Mostrando entradas con la etiqueta teatro. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta teatro. Mostrar todas las entradas

sábado, 26 de septiembre de 2009

Tim Robbins en Barcelona


El actor, director y activista político norteamericano Tim Robbins está estos días en Barcelona con motivo del estreno de su adaptación al teatro de "1984", la conocida novela de anticipación política que escribiera George Orwell.

Tim Robbins es quizá uno de los pocos hombres de Hoollywood con una actitud consecuentemente de izquierdas. Escapa por tanto a la difusa etiqueta de "liberal" estadounidense (socialdemócrata, en términos de política europea), tan habitual en los ambientes culturales y en el show business estadounidenses; en estrictos patrones políticos europeos, a Robbins puede considerársele como un socialista de izquierdas. Casado con la actriz feminista Susan Sarandon y amigo y colaborador del también actor Sean Penn (con quien protagonizó Mystic River), otro "rojo" irremediable, hace décadas que Robbins es un referente ético y político en su país, sobre todo entre los miembros más progresistas de la industria cultural norteamericana.

El diario El País le entrevistó ayer para la edición catalana del periódico, y por aquellas ironías de la vida la entrevista tuvo lugar en el teatro Poliorama, donde estrena Robbins, un edificio de La Rambla barcelonesa en el que en 1937 se hallaba la sede central del POUM, el partido en cuya milicia se alistó Orwell durante su participación en la guerra de España. Desde el tejado del Poliorama, el escritor inglés y sus compañeros sostuvieron duros tiroteos con las fuerzas del gobierno catalán y del PSUC, el partido comunista estalinista de la época, hechos que Orwell narró en su imprescindible "Homenaje a Cataluña". El escritor hubo de huir de España pocas semanas después para no ser asesinado por los agentes estalinistas. Fueron precisamente la experiencia vivida del acoso comunista y el peligro que para el mundo representaba el estalinismo rampante una vez vencido el nazismo, los que llevaron a George Orwell a escribir "1984".

Sobre "1984" dijo Robbins a El País "que no es una obra del pasado, sino más relevante hoy que nunca, por cuanto hay en ella un fuerte aviso sobre las libertades individuales". Robbins, que se enfrentó públicamente a las políticas criminales y represoras del gobierno de George Bush hijo y su banda de neocons, insistió en la idea de que hay que seguir defendiendo con ahínco la libertad "No hay que dejarse intimidar, pues cuando tienes miedo ya no eres libre. La manera de doblegarte de los totalitarismos es haciendo que tú mismo pienses que no eres libre. No eres libre si no eres libre por dentro. Debes vivir con coraje. Nadie puede controlarte si estás realmente dispuesto a ser libre".

Un gran tipo, Tim Robbins.

domingo, 1 de marzo de 2009

Querido Pepe Rubianes


Sólo he visto de cerca y conversado con Pepe Rubianes una vez en mi vida. Fue a finales de los años ochenta, en la sala de actos de un centro cívico de la periferia barcelonesa del que por aquél entonces yo era director. Pepe vino a actuar gratis como parte de un programa de solidaridad con el exilio chileno. Hablamos un ratito por la tarde, mientras Pepe y su ayudante preparaban el pequeño escenario y se aclimataban al entorno en el que esa noche diría uno de esos descacharrantes monólogos suyos. Sino recuerdo mal era aquél del misionero que fue al colegio de curas donde se educaba -es un decir- Rubianes, y les explicaba a los chavales las cosas que le habían pasado en la Amazonia a manos de los "inditos"; lo que explicaba Pepe era la pura realidad, porque aquél frikie con sotana blanca había venido también a mi colegio de curas a contarnos como se había cortado la lengua para no pecar, y no sé cuantas barbaridades más por el estilo.

Recuerdo de aquel día el modo afectuoso con el que Pepe trataba a todo el mundo, incluido su ayudante. No había nada de divo en él, al contrario, fuera del escenario se le veía tímido y casi apocado, con unas gafas recién estrenadas que lucía diciendo que le hacían más guapo (una manera de sobrellevar la patente incomodidad que le producían). Fumaba como un carretero, y aquél día, estoy hablando de hace veintitantos años, tenía la garganta destrozada por los malditos cigarrillos. Aún así actuó, en un esfuerzo de profesionalidad bastante raro en el mundillo teatral. El estaba contento de estar allí, rodeado por un público de barrio que le adoraba y con el que se identificaba por completo, y al que le encantaba hacer reír y pensar. Recuerdo que ni siquiera me pidió un sitio para cambiarse -lo hizo en los lavabos-, y tampoco solicitó ni una botella de agua; cuando le apeteció tomar una, bajó al bar del centro y la pagó en la barra.

Como digo nunca más volví a verle de cerca. Hace tres o cuatro años se organizó en torno a Pepe Rubianes una de esas cacerías que tanto le gustan a la extrema derecha mediática española, a propósito de unas declaraciones suyas en un programa de TV3, la televisión autonómica catalana, en donde decía en rotundo castellano que el PP y los fascistas en general se metieran su España por donde les cupiera, y que estaba hasta los cojones de la murga de esa gentuza con el patriotismo y esas mierdas. Le llamaron de todo en una campaña mediática brutal, y no sólo eso; el Ayuntamiento de Madrid, que le había contratado, tuvo que anular las actuaciones previstas, de acuerdo con él. También le amenazaron de muerte. Así que durante una larga temporada Rubianes desapareció en su casa de Kenia, de la que sólo salía para venir a su Barcelona, su ciudad refugio de tantos años, donde sabía que se le quería como a pocos y él se sentía seguro y protegido.

