Aún no se han cumplido ni 24 horas de la detención de Isabel Pantoja, y Miguel Arias Cañete (PP) ya ha esculpido verbalmente una frase para la historia: "¿En qué país estamos con De Juana de paseo mientras se detiene a tonadilleras como si fueran terroristas?". Luego calificó la detención de la cantante como una "cortina de humo".
Sin embargo, los delitos que se le imputan a Isabel Pantoja no son cualquier cosa: blanqueo de dinero y estafa a Hacienda. Su detención se ha producido en el marco de la Operación Malaya, la batida contra la corrupción marbellí.
En esa actuación contra las mafias que han podrido la Costa del Sol (tardía actuación; aunque más vale tarde que nunca) ha caído, entre otros chorizos de fuste (presuntos chorizos, faltaría más) el señor Julián Muñoz, ex alcalde de Marbella y ex mano derecha de Jesús Gil, el famoso gánster madrileño ya fallecido. Muñoz es además, consorte y a lo que parece tras la detención, presunto socio-compinche de la Pantoja.
Naturalmente, al señor Arias Cañete los delitos económicos le parecen una minucia. Faltaría más. A quién le preocupan los pelotazos, las comisiones, la defraudación a Hacienda, el blanqueo de dinero negro, el lavado a plena luz de los beneficios que generan el tráfico de drogas, la prostitución y el tráfico de armas...Todo eso son minucias. Que de Juana Chaos pasee vigilado por el parking del hospital donde sigue detenido o que eche un polvo con su novia en la habitación que ocupa, eso sí que es importante. Rostro de cemento marbellí, es lo que tiene Miguel Arias Cañete.
Eso sí, motivos tiene el señor Arias Cañete para desviar balones fuera. De creer a policías, jueces, fiscales y a algunos "arrepentidos", una legión de alcaldes, concejales, parlamentarios y simples afiliados del Partido Popular viven chapoteando alegremente en la ciénaga de la corrupción. Las decenas de casos de corrupción inmobiliaria que al rebufo de la Operación Malaya van aflorando y explotando en los últimos meses como una guirnalda de asquerosos fuegos artificiales, y en los que una y otra vez aparecen las siglas del PP tras cargos públicos y empresarios implicados, no son más que la punta de un iceberg que hasta fecha reciente ha navegado espléndidamente y en la más absoluta impunidad los mares del dinero fácil. Se les ha acabado el chollo, parece, y están asustados. Es por eso que pasean a De Juana por las portadas de la prensa-basura, una vez que el discurrir del juicio del 11-M les ha abrasado la murga conspiranoica que tejieron alrededor de los atentados de Madrid.
En cuanto a Arias Cañete, habrá que refrescar la memoria acerca de quién es este caballero. Por si no lo recuerdan, el señor Arias Cañete era- y probablemente seguirá siéndolo- el mayor fabricante de piensos para el engorde de ganado de España, lo cual no fue obstáculo, tal vez al contrario, para que el inefable José María Aznar le nombrara en su momento ministro de Agricultura, Ganadería y Pesca. Ya ministro, a Arias Cañete le tocó pechar con escándalos tan sonoros como la crisis de las "vacas locas", durante la cual tuvo que consumir ante camáras y flashes montones de pepitos de lomo, mientras a su lado Aznar miraba para otra parte y rechazaba por igual los bocadillos y el dar explicaciones sobre cómo se había llegado a aquella situación, en la que mucho tenía que ver la mierda que se daba de comer a las vacas en forma de piensos compuestos. ¿Lo van pillando?.
Pero el mayor muladar en el que anduvo Arias Cañete fue el caso del fraude a las subvenciones europeas para el cultivo del lino, donde le tocó echar toneladas de tierra sobre aquel gigantesco timo que, a pesar de su diligencia, se llevó por delante la carrera política de su antecesora en el ministerio, Loyola de Palacio –a la que Aznar quitó rápidamente de la circulación, enviándola a ese cementerio de elefantes que es el Parlamento Europeo-, y a altos cargos relacionados con Loyo-lina, como se empezó a conocer popularmente a la ex ministra: Nicolás López de Coca, director del Fondo Español de Garantía Agraria (FEGA), Gonzalo Ruiz Paz, director financiero de la empresa pública Mercasa, implicados directa o indirectamente en el negocio, y Carlos Moro, delegado del Gobierno en Castilla-La Mancha, que se vio salpicado directamente por el asunto.
Arias Cañete ha ejercido luego intermitentemente como portavoz del PP en asuntos donde ni siquiera Zaplana se atrevía a entrar. La desenvoltura de este individuo, su cinismo, le auguran una larga carrera en el PP, si algún fiscal no se le cruza antes por el camino. La Pantoja, mientras tanto, debe andar rumiando nuevas canciones raciales en su forzado retiro; seguro que de todo esto saca un disco superventas.
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