En posts anteriores he escrito acerca de Donato Navarro Mairal, mi bisabuelo materno, que sirvió como soldado español en la guerra de Independencia de las Filipinas, y fue luego prisionero de los tagalos durante casi año y medio. En alguno de ellos he hablado de una fotografía en la que aparece mi bisabuelo de uniforme junto a un grupo de compañeros. La foto fue tomada en Fotografía La Paz, un estudio situado entonces en la calle Nueva, número 32, de la ciudad de Manila, concretamente en el barrio de San Nicolás de Binondo, conocido como "Chinatown".
Cuando año y pico antes del viaje de vuelta al mundo que realicé en 2007 comencé a diseñar el itinerario que iba a seguir, ya pensaba recalar en Manila durante unos días. Pero fue precisamente el descubrimiento de la existencia de Donato y de su aventura filipina lo que hizo aumentar mi interés por la ciudad, y enfocar los días que pasé en ella en la visita de los escenarios que un siglo atrás recorriera mi bisabuelo en aquel lugar, situado a 11.000 km de su casa.
Así fue como conocí el barrio de Intramuros, el viejo y hoy casi en ruinas barrio colonial español de Manila. Y también el pintoresco barrio de Binondo, que hoy como en las postrimerías del siglo XIX sigue siendo "el Barrio Chino" de la ciudad, poblado de toda clase de comercios regentados por chinos, aunque en los últimos años se hayan ido levantando en él modernos edificios de oficinas, que han comido espacio a las viejas casas bajas características del barrio. Muchos años antes de la llegada de empresas extranjeras, la Segunda Guerra Mundial y la brutal destrucción de Manila que llevó a cabo el ejército norteamericano de McArthur, dejaron una fuerte huella en Binondo en forma de calles y edificios destruidos.
Sin embargo, la estructura de la trama urbana permanece intacta. Hoy como ayer, la puerta de acceso a Binondo, su vía principal y a la vez eje comercial, sigue siendo la calle Nueva, llamada desde hace algunos años calle de Quintín Paredes. Esta vía nace en el puente de España (Jones Bridge, en el callejero moderno), un airoso ejemplo de arquitectura civil española del siglo XIX, que une la puerta de Isabel II, en Intramuros, con el arranque de la calle Nueva (hoy Quintín Paredes, como decía) de Binondo a través del río Pasig.
Viniendo pues de Jones Bridge, a mano derecha, y contando las manzanas, islas o cuadras de casas, organizadas de diez en diez números, pude situar aproximadamente el número 32, el número que correspondería al edificio de Fotografía la Paz, en el solar donde hoy se levanta un restaurante de comida rápida de una cadena autóctona muy popular en Filipinas. Para ello antes tuve que asegurarme de que aquella calle, Quintín Paredes, era efectivamente la calle Nueva. Aunque mi plano de Manila de 1898 encajaba perfectamente con el callejero moderno de la Manila histórica, me acerqué hasta un edificio oficial que había en una esquina para preguntar si efectivamente se trataba de la misma calle. Junto a la puerta estaba sentado un joven policía charlando con tres o cuatro mujeres mayores, todos sentados en sillitas bajas a la sombra. Le pregunté al policía dónde quedaba la calle Nueva y si ésta correspondía con Quintín Paredes según se deducía de mis planos. Al tipo el nombre de calle Nueva no le decía nada. Cuando comenzaba a pensar que no lograría confirmación verbal, una de las mujeres del grupo, una anciana, metió baza en la conversación y me aseguró que efectivamente, aquella que discurría junto a nosotros era la antigua "Calle Nueva", y que cuando ella era niña, años después de la independencia filipina, la gente adulta aún seguía llamándola así.
Un poco más arriba del chaflán donde conseguí esa para mí valiosa confirmación, un arco de estilo chino y construcción relativamente reciente celebra la amistad chinofilipina. Detrás de él se abre un mundo que resulta extraño e inquietante aún hoy para un occidental viajado; cuánto más para el muchacho que en 1898 caminó esta calle vestido con su uniforme nuevo, para hacerse una fotografía con un grupo de compañeros en un fotoestudio de la calle Nueva.
2 comentarios:
Comprendo tu emoción al estar en el mismo sitio donde tu bisabuelo cuando era joven, vivió un tiempo todavia agradable para él, en compañia de otros españoles que seguramente estaban muy unidos debido a la lejania de su pais.
Marian
Lo más curioso era ver la cara de los filipinos cuando les hablaba de estas cosas: alucinaban. A todos les sonaba a un pasado remotísimo, alguno incluso desconocía que hubiera habido presencia española en Filipinas antes de que llegaran los norteamericanos.
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