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martes, 17 de mayo de 2011

El movimiento de la fotografía obrera (1926-1939)


Durante mi reciente paso por Madrid con motivo de la presentación en esa ciudad de "Un castillo en la niebla", tuve tiempo para acercarme hasta el Centro Reina Sofía y ver la exposición temporal "El movimiento de la fotografía obrera (1926-1939)". Se trata de una magnífica muestra del mejor fotoperiodismo amateur europeo de entreguerras, con la característica especial de que todos los autores eran obreros aficionados a la fotografía, que recogían en precisas y a veces brutales instantáneas las condiciones de vida de las clases trabajadoras en las sociedades del Viejo Continente entre los años del crack y el comienzo de la Segunda Guerra Mundial.

La gracia un tanto siniestra del asunto es que esta especie de acta notarial colectiva de la situación de la clase obrera europea comienza en 1926 como un gesto propagandístico de la URSS, donde de modo calculado se catapulta a las retinas del mundo una serie de fotografías acerca de la idílica (y falsificada) vida de una presunta familia obrera soviética tipo. A partir de ahí miles de fotorreporteros aficionados -al principio, la mayoría de ideología comunista estricta-, se lanzan en toda Europa a dejar constancia de las difíciles condiciones de vida de sus hermanos de clase en la Alemania de Weimar, la Francia de la III República o la España de la Guerra Civil, entre otros países. Pronto comenzaron a editarse un grupo de revistas -algunas míticas, como la francesa Regards-, en cuyas páginas vemos rostros y situaciones que nos miran desde la miseria, la desnutrición, el atraso general y sobre todo la desesperanza, apenas matizada por la adhesión entusiasta de algunos protagonistas de esas imágenes a la causa revolucionaria (impresionante el breve documental producido por la SFIO sobre el desfile de las izquierdas el 14 de julio de 1935).

El movimiento de la fotografía obrera duró poco más de una década, y murió con el estallido de la Segunda Guerra Mundial. Setenta años después sus imágenes explican con verdadera dureza por qué la construcción de una sociedad sin clases fue el objetivo ansiado por el que sacrificaron sus vidas tantos trabajadores y trabajadoras del mundo. Quien no lo entienda, que observe los rostros de los niños hambrientos, descalzos y sin infancia que nos miran desde esas fotografías tomadas en los suburbios del Berlín, París, Londres o Madrid de aquellos años tremendos.

En la fotografía que ilustra el post un grupo de niños mineros retratados en algún lugar de Europa durante el primer tercio del siglo XX.

sábado, 20 de marzo de 2010

La Ruta de la Seda, fotografiada por Pablo Strubell


La Sala de Exposiciones de la casa Golferichs de Barcelona, el viejo chalet modernista situado en la esquina entre Gran Via y Viladomat (metro Urgell), acoge una selección de 30 fotografías tomadas por Pablo Strubell durante el viaje de 8 meses que realizó por la Ruta de la Seda en 2005.

Pablo Strubell es un treintañero, economista de profesión, que habla de viajes realizados o en proyecto con una pasión mayor aún si cabe de la que emplean los jóvenes de su generación cuando comentan la Champions League. Durante años Pablo ha sido un puntal de la Sociedad Geográfica Española, y ahora se dedica a gestionar una librería madrileña especializada en viajes. Aunque, aficionado como es a los años sabáticos y a realizar largos periplos durante ellos, veremos cuánto le dura el empleo. De momento, según me comentó en la inauguración de su exposición barcelonesa, pronto emprenderá otro de sus largos viajes, esta vez por el continente sudamericano.

En cuanto a la Ruta de la Seda, se trata quizá de la mayor arteria de circulación económica y cultural que haya existido jamás. Las caravanas que partían de China y atravesaban Asia hasta rendir viaje en el Mediterráneo, portaban a lomos de camellos no sólo mercancías como la seda, el papel, la pólvora, las especias, el marfil, y joyas y metales preciosos de toda clase, sino tambien y acaso más importante para la historia de las civilizaciones humanas y singularmente de la europea, las ideas filosóficas, religiosas y políticas que contribuyeron a conformar lo que sabemos del mundo y nuestra manera de interpretarlo y vivirlo.

Entre las fotografías de Pablo hay una de la plaza de Registán, en Samarkanda, la imagen de las dos mezquitas gemelas enfrentadas, que me trajo de inmediato el recuerdo de los días de mi viaje a Uzbekistán en agosto de 1999. En una breve pero muy agradable conversación, evocamos juntos nombres míticos de ciudades como Estambul, donde por cierto me sorprendió el terremoto del 17 de agosto de 1999 camino de Taskhent, y Xian, la ciudad china desde la que partían las caravanas rumbo a Occidente. Allí, en la muralla perfectamente conservada de esa ciudad de la China central, se abre la puerta que constituía el kilómetro cero de la Ruta de la Seda y que debían atravesar los esforzados mercaderes orientales que iniciaban el camino hacia las lejanas orillas mediterráneas.

