miércoles, 14 de mayo de 2008

Les presento a Julio César


Dicen los periódicos que acaba de descubrirse un busto de mármol de Julio César en el lecho del Ródano, cerca de Arlés (Francia). El interés de la pieza radica en que al parecer fue hecho en vida del retratado, ya que ha sido datado hacia el 46 a. C. El busto es el que ilustra este post.

A mí, Cayo Julio César es un tipo que siempre me ha caído bien. Provenía de una familia patricia (es decir, oligárquica), y sin embargo fue el líder más célebre del Partido de los Populares (nada que ver con el ultraderechista PP español, obvio), que como su nombre indica representaba los intereses de la "gente baja" en Roma. En las luchas políticas romanas, César se asoció primero con Craso (un multimillonario de la alta burguesía) y Pompeyo (un eterno niñato aristócrata), a los que combatió y derrotó luego. Ya no hubo quien le hiciera sombra después. Sobrino de Mario, una especie de Stalin avant la lettre, del que aprendió el oficio político aunque él prefiriera gobernar desde la "socialdemocracia", César fue además de un enorme estadista y general un hombre con mucha mano izquierda, que supo ganarse el apoyo y en ocasiones el afecto incluso de aquellos a quienes derrotó y sometió; cuanto más de un pueblo romano al que durante su dictadura -formalmente republicana, pero dictadura al cabo- favoreció cuanto pudo, incluso tras su muerte. En cuanto a su forma de ejercer el poder, comparada con la de sus sucesores fue de verdadero guante blanco.

En su testamento, César dejaba no sólo un puñado de monedas a cada ciudadano romano libre, según costumbre de la época entre los políticos ricos, sino que también legó a las clases más desfavorecidas de la urbe romana sus propios jardines junto al Tíber para que pudieran llevar allí a sus hijos a respirar aire puro, creando así el primer parque verdaderamente público de la Historia. Sus legionarios veteranos le lloraron como a ningún otro líder militar, y con motivo; todos ellos, que en general eran de origen campesino, al retirarse habían recibido de su mano lotes de tierras en los territorios conquistados y en la misma Italia.

En el retrato de mármol recuperado vemos a un hombre ya mayor, de escaso cabello y gesto ceñudo, no demasiado favorecido físicamente, con aire resuelto y cierta dureza en la expresión. En su rostro hay inteligencia y acaso, un rictus de distanciamiento. "César" (cabellera, irónico apodo para un calvo prematuro) fue en suma un tipo de una pieza. Y eso en Roma, ya era mucho.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

A mi tambien me ha caido siempre muy bien, por las mismas razones.
Me parece un rostro muy agradable y noble pero me da la impresión de que era vizco ¿no?. No lo se, quizá sea una impresión mia.
Por cierto maravilloso el post tuyo del otro dia sobre los guardias civiles que estan juzgando, o sinvergüenzas o cobardes, algunos hasta salen llorando de la audiencia diciendo que no podian hacer otra cosa pues tenian miedo a su jefe. Si que estamos bien protegidos.
Aunque nada es nuevo, ahora ha saltado a la luz, pero la chuleria de esta gente es proverbial.

Joaquim dijo...

Pues ahora que lo dices, esa manera de inclinar la cabeza sugiere algún defecto visual; más que bizco, yo diría que tenía astigmatismo en el ojo derecho, igualico que un servidor. Mira por dónde César y yo probablemente tenemos algo en común.

Gracias por el elogio del post sobre lo de Coslada (en este caso, policías municipales, no guardias civiles; al césar lo que es del césar...).