Hace unos días apareció brevemente en la prensa europea la detención de un rockero cubano, al que se le aplicó la ley de Peligrosidad Social vigente en ese país. Al parecer, las letras que escribe este tipo no gustan en instancias oficiales, y simplemente se le aplicó una ley-comodín represora. Como hubo cierto escándalo incluso dentro del país, el juicio quedó finalmente en nada.
A mí esa circunstancia me recordó inmediatamente casos semejantes acaecidos en el tardofranquismo español, a primeros de los años setenta, como cuando el cantante Miguel Ríos fue a prisión durante unos meses por consumir marihuana; en realidad, era una represalia por ser un "rojo" reconocido. ¿Adivinan qué ley le aplicó entonces la dictadura franquista? Exacto, la ley de Peligrosidad Social.
La ley de Peligrosidad Social franquista fue aprobada en 1970 y substituía a una ley anterior, llamada de Vagos y Maleantes. Tanto la vieja como la nueva ley servían para identificar y reprimir elementos considerados "antisociales" (¿les suena la denominación?), entre los que se incluía a "aquellos que practicaran la mendicidad, la homosexualidad, el vandalismo, el tráfico y consumo de drogas y la venta de pornografía, la prostitución y el proxenetismo". También a los inmigrantes ilegales y "cualquiera que fuera considerado peligroso moral o socialmente" por el régimen franquista.
¿Les suena esa música? Lean el texto de la ley franquista. Se diría que a ambas leyes, la española y la cubana, las parió el mismo padre, o como mínimo que sus autores bebieron en las mismas fuentes. En España esa ley fue derogada en 1978.
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