Y es que Pepe Rubianes se definía como gallego, catalán, español, internacionalista, demócrata, libertario, republicano y por encima de todo, antifranquista. Por eso tuvo los enemigos que tuvo, y a todos ellos aunque les temía, pues sabía lo bestias que son y las cosas que han llegado a hacer en este país, los combatía con una sonrisa armada con una pulla.

Pepe ya no volverá a los teatros, ni a los centros cívicos ni a la televisión. Se ha muerto hoy. Sospecho que el irse en esta fecha, en la que en Galicia se vota con la posibilidad bastante real de que el PP vuelva a gobernar la comunidad autónoma, ha sido un cierto corte de mangas suyo a toda esa gentuza. Meteros Galicia por el culo y dejadme en paz, so mamones, parece haberles dicho.

Al menos, a ése gallego ya no van a gobernarlo caciques, corruptos, narcos, cuervos y toda esa pléyade de cavernícolas que integran la derecha sociológica y política más podrida de España.

jueves, 22 de noviembre de 2007

Fernando Fernán Gómez, el último cómico

La profesión de cómico –es decir, de actor teatral dicho a la antigua usanza-, ha gozado siempre de un prestigio siniestro entre los elementos reaccionarios de nuestro país. Prueba de ello es que hasta entrado el siglo XX los cómicos no podían ser enterrados "en sagrado", al ser considerados gente de vida licenciosa y por lo común sostenedores de ideas disolventes para el orden social establecido.

En ese sentido Fernán Gómez ha sido un cómico arquetípico, además de un actor, director, guionista y escritor de enorme talla. Durante más de medio siglo el teatro y el cine españoles han gozado de su creatividad y solvencia, y sobre todo de ese talante –como se dice ahora- que Fernando dejó impreso en su obra, impregnada por entero con el fuerte espíritu lúcido y crítico de su autor. Al cabo, y por encima de todas las cosas, Fernando Fernán Gómez ha sido un sólido intelectual, cuyas historias representadas o contadas han hablado siempre, y en en ocasiones con crudeza, de la realidad social española.

Entre el joven espigado y pelirrojo que en los años cuarenta debutó en el cine, haciendo de novio frescales pero con buen corazón en aquellas películas tontorronas que se rodaban durante el primer franquismo, y el anciano que se despidió de las pantallas con su maravillosa composición en "El abuelo", retrato preciso del crepúsculo de toda una clase social –la aristocracia rural norteña-, Fernán Gómez interpretó todo tipo de personajes y a todos se entregó con honestidad insuflándoles vida y veracidad. Nunca rechazó una propuesta de trabajo, porque humildemente consideraba que él no era quién para rechazar nada; a todo papel que representó supo sacarle jugo e interés, en ocasiones incluso por encima de las posibilidades del guión.

Ya en los años cincuenta comenzó a dirigir, tomando el control completo de sus realizaciones. Así, el cine y el teatro dirigidos por Fernán Gómez tuvieron siempre un sello especial, analítico y crítico sin catecismos ni envaramientos. Nadie como Fernán Gómez ha narrado la vivencia de la guerra civil por quienes quizá más directamente la sufrieron, las clases populares urbanas. En ésa extraordinaria pieza teatral que es "Las bicicletas son para el verano", que luego llevó al cine Jaime Chávarri con acierto y buen elenco de actores, se dibuja con emoción auténtica, sin concesiones sensibleras ni discursos mitineros, la historia de una familia cualquiera en un Madrid al que el cerco fascista convirtió a su pesar en "capital de la gloria".

Rojo impenitente y a la vieja usanza, sus amigos fueron gente de farándula y convicciones de izquierda. Con Adolfo Marsillach y Alfonso Guerra, caracteres por lo demás muy similares al suyo, formó un trío que sólo la muerte pudo disolver. Durante muchos años, por lo demás, le han acompañado el cariño, los cuidados y la discreción de Emma Cohen.

Personalmente siempre recordaré a Fernando Fernán Gómez por su papel en "El amor del capitán Brando", donde interpretaba a un republicano exiliado que retornaba, cincuentón y cansado, a su pueblo castellano, y donde se iba a la cama nada menos que con la Ana Belén de los sueños adolescentes de tantos de nosotros.

Para la historia de la coherencia personal e intelectual, en fin, quedará su último gesto, cuando ya viejo y enfermo y sin siquiera poder hablar presidió en silla de ruedas la lectura del manifiesto contra la guerra de Irak, en el centro de aquella tribuna repleta tras la macromanifestación madrileña que mostró al mundo el sentimiento del pueblo español contra el aventurerismo imperialista de Bush y Aznar.

Fernando Fernán Gómez, de oficio cómico, el mejor durante mucho tiempo y acaso el último, que descanses en paz.