Mostrando entradas con la etiqueta piratería. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta piratería. Mostrar todas las entradas

miércoles, 25 de enero de 2012

EEUU asalta Internet



El reciente cierre ordenado por el FBI de un megaportal de descargas y alojamiento de contenidos, amenaza con provocar una crisis sin precedentes en Internet. Y es que el caso muestra en toda su verdadera dimensión lo que realmente está en juego en esta pelea.

Desde EEUU y la red mundial de medios de comunicación de masas al servicio gratificado de sus intereses se justifica este ataque en el carácter pirata del megaportal, instrumento cibernético mediante el cual sus propietarios se estarían lucrando con la descarga de música y películas efectuada a través suyo por clientes de pago. El jefe del galeón pirata sería un alemán residente en Nueva Zelanda, y entre sus socios hay al parecer varios europeos occidentales e incluso un eslovaco (o esloveno, que en cuestión de estas mininacionalidades un servidor se pierde, y eso que durante el bachillerato no tenía rival en conocimientos de Geografía política).

El acoso y derribo del megapirata lo ha llevado a cabo como decía  el FBI a impulso y beneficio de las honorables compañías Universal y Sony, radicadas en EEUU aunque el diablo sabe a quién pertenece actualmente su capital. En todo caso, se trata de dos destacados  miembros del oligopolio que controla las industrias del entretenimiento a escala planetaria. El caso se ha publicitado con intenso masaje informativo en los "mass media" del mundo mundial presuntamente serios: en los informativos televisivos por ejemplo, nos hemos hartado de ver como una grúa de la policía se lleva requisado un Cadillac rosa que saca de la descomunal mansión en la que según dicen reside el pirata en jefe detenido, un gordo con pinta de hooligan especialmente estúpido al que en otras imágenes vemos bebiendo cerveza desparramado en un asiento de su avioneta particular. Ya se sabe que en los manuales policiales al uso figura en letras de oro aquello de que los malos además de serlo, han de parecerlo: recuerden aquellos etarras despeinados y sin afeitar cuyas fotos salían en la tele española del franquismo y la transición. 

El caso es que la detención de los piratas plantea muchos interrogantes. Examinemos los principales.

Para empezar, mucha gente guardaba contenidos perfectamente legales en la "nube" cuyo espacio alquilaba el megaportal a particulares, y ahora ha perdido sin remedio esa información. En algún sitio he visto y oído a una chica española quejándose de que su tesis doctoral se ha evaporado, gracias a la brillante acción policial. Ya saben: "daños colaterales inevitables", en la terminología de los que ordenan los bombardeos sobre la población civil en Irak o Afganistán. 

Una segunda cuestión hace referencia a la legalidad del cierre del megaportal: ¿hay una orden judicial que lo ampare? Es posible incluso que exista, pero de momento nadie se ha molestado siquiera en decir que la tiene. Y es que los asaltos policiales en Internet suelen ser por el método de la patada en la puerta y además salen gratis, al contrario de lo que sucede con otras comunicaciones como la telefonía o el correo postal.

El tercer reparo tiene todavía más calado. La liquidación del megaportal pirata se ha hecho siguiendo las leyes norteamericanas. ¿Y quién son los EEUU para imponer sus leyes en una red global como Internet? ¿Desde cuándo se les ha transferido legalmente a los norteamericanos la soberanía en las cibercomunicaciones mundiales, para que puedan cerrar sitios y ordenen detenciones a su antojo fuera de su país cuando les plazca? Hace unos años estuve a punto de darme de alta como cliente de un portal legal de matriz europea, cuyas condiciones de contratación advertían que cualquier conflicto entre el contratante y la empresa propietaria se resolvería "según las leyes y ante los tribunales del Estado de Virginia". Naturalmente no me di de alta, más que nada porque un servidor es ciudadano  de la Unión Europea con pasaporte del Reino de España, y por tanto estoy en condiciones legales de pasarme por el arco del triunfo las leyes del Estado de Virginia, la Declaración de Independencia de los EEUU y la Oración del Día de Acción de Gracias. ¡Hasta ahí podríamos llegar!.

Y es que una vez más, y como en los casos del director de cine Roman Polanski y el ciberactivista Julian Assange, los poderes oscuros norteamericanos -que todos sabemos claramente quíenes son y a qué intereses responden-, no se conforman con actuar a su antojo a lo largo y ancho del mundo, además pretenden encarnar en él "la Ley" con mayúscula. Recuerden cuando hace dos o tres años hubo cierto escándalo internacional al descubrirse que la CIA efectuaba "vuelos secretos" en los que transportaba a Guantánamo a personas secuestradas por sus agentes en todo el mundo, haciendo escala en bases asimismo secretas situadas sin embargo en nada secretos países europeos previa autorización de Gobiernos muy conocidos, como el del "progresista" Zapatero.

