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lunes, 11 de mayo de 2009

No a un Guantanamito en la Armada española


El buque de guerra español "Marqués de la Ensenada" navega por aguas próximas al continente africano llevando a bordo a 14 piratas somalíes, capturados en dos acciones llevadas a cabo en aguas internacionales del Golfo de Adén la semana pasada. Nadie sabe qué hacer con estos hombres, desde el momento en que el juez español Fernando Andreu ha dado orden de ponerlos en libertad, como corresponde a personas detenidas ilegalmente.

Los somalíes fueron sorprendidos en sendos intentos de secuestro de barcos, o al menos eso es lo que se dice oficialmente. Al parecer todos iban armados, y uno de ellos resultó herido por disparos de soldados españoles. Ocurre que su detención tuvo lugar en aguas internacionales por soldados de un país que carece de un mandato de la ONU para ejercer la policía sobre esas aguas. Se trata pues ni más ni menos, que de un secuestro. En realidad, en este caso ni siquiera cabe alegar que se sorprendiera a los piratas en "territorio español", como sería técnicamente el caso si hubieran sido capturados a bordo de un barco español que hubieran asaltado. El lío es pues considerable, y la única razón a su favor que puede esgrimir el gobierno español y el resto de gobiernos europeos embarcados en esta aventura decimonónica, es la que facilita la pura fuerza bruta: somos los más fuertes, y tenemos el derecho de hacer lo que nos venga en gana donde queramos.

Ante la negativa judicial española a hacerse cargo de los detenidos -a procesarlos en territorio español, en suma- alguna mente brillante ministerial ha decidido que lo más práctico era desembarcar a los somalíes en Kenia, país que ha firmado un convenio con la Unión Europea para hacerse cargo de los detenidos si fuere necesario. No es difícil imaginar cual será el destino de los somalíes una vez desembarcados en un país carente de las mínimas garantías judiciales, que por lo demás si ha aceptado hacerse cargo de los detenidos no será a buen seguro gratis, ya que Kenia es uno de los países más corruptos del mundo.

Así que además de haber hecho el ridículo a nivel internacional al crear un problema para el que no tiene solución, el ministerio de Defensa español tiene en estos momentos una tremenda patata caliente entre manos: si desembarcan a los somalíes en territorio favorable a estos, habrá dado un triunfo mediático a los piratas; si los entrega a Kenia, habrá un escándalo internacional y probablemente serán asesinados; y no puede trasladarlos a España, porque se lo ha prohibido un juez de la Audiencia Nacional, quien además conmina a la Armada a liberar inmediatamente a los detenidos. Mientras, estos permanecen secuestrados a bordo de un barco de guerra español, es decir, en un limbo judicial idéntico a Guantánamo.

La Operación Atalanta, el despliegue militar europeo en aguas internacionales entre el Golfo de Adén y el Cuerno de África, se está convirtiendo en una pesadilla capaz de arruinar en pocos días toda la política de la Unión Europea de promoción de los derechos humanos fuera de sus fronteras. Aún peor, imaginen que aplicando la doctrina "internacionalista" de la Audiencia Nacional, un juez somalí o de cualquier otro país decidiera procesar al jefe de la Armada española, a la ministra de Defensa y -por qué no- al jefe del Estado español, como responsables del secuestro de catorce somalíes. El crédito español internacional en estas materias, al menos ante los países del Tercer Mundo, quedaría por los suelos.

Alguien tiene que dar las órdenes oportunas para deshacer urgentemente el Guantanamito en que se está convirtiendo el "Marqués de la Ensenada", consecuencia de un plan de intervención militar fuera de jurisdicción chapuceramente concebido y ejecutado además en el peor estilo español: improvisación, autoritarismo e irresponsabilidad. Y alguien tiene que pagar políticamente por esta monumental cagada.

martes, 2 de diciembre de 2008

El gobierno Aznar colaboró activamente en las deportaciones a Guantánamo


A Aznar siempre le han gustado los "vuelos raros". Su primera gira por América Latina la realizó a bordo del jet privado de Jorge Mas Canosa -famoso empresario cubano-norteamericano financiador de conocidos terroristas anticastristas, como Luis Posada Carriles-, en el que poco antes había viajado un reputado narcotraficante afín a Mas Canosa. Más tarde, apenas tomar posesión como presidente del gobierno español, el señor Aznar acuñó aquella siniestra frase: "teníamos un problema, y lo hemos resuelto", en relación con la expulsión vía aérea de decenas de inmigrantes africanos, que luego de ser drogados fueron embarcados en un avión y presuntamente trasladados a un país africano tras sobrevolar el Atlántico... aunque nunca más se volvió a saber nada de ellos.

Ahora se destapa un escándalo de proporciones gigantescas, al documentarse que el gobierno Aznar no sólo conocía que los servicios secretos norteamericanos estaban usando aeropuertos españoles para trasladar secuestrados a Guantánamo, sino que autorizó expresamente ese uso del territorio de su país y además, maniobró para ocultar a la prensa y la opinión pública lo que sabían perfectamente era un comportamiento ilegal que vulneraba el Derecho internacional. Es decir, estamos ante la confirmación de la participación de Aznar y su gobierno en hechos delictivos probados, en los que se involucraron con plena conciencia de lo que estaban haciendo y la voluntad de hurtar su conocimiento para escapar a posibles responsabilidades posteriores.

