Leo en un foro socialista duras críticas a que supuestamente la campaña actual del PSOE vive sólo de la confrontación con los obispos. Ojalá un partido de la izquierda gobernante realmente "viviera de los obispos"; significaría que de algún modo estaría en lucha contra los representantes de la alienación ideológicapor excelencia en España. Por desgracia no es así, y si los obispos se ponen tan chulos es precisamente porque saben que enfrente no se les va a oponer nadie, ni sus intereses van a resultar perjudicados a corto y medio plazo. Basta leer los dulces comunicados de respuesta emanados por la dirección del PSOE o interpretar el sorprendente silencio de IU (más allá de las cuatro frases de rigor de Llamazares), para darse cuenta de esto.
Ocurre que la izquierda española sigue empeñada en ocupar el "centro", es decir, el espacio de la derecha moderada, la que integran las nuevas clases medias emergentes: urbanas, educadas, mileuristas... Estas gentes son moderadamente "progresistas", pero en modo alguno socialistas y ya ni siquiera socialdemócratas. En correlación, en la dirección de los partidos de izquierda apenas quedan ya socialdemócratas no digo ya socialistas, y sí hay cada vez más social-liberales y liberales a secas.
Sin embargo la base social de la izquierda, la que le saca las castañas del fuego a los partidos en las elecciones y a la que se apela cuando, como en el momento presente, se siente que la derecha cavernícola anda cerca de ganar, esa base social sigue estando formada por las clases populares y trabajadoras, y éstas juntas forman la mayoría de la masa ciudadana. La falta de sintonía pues entre la realidad social del país, sus necesidades y aspiraciones, y la idea que de ella tienen en la cabeza los políticos profesionales de izquierdas y quienes a través de los mecanismos de cooptación interna aspiran a serlo, no puede ser mayor.
Fíjense en esta misma campaña, planteada inicialmente por los ¿estrategas? de Ferraz como un guiño continuo a esas nuevas clases medias, objeto de la llamada "política social" del Gobierno durante toda la legislatura. Al ver la marcha de las encuestas, sin embargo, han tenido que recurrir aprisa y corriendo a los viejos lemas de la izquierda (antifranquismo, laicismo, lucha por la igualdad, etc), luego de haberlos tenido arrumbados desde el 14-M. Pura retórica para atraer desencantados de izquierdas, que sin embargo funcionará. Al final, probablemente la responsabilidad y la conciencia de muchos -eso que llaman "voto útil"- salvará una vez más la situación; pero alguien se está dejando a girones la credibilidad política y personal, y puede que un día no lejano se le acabe el saldo.
Para ganar elecciones la izquierda política necesita desesperadamente el apoyo de la izquierda social, cuyos intereses abandona en cuanto alcanza el poder. Porque la verdadera política social no son los cheques-bebé, ni el retorno indiscriminado y lineal de los 400 euros, ni las subvenciones a jóvenes para que se entrampen alquilando pisos: la verdadera política social es la que transforma la sociedad y la va acercando al ideal socialista, y eso sólo se logra interviniendo en la política económica con planteamientos verdaderamente de izquierdas: por ejemplo, que paguen más impuestos los que más ingresan, en vez de eliminar o rebajar substancialmente los que les afectan. O acabando de una vez con esa vergüenza de rango mundial, que es el que año tras año el promedio de ingresos anual declarados ante Hacienda por los empresarios resulte ser inferior al que declaran los asalariados, aquellos que por un sueldo cada vez más recortado generan las plusvalías crecientes que se embolsan precisamente sus empleadores. Acabar con esas situaciones sí es hacer política social; lo demás (matrimonios gays, natalismo, promoción de "la mujer" en abstracto, etc) es simplemente, propiciar la extensión de derechos; modifica y embellece la epidermis, pero no cambia nada en la substancia del sistema.
3 comentarios:
¡Fantástico!. Totalmente de acuerdo.
Muy bien dicho. Es todo lo que yo pienso.
Les tenemos que votar sin ni pizca de ganas o dejar que venga la cavernícola derecha.
Y no tenemos alternativa.
Desgraciadamente no hay alternativa, así que habrá que hacer de tripas corazón una vez más...
Si hay alternativa. Se llama IU. Es un toque de atención al psoe: "ojo, que os queremos más a la izquierda".
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