Hace apenas unos días, Bodegas Torres ha abierto una vinoteca gastronómica en pleno paseo de Gràcia de Barcelona (muy cerca de la Pedrera gaudiniana, para que se sitúen mejor). Esta tarde, después de haber estado de compras en la Casa del Libro, que queda prácticamente al lado, me he metido en la vinoteca a ver que tal. Y la verdad, la cosa me ha gustado.
De entrada, el local está decorado con gusto, en plan cava (bodega subterránea antigua), con paredes de ladrillo y mobiliario en madera de pino claro. Todo limpio, sencillo y elegante, incluidos los uniformes de los camareros, de riguroso negro y con delantales en color burdeos.
El local tiene niveles diferentes, y casi todo son barras aunque parece que al fondo de todo se ha habilitado un espacio pequeño con mesas para cenar. Sirven copas de vinos de Torres y medias raciones y raciones completas de cositas que ayudan a pasar el vino. El repertorio del pequeño comedor va de cocina mediterránea, sin inventos: platos sólidos, de la tierra.
Tomé dos copas en la barra. Primero un vino chileno blanco: un Santa Digna Chardonnay (3'5 euros la copa), interesante para abrir boca. Luego, un verdadero descubrimiento, un tinto catalán: Terrasola Tempranillo (3'5 euros copa), un vino genial, aterciopelado, carnoso y potente, pero equilibrado y fino, exquisito. Acompañé con una media ración de papas en rodajas con atún rojo, pimiento casi dulce y algunas olivas con hueso (5 euros). Doce eurazos en total, pero bien invertidos.
El ambiente es agradable. Entre la clientela además del elemento local había turistas, pero no turisteo. Franceses, argentinos y algún centroeuropeo con pinta de entender de qué iba la cosa: gente pues que conoce el vino y lo ama (por supuesto ni un solo british, esos están abrevando cerveza en pubs irlandeses de pega en los alrededores de La Rambla).
Las paredes están forradas con botellas, agrupadas según marca, añada, etc, y cada grupo con la indicación del precio y un cartelito explicando su vida y milagros. Si le apetece una, la paga y se la lleva para casa. En una ojeada rápida he visto precios para todos los bolsillos, desde 6 ó 7 euros la botella mínimo hasta alrededor de 100 máximo.
En fin, que si pasan por Barcelona, paren un ratico en la vinoteca Torres. De verdad que merece la pena.
De entrada, el local está decorado con gusto, en plan cava (bodega subterránea antigua), con paredes de ladrillo y mobiliario en madera de pino claro. Todo limpio, sencillo y elegante, incluidos los uniformes de los camareros, de riguroso negro y con delantales en color burdeos.
El local tiene niveles diferentes, y casi todo son barras aunque parece que al fondo de todo se ha habilitado un espacio pequeño con mesas para cenar. Sirven copas de vinos de Torres y medias raciones y raciones completas de cositas que ayudan a pasar el vino. El repertorio del pequeño comedor va de cocina mediterránea, sin inventos: platos sólidos, de la tierra.
Tomé dos copas en la barra. Primero un vino chileno blanco: un Santa Digna Chardonnay (3'5 euros la copa), interesante para abrir boca. Luego, un verdadero descubrimiento, un tinto catalán: Terrasola Tempranillo (3'5 euros copa), un vino genial, aterciopelado, carnoso y potente, pero equilibrado y fino, exquisito. Acompañé con una media ración de papas en rodajas con atún rojo, pimiento casi dulce y algunas olivas con hueso (5 euros). Doce eurazos en total, pero bien invertidos.
El ambiente es agradable. Entre la clientela además del elemento local había turistas, pero no turisteo. Franceses, argentinos y algún centroeuropeo con pinta de entender de qué iba la cosa: gente pues que conoce el vino y lo ama (por supuesto ni un solo british, esos están abrevando cerveza en pubs irlandeses de pega en los alrededores de La Rambla).
Las paredes están forradas con botellas, agrupadas según marca, añada, etc, y cada grupo con la indicación del precio y un cartelito explicando su vida y milagros. Si le apetece una, la paga y se la lleva para casa. En una ojeada rápida he visto precios para todos los bolsillos, desde 6 ó 7 euros la botella mínimo hasta alrededor de 100 máximo.
En fin, que si pasan por Barcelona, paren un ratico en la vinoteca Torres. De verdad que merece la pena.
3 comentarios:
Como os descubris los ricos, dos copas y un aperitivo 2.000 pelas y te parece barato.
Bueno, que disfrutes de ello.
Por cierto el tinto de Torres es uno de mis vinos preferidos desde hace años, tomo Torres o Marqués de Riscal.
Un abrazo
Chica, Barcelona es una de las ciudades más caras del mundo, hasta llegar a precios de verdadero disparate. Contando que en una terraza de la Rambla te pueden cobrar 4 ó 5 euros por una caña de cerveza, lo que pagué ayer en la vinoteca de Torres me pareció bastante razonable tratándose de un lugar en el que ofrecen vinos de calidad y que además está situado en pleno paseo de Gràcia, el bulevard más ultraburgués de mi ciudad.
Respecto al Marqués de Riscal, hace un montón de años que es uno de los tintos fijos que compro por Navidad. Y tampoco es que sea un vino baratito ¿eh?.
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