A procederes como los relatados se les llamaba años ha, "intervenciones imperialistas norteamericanas"; hoy los medios les llaman lucha contra la piratería en Internet, por ejemplo. El lenguaje y los tiempos cambian, pero la esencia del Imperio del Tío Sam, permanece.

domingo, 4 de julio de 2010

Jazztel, quita de una vez tus sucias manos de mis comunicaciones


Sábado, 3 de julio de 2010.

En contra de mis costumbres, me he conectado a Internet en la mañana de un sábado. Ni recuerdo la última vez que lo hice; quizá fue hace un par de años. Estoy conectado y navegando desde aproximadamente las 11h 30 minutos.

Suena el teléfono fijo. Miro el reloj: son las 13h y 54 minutos. Sé quién llama, naturalmente, porque casi ningún conocido me llama al fijo, y hace ya un rato que estoy esperando esa llamada que sé ha de producirse antes de que me desconecte. Diría que el 90% de llamadas que recibo en este número son suyas o de alguna de sus compinches.

Y efectivamente, resulta ser él. La voz al otro lado del hilo telefónico me llama por mi nombre y apellidos con su acento latinoamericano, su pronunciación untuosa y su soniquete falsamente cordial. Se presenta, como si fuera la primera vez que me hablara. No hace falta, como digo: ya sé que es "David" (o al menos él dice llamarse así); lo sé porque reconozco su voz, no en vano la he oído decenas de veces en el auricular de mi teléfono. Y claro, me llama una vez más para contarme las maravillas de contratar con Jazztel.

Cuelgo el auricular suavemente, sin decir nada. Un minuto después el navegador que tenía abierto deja de funcionar y se cierra el programa de chat que estaba usando. Mi conexión a Internet se ha interrumpido. "David", sea quien sea este esbirro de Jazztel, ha vuelto a hacerlo: ha vuelto a cortar mi conexión a Internet. En fin, es obvio que "David" sabe cuando me conecto (probablemente a través de un troyano en mi PC, elemento que dos antivirus distintos aún no han podido localizar), y de alguna manera puede interrumpir mi conexión a Internet vía línea telefónica cuando le place.

Hace ya no sé cuántas semanas puse este caso en conocimiento de la Asociación de Usuarios de la Comunicación. Ni siquiera me han respondido. El bloqueo de Telefónica, mi proveedor de servicio, a las llamadas provenientes de Jazztel no ha servido para nada, pues es obvio que "David" y su grupo de piratas de las comunicaciones operan desde un domicilio particular o un "call center". Estas cosas no se hacen desde el local de una empresa legalmente registrada, espero.

¿Hasta cuándo seguirá actuando impunemente esta gentuza? ¿Hasta cuándo se le permitirá a Jazztel, que alienta o finge desconocer estas prácticas, continuar operando en el mercado de las telecomunicaciones como si fuera una empresa respetable?.

miércoles, 17 de marzo de 2010

martes, 6 de octubre de 2009

De piratas vascos y pescadores somalíes

Como ya escribí en un post anterior, para piratas auténticos quienes saquean recursos ajenos sin tener siquiera una licencia de un gobierno que les autorice a pescar en sus caladeros.

La flota española y la japonesa son conocidas y temidas en todos los mares del mundo porque por donde pasan sus barcos-factoría luego no queda ni una sardina, ni un calamar, ni un delfín, ni un tiburón ni ninguna otra cosa que nade o flote. ¿De qué se quejan ahora? Los piratas somalíes son antiguos pescadores artesanales arruinados por esas fábricas de conservas de pescado flotantes que arrasan los mares. Son ellos quienes les han arrojado a su oficio actual.

Los doce atuneros vascos que saquean el Cuerno de Africa se ven obligados a arriesgar cada vez más porque han esquilmado de tal modo los caladeros del Índico, que ni Dios sabe ya qué contienen las latas de atún que luego nos venden. Como explicaba ayer Cándido Méndez en el Telediario, al pesquero Alakrana lo han capturado cuando por orden del armador había salido de la zona protegida por buques de guerra europeos, porque en esa zona ya casi no queda pescado: lo han liquidado todo. ¿Quiénes son los piratas? Obviamente los empresarios que fletan esas flotas saqueadoras y les ordenan dónde realizar las capturas, insaciables “emprendedores” que aprovechándose de la situación de un país sin Estado como es Somalia, arramban gratis con sus recursos naturales.

¿Se imaginan que flotas extranjeras con barcos del porte del Alakrana se pusieran a pescar en el mar de Alborán o en el Golfo de Vizcaya, usando los mismos procedimientos industriales de captura que utiliza la flota española hasta no dejar en el mar nada que tuviera espinas o hueso?.

