Nicolas Sarkozy acaba de anunciar que Francia hará rebajas en su arsenal nuclear. Alrededor de un tercio de la "force de frappe" nuclear francesa irá a parar directamente al chatarrero.
Esta resolución, que Sarkozy ha presentado como un gesto de su presidencia en aras de la paz mundial, es simplemente una decisión técnica que busca prevenir males mayores: el arsenal nuclear francés -creado en tiempos del general De Gaulle- está obsoleto en su mayor parte, y sus cabezas nucleares son hoy un peligro mayor para el país que las almacena que para sus potenciales objetivos.
Mientras, y quizá para compensar tan pacifista gesto, Sarkozy acaba de inaugurar un flamante submarino nuclear al que ha bautizado con el pomposo y fanfarrón nombre de "Le terrible". No sé a quien se le habrá ocurrido el nombrecito, pero estoy seguro de que a Nicolas Sarkozy le debe haber encantado; cuadra perfectamente con la personalidad patéticamente "bizarre" de este politicastro cuya presidencia, apenas estrenada, ya ha naufragado ante la opinión pública francesa entre escándalos propios del "parvenu" que "le petit Nicolas" está mostrando ser.
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