Francisco Daldes, un gaditano de 39 años, ha ingresado en la cárcel porque en 1999 robó un belén en el centro histórico de Cádiz. No es un chiste: Fracisco Daldes fue juzgado y condenado en 2004 a dos años de cárcel y a pagar 4.651 euros por ése delito.
Cuando cometió ese robo que ahora le lleva a la cárcel, Daldes tenía múltiples antecendentes y era toxicómano; el chivo expiatorio perfecto para los voceros de la "mano dura". Hoy es un obrero de la construcción rehabilitado y con una familia a la que mantener, con mujer y dos hijos que dependen exclusivamente de su sueldo.
Casi de modo simultáneo a que se haya hecho pública la situación de este ciudadano, el Tribunal Constitucional acaba de absolver a los conocidos empresarios/estafadores Alberto Cortina y Alberto Alcocer, más conocidos como Los Albertos, a pesar de las evidencias existentes en su contra, por las cuales fueron condenados por el Tribunal Supremo. Como será el caso, que el fiscal general del Estado, Cándido Conde-Pumpido, ha declarado que el fiscal "siempre tiene que estar al lado de los estafados y no de los estafadores, salvaguardando los derechos constitucionales de todos", luego de haber manifestado su discrepancia "total, radical y absoluta" de la resolución dictada por el Tribunal Constitucional, ya que "permite a los estafadores quedarse con el dinero de la estafa".
Parece pues que las más altas instancias judiciales manejan en este país dos varas de medir, según sea la condición social del inculpado. Pura justicia de clase, y evidentemente dos clases de justicia: una para la gente corriente, a la que no se le perdona una tontería cometida hace años aunque ahora sea un ciudadano perfectamente integrado socialmente; la otra, para los miembros de las élites económicas que a pesar de contar con un historial delictivo continuado que ya se cuenta por décadas, manejan el dinero suficiente como para convertirse en intocables.
Esperemos que la intervención del Estado vía fiscalía general sirva en esta ocasión para restablecer la sensatez y la ética en ése pudridero clasista que es el ámbito judicial español. Y sobre todo que dejen en paz a Francisco, un ciudadano que bastante tiene con sacar a su familia adelante.
3 comentarios:
Si es vergonzoso.
El gaditano al que te refieres ni siquiera robó un belen, sino una figura del belén. Pero para la iglesia y la repugnante justicia a este pobre hombre hay que castigarle y a los grandes estafadores no. Lo cual es bastante lógico si se tiene en cuenta el viejo y certero refran de "dios los cria y ellos se juntan". El parecido de estafadores, iglesia y justicia, es tan grande que no pueden por menos de encubrirse.
Efectivamente, por eso en España hay diferentes clases de justicia. Todo depende de la clase social a la que pertenezca quien se ve ante quienes dicen servir a la Justicia con mayúscula.
La Justicia debe ser igual para todos.
La justicia de por si es "justa" lo que la hace injusta es la mala aplicacion de esta por parte de personas que tiemblan ante el poder de los que tienen dinero.
Esto debe cambiar.
Publicar un comentario