Y luego está el cinismo de los políticos vascos, especialmente de los nacionalistas. Da vergüenza ajena oír a Josu Erkoreka defender en el Congreso de los Diputados a esos bandidos. ¿Por qué el PNV pone la cara con tanto empeño por los armadores vascos? No desde luego por defender los intereses de las tripulaciones, contratadas en la despreciada España (gallegos, andaluces…) y aún en el Tercer Mundo (africanos negros, marroquíes, asiáticos…). Obviamente los intereses que el PNV defiende son los de empresarios afines, esos piratas que saquean los mares del planeta, de Argentina al Índico. Y lo hacen con peticiones tan ridículas, como exigir que el Ejército español proteja los atuneros y resto de barcos de pesca embarcando en ellos infantes de Marina; sí, reclaman la presencia en sus privadísimos barcos de miembros de ése mismo Ejército al que simultáneamente exijen que abandone el territorio de EuskalHerria.

Qué vergüenza tener que convivir con esta gentuza.

En la foto que ilustra el post, un atunero español (vasco) navega en aguas cercanas a Somalia escoltado por un barco de guerra europeo. Obsérvese el similar porte y parecido tonelaje entre las dos naves.


lunes, 11 de mayo de 2009

No a un Guantanamito en la Armada española


El buque de guerra español "Marqués de la Ensenada" navega por aguas próximas al continente africano llevando a bordo a 14 piratas somalíes, capturados en dos acciones llevadas a cabo en aguas internacionales del Golfo de Adén la semana pasada. Nadie sabe qué hacer con estos hombres, desde el momento en que el juez español Fernando Andreu ha dado orden de ponerlos en libertad, como corresponde a personas detenidas ilegalmente.

Los somalíes fueron sorprendidos en sendos intentos de secuestro de barcos, o al menos eso es lo que se dice oficialmente. Al parecer todos iban armados, y uno de ellos resultó herido por disparos de soldados españoles. Ocurre que su detención tuvo lugar en aguas internacionales por soldados de un país que carece de un mandato de la ONU para ejercer la policía sobre esas aguas. Se trata pues ni más ni menos, que de un secuestro. En realidad, en este caso ni siquiera cabe alegar que se sorprendiera a los piratas en "territorio español", como sería técnicamente el caso si hubieran sido capturados a bordo de un barco español que hubieran asaltado. El lío es pues considerable, y la única razón a su favor que puede esgrimir el gobierno español y el resto de gobiernos europeos embarcados en esta aventura decimonónica, es la que facilita la pura fuerza bruta: somos los más fuertes, y tenemos el derecho de hacer lo que nos venga en gana donde queramos.

Ante la negativa judicial española a hacerse cargo de los detenidos -a procesarlos en territorio español, en suma- alguna mente brillante ministerial ha decidido que lo más práctico era desembarcar a los somalíes en Kenia, país que ha firmado un convenio con la Unión Europea para hacerse cargo de los detenidos si fuere necesario. No es difícil imaginar cual será el destino de los somalíes una vez desembarcados en un país carente de las mínimas garantías judiciales, que por lo demás si ha aceptado hacerse cargo de los detenidos no será a buen seguro gratis, ya que Kenia es uno de los países más corruptos del mundo.

Así que además de haber hecho el ridículo a nivel internacional al crear un problema para el que no tiene solución, el ministerio de Defensa español tiene en estos momentos una tremenda patata caliente entre manos: si desembarcan a los somalíes en territorio favorable a estos, habrá dado un triunfo mediático a los piratas; si los entrega a Kenia, habrá un escándalo internacional y probablemente serán asesinados; y no puede trasladarlos a España, porque se lo ha prohibido un juez de la Audiencia Nacional, quien además conmina a la Armada a liberar inmediatamente a los detenidos. Mientras, estos permanecen secuestrados a bordo de un barco de guerra español, es decir, en un limbo judicial idéntico a Guantánamo.

La Operación Atalanta, el despliegue militar europeo en aguas internacionales entre el Golfo de Adén y el Cuerno de África, se está convirtiendo en una pesadilla capaz de arruinar en pocos días toda la política de la Unión Europea de promoción de los derechos humanos fuera de sus fronteras. Aún peor, imaginen que aplicando la doctrina "internacionalista" de la Audiencia Nacional, un juez somalí o de cualquier otro país decidiera procesar al jefe de la Armada española, a la ministra de Defensa y -por qué no- al jefe del Estado español, como responsables del secuestro de catorce somalíes. El crédito español internacional en estas materias, al menos ante los países del Tercer Mundo, quedaría por los suelos.

