una política autónoma en relación con el régimen cubano y el futuro de la isla –no supeditada por tanto a los intereses de EEUU-, mayor será el riesgo de que se produzca un incremento de la actividad terrorista en diversos países europeos, con España a la cabeza; y al contrario, una alineación europea con los intereses imperiales en Cuba seguramente obrará el milagro de rebajar tensiones terroristas en Europa.

La airada visita de la señora Condoleezza Rica, que al parecer se ha llevado un cabreo monumental a propósito de la política del gobierno español respecto a Cuba, da alguna pista sobre esto. Quienes se sientan escépticos ante esta apreciación, deberían recordar cómo Carrero Blanco fue enviado literalmente a los cielos al día siguiente de que Kissinger se fuera de Madrid convencido de que Franco, contra la opinión que él mismo le acababa de exponer en nombre de EEUU, estaba empeñado en que el Régimen le sobreviviera encarnándose en el almirante.