martes, 25 de marzo de 2008

Rafael Azcona se ha ido


Rafael Azcona, quizá uno de los tres o cuatro mejores guionistas de la historia del cine mundial, falleció el pasado domingo, a los 81 años de edad. Discreto, no quiso que se hiciese pública su muerte hasta después de haber sido incinerado.

De Azcona puede decirse que fue el padre del realismo social cinematográfico español, y también su mejor exponente. De su pluma nacieron historias cinematográficas inmortales, como Plácido, El verdugo, El pisito, El cochecito y La prima Angélica; más recientemente ¡Ay, Carmela!, La vaquilla, La corte de faraón y La lengua de las mariposas, entre una infinidad de títulos rodados por los mejores directores del cine español: Luis G. Berlanga, Carlos Saura, Fernando Trueba, José Luis Cuerda y Fernando Fernán Gómez, entre otros de similar calidad.

En los guiones de Azcona se armonizan con maestría insuperable la más ácida y descarnada crítica social con enormes dosis de ironía, ternura y sobre todo un cariño manifiesto por los perdedores sociales. Sus personajes, extraídos de la calle, vívidos y auténticos, fueron encarnados por nombres eternos de nuestro cine: Pepe Isbert, José Luis López Vázquez, Alfredo Landa, el propio Fernán Gómez... Azcona fue un verdadero Billy Wilder hispano, tanto en la elección de sus temas como en su tratamiento.

Rafael Azcona muere como ha vivido, rodeado del cariño de sus compañeros de profesión y del público en general. Admirado y querido durante sesenta años, generaciones de españoles se han reído y emocionado con sus guiones, y gracias a él, en los años más negros del franquismo muchos empezaron a pensar por su cuenta viendo películas basadas en sus historias.

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