Alguien tiene que dar las órdenes oportunas para deshacer urgentemente el Guantanamito en que se está convirtiendo el "Marqués de la Ensenada", consecuencia de un plan de intervención militar fuera de jurisdicción chapuceramente concebido y ejecutado además en el peor estilo español: improvisación, autoritarismo e irresponsabilidad. Y alguien tiene que pagar políticamente por esta monumental cagada.

jueves, 9 de abril de 2009

Piratas en Somalia


Desde hace varias décadas los barcos españoles pesqueros y mercantes son conocidos y temidos en muchos mares del mundo, y singularmente en la costa africana occidental, de Marruecos a Angola. Además de ser verdaderos depredadores de los recursos pesqueros ajenos, a menudo embarcaciones bajo bandera española se han visto envueltas en operaciones de tráfico de armas y de drogas, algo que se publica con cuentagotas en los medios españoles pero que no por ello es menos real.

Arrasar caladeros es una especialidad de las flotas pesqueras española y japonesa, pertenecientes ambas a países con elevado consumo de pescado y marisco, cuyos buques se ven obligados a buscar zonas de captura cada vez más alejadas y arriesgadas a medida que, como las plagas de langosta, van exterminando a su paso recursos pesqueros ajenos. En ese sentido, el Cuerno de África se ha convertido en los últimos años en un polo de atracción importante para los grandes barcos frigoríficos de estas dos nacionalidades, y de algunos otros países que siguen su rumbo. Pescar en ricos caladeros de países desestructurados tiene, entre otras ventajas, la de no tener que pagar ninguna clase de derechos de pesca a Estado alguno. Es así como se ha arruinado la pesca artesanal en esa zona del mundo, obligando a los pescadores locales a poner en marcha un negocio que para ellos es mucho más interesante que morirse de hambre: la piratería.

El problema de Puntland, la región del norte de Somalia que se ha convertido en la moderna Isla de Tortuga de los piratas del siglo XXI, no es tanto que el Estado somalí haya dejado de existir e impere en ella el caos y la ley del más fuerte -que también-, sino sobre todo el que la tradicional industria pesquera artesanal ha sido arruinada por la brutal competencia de los grandes buques europeos, que esquilman la pesca de un modo salvaje e irrecuperable. Por otra parte, los beneficios de la piratería riegan también generosamente otras zonas insospechadas del mundo: la intermediación en las negociaciones para la liberación de personas o mercaderías secuestradas se lleva generalmente desde prestigiosos despachos de abogados londinenses, que naturalmente cobran sustanciosas minutas sobre los rescates pactados.

Y en fin, los intereses que se amparan tras las lágrimas de cocodrilo de las grandes empresas armadoras quedaron bien patentes hace apenas unas semanas, cuando el Parlamento español votó favorablemente una moción que permite dar cobertura militar a los barcos de pesca y transporte en el área donde menudean los ataques de piratas somalíes. Esa propuesta legislativa, -impulsada por Josu Erkoreka, portavoz parlamentario del Partido Nacionalista Vasco (PNV)-, responde a la defensa de los intereses de importantes compañías marítimas vascas relacionadas con el negocio de la pesca; se votó justamente antes del comienzo de la presente temporada de capturas, en la que sólo en la especialidad de atuneros están faenando frente a las costas de Somalia nada menos que doce grandes buques frigoríficos vascos.

Aprovechando la coyuntura, diversas empresas de transporte marítimo se han acogido a la protección militar para continuar sus muy rentables tránsitos por esos mares. Es el caso de Repsol, que en estos días ha solicitado protección militar para dos petroleros que transportan crudo sacado de Irak, en lo que parece un ensayo de posteriores transportes, así como el de otra empresa española que ha logrado un multimillonario contrato para colocar cable submarino en la zona.

La protección militar a estos muy privados intereses se paga obviamente con cargo a los Presupuestos Generales del Estado, lo que no deja de ser curioso en un país como España, en el que hasta los edificios institucionales están protegidos por vigilantes pertenecientes a compañías privadas de seguridad. ¿Por qué los grandes armadores pesqueros y las compañías como Repsol o los transportistas de contenedores no se pagan seguridad privada cuando navegan por África Oriental? ¿por qué hemos de pagar entre todos sus facturas, y arriesgar la vida de nuestros soldados defendiendo sus intereses y negocios particulares?.

El abuso no es pues sólo sobre los africanos y sus recursos naturales sino también sobre los propios ciudadanos europeos, en la medida en que España ha conseguido embarcar en la defensa de la "libertad de navegación" sostenida a punta de cañón a toda la Unión Europea. Una verdadera historia de piratas ésta, sólo que en la realidad los papeles están cambiados en relación con la que suele aparecer en los medios.