Aquí ya no se está hablando simplemente de apoyo político y logístico a las posiciones internacionales imperialistas agresivas de la Administración Bush (encarnado gráficamente en la famosa foto de las Azores); lo que acaba de explotar es la confirmación de la participación directa del gobierno español aznarista en la trama criminal que organizó el secuestro, deportación, encarcelamiento ilegal, torturas y posibles asesinatos de personas que en unos casos eran simples combatientes en las guerras sostenidas por EEUU en Oriente Próximo y Asia Central, y en otros civiles cuya ideología no era del agrado de las autoridades norteamericanas (entre estos últimos, hay un buen puñado de ciudadanos europeos de religión musulmana). A la luz de la documentación que ha comenzado a publicar El País, en este megaGAL de alcance planetario estarían nada presuntamente metidos hasta los codos el propio Aznar como jefe de Gobierno y sus ministros Josep Piqué, de Asuntos Exteriores, y Federico Trillo, de Defensa, además de un reguero de mandos militares españoles asesorando y participando directamente en su puesta en marcha, como el vicealmirante Calvo, y desde luego miembros del aparato diplomático español, como Miguel Aguirre de Cárcer. El propio Calvo escribía entonces: “Considero [que] debe tenerse en cuenta la posibilidad de que alguna de las personas transportadas tengan nacionalidad europea y sopesar las consecuencias legales”; es decir, toda esta gente sabía perfectamente lo que estaban haciendo.

Otros nombres implicados por parte española que aparecen en la documentación ya publicada resultan aún más significativos, y dan idea del alcance de esta verdadera conspiración gubernamental para delinquir: "Miquel Nadal, secretario de Estado de Asuntos Exteriores; Javier Jiménez-Ugarte, secretario general de Política de Defensa, y Ramón Gil-Casares, director del departamento de Internacional y Seguridad del Gabinete del Presidente del Gobierno y, en consecuencia, principal consejero de José María Aznar en asuntos de política exterior" (El País 1-12-2008).

Fue así como se autorizó que decenas (cientos, quizá) de vuelos secretos llevando "trasladados forzosos" a Guantánamo usaran aeropuertos civiles e instalaciones militares en suelo español. Alguien va a tener que pagar penalmente por esto.

En la fotografía que ilustra este post, un avión de fabricación española usado por la CIA en un aeródromo de las islas Azores. (El País, 24-11-2005).

lunes, 26 de febrero de 2007

Vacaciones en Guantánamo

Desde que se supo que policías españoles sin autorización judicial y bajo órdenes directas del Gobierno Aznar, habían participado en los interrogatorios de presos de varias nacionalidades secuestrados en el "chupadero" de Guantánamo -no es difícil imaginar en qué condiciones para los presos debieron efectuarse esos interrogatorios-, uno tiene la impresión de que el procesamiento de José María Aznar por crímenes de guerra se acerca a pasos agigantados.

En los desagües de las salas donde se llevan a cabo los "hábiles interrogatorios" que tienen lugar en ese escarnio a toda garantía jurídica que es Guantánamo, han terminado por desaparecer finalmente los últimos restos de la credibilidad de Aznar, si es que todavía le quedaba alguna a quien decidió abrasarla entera en el altar del GAL a escala planetaria organizado por los neocons estadounidenses. Hasta el FBI ha manifestado estar escandalizado por lo que sus hombres han visto ahí.

Así, el perfil que se nos va revelando de José María Aznar en relación con sus amigos norteamericanos a partir de septiembre de 2001 es simplemente el de un sayón por cuenta ajena, apenas un manporrero de segunda división -él, que nos prometió "sacar a España del rincón de la Historia" para sentarla a la mesa de los más poderosos e incluso poder poner los pies encima de ella-; un meritorio de medio pelo al que se le encargaron faenas sucias y de nulo lucimiento. Qué decepción.

Ciertamente, ya sabíamos desde hace un año que los aeropuertos españoles fueron escala técnica y de descanso de decenas o tal vez centenares de vuelos de la CIA y de otras agencias estadounidenses en sus transportes de secuestrados de una cárcel secreta a otra, y que ésta no es precisamente una tarea de gran nivel, de ésas que suelen reservarse a un "aliado preferencial"; en ese cometido vicario la España de Aznar estuvo en la línea de países políticamente tan poco ejemplares como Macedonia, Rumanía, Polonia, Afganistán y Tailandia, por poner solo unos ejemplos plenamente identificados. Ahora nos enteramos de que se usaron funcionarios policiales españoles en "hábiles interrogatorios" en Guantánamo (¿alguien cree que en un limbo legal como ése, sin jueces, fiscales, defensores ni medios de comunicación a los que temer, los policías se limitan a preguntar cortésmente a los secuestrados?).

Veremos qué nuevas revelaciones nos deparará el futuro en relación a esa telaraña de terrorismo "antiterrorista". ¿Tal vez la existencia de cárceles secretas en suelo español, en bases militares norteamericanas o en dependencias plenamente españolas?.

Realmente la foto de las Azores ha salido muy cara. Un país que realizó un esfuerzo ímprobo por dejar atrás las miasmas de una dictadura rancia y criminal, y que en los años ochenta y primera mitad de los noventa logró un reconocimiento internacional que le situaba en su lugar verdadero, el de una potencia media sin contenciosos internacionales serios, insertada en Europa y bien relacionada con América Latina y con el mundo árabe, pasó a ser en menos de un lustro un verdugo por cuenta ajena embarcado en conflictos insospechados en escenarios donde carece de intereses propios. Como consecuencia lógica y colofón inevitable de esa política, la masacre terrorista del 11-M.

Hoy, un grupo de estudiantes ha recibido a Aznar en Oviedo vestidos con monos de color naranja y la cabeza metida en bolsas negras, en recuerdo de los torturados en Guantánamo. En sus pancartas llamaban a Aznar a pedir perdón por habernos metido en la aventura infecta de la guerra de Irak y cuanto ha llevado aparejada, y con ironía le invitaban a "pasar unas vacaciones en el paraíso" de Guantánamo.

Seguramente Aznar no irá nunca en persona a Guantánamo. Pero cada vez está más cerca de ir a La Haya.