De su paso por ese mundo variopinto y enriquecedor desde el punto de vista cultural y del conocimiento humano, da cuenta Pablo Strubell en un libro que acaba de salir y que encontrarán en las librerías especializadas, como Altair o DeViaje: "¡Te odio, Marco Polo!". Dice Pablo que el título viene a resumir su relación personal de amor y odio con el famoso veneciano, a quien responsabiliza de sus aventuras y también de los sinsabores vividos durante el viaje por la Ruta de la Seda, en la medida en que Marco Polo fue su inspirador principal. En realidad, tal como narré en mi libro "Todos los blancos son feos" en el capítulo dedicado a la Ruta de la Seda, los chinos consideran a Marco Polo un grandísimo embustero que jamás puso los pies en China. Y sin embargo ahí nos tienen a Pablo y a un servidor, siguiendo sus huellas.

La imagen que ilustra el post es una de las fotografías que componen la exposición "La Ruta de la Seda", de Pablo Strubell. Se trata de un taxi colectivo que circula rumbo al mercado de Kashgar, en el Turkestán Oriental o Xinjiang (Rep. Popular China).

domingo, 11 de octubre de 2009

Robert Capa y Gerda Taro, fotografía y lucha antifascista


Gerda Taro y Robert Capa llegaron juntos a España en 1936, en los albores de la mal llamada Guerra Civil española. Gerda era una chica de origen judío, alemana de nacimiento y polaca de ascendencia. Tenía 25 años, y vivía y trabajaba como fotógrafa de prensa en París. Alli conoció a un muchacho llamado André Friedmann, un judío húngaro de 22 años sin oficio ni beneficio refugiado en Francia, al que Gerda hizo pasar por un afamado fotógrafo norteamericano para que le dieran trabajo en su agencia, inventándole un nombre que pronto se haría famoso en todo el mundo: Robert Capa.

En España Gerda Taro y Robert Capa se convirtieron en privilegiados e implacables testigos y notarios de la tragedia, y sus fotos pronto llenaron las portadas de las principales revistas ilustradas de Europa y América. Con verdadera pasión por la causa democrática y cierta ingenuidad propia de sus pocos años, los dos apátridas hicieron de la lucha republicana contra el fascismo el eje de sus jóvenes vidas. La mirada de ambos quedó plasmada en fotografías que son iconos del siglo XX (más delicadamente femeninas y atentas a la realidad cotidiana las de Gerda Taro, grandiosas y en ocasiones terribles las de Robert Capa). Formaron una curiosa pareja, en la que al parecer el amor ocupaba un lugar secundario en su relación, marcada por los acontecimientos que vivieron y por su lucha por dar a conocer la realidad de la España en guerra contra el fascismo.

Gerda murió en 1937, aplastada por un tanque durante la batalla de Brunete. Robert Capa siguió trabajando solo en España, y luego fotografió la Segunda Guerra Mundial, la guerra de China y la lucha en Indochina contra la colonización francesa, hasta morir en 1954 tras pisar una mina puesta por el Vietmin en un sendero perdido.

Recientemente El Museu Nacional d'Art de Catalunya (MNAC) ha dedicado una espléndida exposición conjunta a las obras de Robert Capa y Gerda Taro, cada uno en su propia sala independiente pero tan próximas entre sí que es inevitable observar las respectivas producciones como una unidad (de hecho, algunas fotografías que se muestran fueron tomadas al alimón por los dos desde perspectivas idénticas o muy cercanas). El contenido de la exposición se recoge en dos magníficos catálogos absolutamente imprescindibles para los amantes de la fotografía y desde luego, para quienes andamos empeñados en la reivindicación de la memoria histórica de este país. Seguramente esta doble exposición recorrerá España durante los próximos meses, así que procuren no perdérsela; visítenla sin dudar, e inviertan unos euros en adquirir los catálogos. Es un consejo que me van a agradecer.

En la imagen que ilustra el post, Gerda Taro y Robert Capa en París.

viernes, 23 de enero de 2009

Paul Strand, memoria visual de la América del siglo XX


En la Fundació Foto Colectania, de Barcelona, se exponen 75 fotografías míticas de Paul Strand, fotógrafo que retrató la historia de los EEUU en el siglo XX a través de imágenes que captan la esencia de la vida de la gente corriente enmarcada en el discurrir de los tiempos, al modo que en la pintura norteamericana hizo su contemporáneo Edward Hopper.

De las imágenes presentadas, la que ilustra este post, un grupo de trabajadores de Wall Street caminando por la calle junto a uno de esos inmensos Templos del Dinero, tomada en 1915, me parece sencillamente insuperable. Todo el peso del sistema social norteamericano se manifiesta ahí, aplastando la pequeñez de los seres humanos que vagan desvalidos a la sombra de los muros sagrados.

lunes, 27 de octubre de 2008

Pequeñas refugiadas en el Madrid heroico


Entre las 80.000 fotografías digitalizadas que el Comité Internacional de la Cruz Roja ha entregado al Ministerio de Cultura español con destino al futuro Centro Documental de la Memoria Histórica, figura en lugar de honor la imagen que ilustra este post, una foto que en pocas horas ha dado la vuelta al mundo.

