jueves, 26 de marzo de 2009

José Agustín Goytisolo en el recuerdo


Se cumplen diez años del fallecimiento de José Agustín Goytisolo, poeta fundamental de la generación de los cincuenta, intelectual comprometido y hombre llano y nada poseído por su condición de personaje público.

José Agustín Goytisolo, nació y creció en el seno de una familia barcelonesa marcada por la tragedia que fue para las clases populares la guerra llamada civil. Su madre murió durante uno de aquellos salvajes bombardeos italianos de Barcelona en la primavera de 1938; durante cuatro días, la familia vivió con la angustia de no saber qué había sido de ella. Hechos como éste y una juventud rebelde vivida durante la larga posguerra, hicieron de los hermanos Goytisolo gente de letras comprometida con su tiempo y la lucha antifranquista. José Agustín compartió generación literaria con nombres como Blas de Otero, Gabriel Celaya y Carlos Barral, el núcleo mismo de la "poesía social" que conjugó estética y compromiso en el esfuerzo por barrer de España aquella dictadura criminal y estúpida que padecíamos. El salto a la fama de José Agustín se produjo gracias al cantautor Paco Ibáñez, quien incluyó dos de sus poemas más célebres, "palabras para Julia" y "El lobito bueno", en su mítico disco grabado en directo en el Olimpia de París (1969), acto que se constituyó en un verdadero referente del antifranquismo cultural y cuyo eco ha traspasado décadas e incluso regímenes políticos.

En la poesía de José Agustín hay compromiso desde luego, pero también humanismo y ternura, y un sentido del humor irónico y suave. Los versos dedicados a su hija Julia, que tantas veces hemos recitado de memoria quienes vivimos por entero o en parte nuestra juventud durante y contra el franquismo, siguen teniendo hoy una validez estremecedora: "tú no puedes volver atrás, porque la vida ya te empuja con un aullido interminable".

Un día de hace ahora diez años José Agustín se fue para siempre como consecuencia de un trágico accidente doméstico (dejémoslo así). Antes había dejado multitud de anécdotas, algunas ligadas al excesivo consumo de alcohol que fue el azote de su generación literaria. Militante socialista de años, una mañana amaneció durmiendo la curda en el sofá del despacho de un muy alto dirigente del PSC, en la sede de la calle Nicaragua, donde se había colado sin que nadie se diera cuenta. Y es que José Agustín era así, sencillo y corriente: si tenía sueño dormía, si tenía sed bebía, si tenía ira escribía poemas, si tenía amor escribía poemas aún más bellos.

En la fotografía, tomada en 1959, aparecen de izquierda a derecha, Gabriel Celaya, Blas de Otero, Asunción Carandell, Carlos Barral y José Agustín Goytisolo.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

A Goytisolo yo lo conocí a través de Carmen Martín Gaite. Yo entonces "salia" con Chicho Sanchez Ferlosio, hermano como sabes de Rafael. Carmiña estaba casada, aunque luego se separó, con Rafael. Los dos, o los tres grandes amigos mios.

Era un tiempo en el que nos reuniamos en el café Gijón. Lo poco que se, lo aprendí escuchándoles a ellos. Gente muy interesante, grandes escritores, poetas de gran sensibilidad.

Ahora solo queda Rafael, al que veo con frecuencia. Está casado con otra gran amiga mia y de mi edad, ya que éramos bastante mas jóvenes, incluido Chicho, que el resto.

Es una pena que desaparezcan personas tan maravillosas. Yo después de la muerte de Chicho, Carmiña etc. me he quedado bastante desconsolada. Les echo muchísimo de menos.

Marian

Anónimo dijo...

A Carmen Martín Gaite, como sabrás pusieron una calle con su nombre en Madrid, que ironias del destino, fué donde se suicidarón los terroristas del 11 M.
Carmiña murió ya hace muchos años, aunque pocos para mi. Y Chicho me parece que fué ayer, aunque ya hace tambien algun tiempo. Personas que no olvidaré mientras viva.

Marian

Joaquim dijo...

Caramba Marian, no sabía que conocías a tanta gente interesante.

A José Agustín le vi alguna vez en actos políticos al principio de la transición, siempre con un cigarrillo colgado en los labios y cara de haber dormido poco. Eran otros tiempos.