En la imagen aparecen dos niñas, hermanas, llegadas al Madrid sitiado como refugiadas. Aunque van sucias y vestidas pobremente no están solas, pues se las vé amorosamente peinadas con raya y todo, y llevan pasadores puestos por una mano adulta sujetándoles el pelo. La mayor de las crías posa relajada, segura, sonriente, mientras que la pequeña busca protección tras la mayor, quizá con más miedo a la cámara del fotógrafo que a todo lo que está sucediendo en sus tiernas vidas durante esos días terribles.

¿De dónde procedían?. Quizá llegaron a Madrid desde Andalucía o Extremadura, huyendo ante el avance de las columnas de mercenarios moros y de la Legión; o tal vez venían de los mismos alrededores o los suburbios de Madrid, donde se combatía cuerpo a cuerpo. Sea como fuere, y aunque hayan pasado setenta años, basta asomarse a sus rostros infantiles para conocer a fondo las diferencias fundamentales entre los motivos por los que combatían uno y otro bando.

miércoles, 13 de febrero de 2008

Robert Capa y amigos


Entre el material fotográfico recientemente descubierto en México y perteneciente a Robert Capa, su compañera Gerda Taro y David Seymour -cientos de rollos de película, más de 3.000 imágenes-, me gusta especialmente esta fotografía tomada a primeros de noviembre de 1938 durante la ofensiva del Ebro. La instantánea obviamente, no la tomó el propio Capa.

En la foto, Robert Capa sirve champagne a los corresponsales Ernest Hemingway, de pie a la izquierda, Vincent Sheean, y Herbert Matthews, con un vaso en la mano, y al coronel de las brigadas internacionales Hans Kahle, a la derecha.

Se reúnen pues en esta foto un novelista excepcional -Hemingway-, el príncipe de los fotográfos de guerra -Capa- y el mejor cronista de guerra de todos los tiempos -Matthews, corresponsal del New York Times-; tres grandes amigos de la República Española, y tres hombres poseídos por la pasión de vivir.

Esa copa de champagne, quizá cava catalán, tomada al borde de un viñedo del campo de Tarragona, es un brindis por la vida y por las ideas que, setenta años más tarde, conserva toda su frescura y vigencia: una celebración epicúrea de la dicha de estar vivo y de saber que se pelea por la buena causa.

domingo, 14 de octubre de 2007

10.000 visitas y algunas novedades


La segunda etapa de Aventura en la Tierra ha alcanzado hoy las 10.000 visitas desde que en febrero pasado decidí volver a editar este blog. Ante todo debo agradecerles la fidelidad, especialmente a las personas que con sus comentarios y correos han venido dando soporte a esta iniciativa voluntariamente modesta y al margen de las redes blogeras, y también a quienes han enlazado artículos difundiéndolos desde medios como Izaronews, Unidad Cívica por la República y La Coctelera Reggio, entre otros sitios.

Habrán visto desde ayer algunas pequeñas novedades en la columna de la derecha. La primera, el anuncio de la aparición de "Tic-tac, cuentos y poemas contra el tiempo", una antología que acaba de editar Ediciones Atlantis en la que presenta aportaciones breves de casi una cincuentena de narradores y poetas nuevos a los que ha publicado anteriormente Atlantis, entre ellos un servidor de ustedes. Como padrinazgo y acompañamiento, la antología cuenta con aportaciones de autores como el cantautor y poeta Luis Eduardo Aute, narradores como Leopoldo Alas, Mateo de Paz y Rafael Reig, y también de otros artistas, como la fotógrafa Ouka Lele. Durante el mes de octubre "Tic-tac..." se está presentando en varios actos en Madrid, y a finales de mes tendrá lugar la presentación oficial en Barcelona.

La segunda pequeña novedad es que he puesto un enlace a Siempre un poco más lejos, mi web de viajes. Aunque supongo que algunos visitantes de Aventura en la Tierra ya la conocen, espero que interese a otros que nunca hayan navegado antes por ella. Encontrarán ahí fotos y textos sobre otros viajes míos, parte de los cuales se recogieron, corregidos y mejorados, en mi libro "Todos los blancos son feos. Notas de viajes (1996-2006) y otros escritos aventureros". Dentro de algún tiempo incorporaré en la web contenidos relacionados con mi Vuelta al Mundo 2007.

La tercera, finalmente, es un enlace a un fotoblog donde voy subiendo fotos de esta primera Vuelta al Mundo que acabo de dar. Paciencia, y creo que podrán ir viendo cosas bonitas o como mínimo, curiosas. Un día de éstos empezaré a subir textos.

En fin, que a pesar de ser un fanático partidario de aquél texto luminoso y avanzado a su tiempo del yerno de Marx, el caribeño Paul Lafargue, titulado "El derecho a la pereza", uno se sigue creando obligaciones que le comprometen montones de horas. Pero no me quejo, si sigo teniendo su compañía. Gracias una vez más.