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martes, 22 de marzo de 2011

De políticos que pretenden comunicar como los modernos




Una amable comunicante a quien no conozco de nada me envía unos datos, que dice responden a un estudio que ha realizado la empresa para la que trabaja. Según ese estudio, los alcaldes y alcaldables que se presentan a las próximas municipales son verdaderos analfabetos digitales aunque intentan disimular todo lo posible. Les mentiría si dijera que no sospechaba algo así.

Algunas conclusiones menores que me hace llegar esta persona y que transcribo literalmente, ayudan a enmarcar el problema:

- El único alcalde con página y perfil de Facebook, Twitter, Youtube y blog es Jerónimo Saavedra (Las Palmas de Gran Canaria).

- Los alcaldes más populares en las redes, como Rita Barberá, Alberto Ruiz-Gallardón o Sonia Castedo, apenas interactúan con sus seguidores.

- Ningún alcalde responde a los comentarios en su blog.

- Los alcaldes que no se presentan a la alcaldía se alejan de las redes.

Acaba mi comunicante con una frase lapidaria: "El estudio concluye que el interés de los alcaldes en social media es más electoral que social". A renglón seguido requiere mi opinión sobre el asunto. Pues nada, aquí va: mi opinión es que los políticos profesionales españoles o mejor dicho sus asesores de imagen están a la que salta, aunque no entiendan un carajo de social media, de nuevas tecnologías de la comunicación y si me apuran tampoco de imagen, que es lo que en teoría les da de comer. Lo único que le interesa a esta gente del mundo digital, es el marchamo de moderno que proporciona.

Claro que bien mirado eso ocurre con otros muchos usuarios de la Red (y de las redes) , y de ahí el florecimiento de la figura del negro digital, es decir de la persona que tiene a su cargo redactar mensajes o mantener sitios cuya existencia se atribuye a un político, cantante, jugador de fútbol o cualquier otro ente por el estilo, pero que en realidad acostumbra a perpetrar un mindundi a menudo peleado con la cultura general. Y así pasa luego lo que pasa: vean los twitters presuntamente fabricados por personajes de moda, verdaderos haikus de la estulticia humana, y me darán la razón.

Una de las cagadas más reveladoras y que venía a expresar con dureza la verdadera opinión del negro sobre su dueño la leí no hace muchos meses en la web de cierto político madrileño, que en los últimos años ha venido actuando como Papa absoluto del deporte español. El tipo que le había confeccionado la presunta autobiografía que podía leerse en su web personal, ponía en boca del político estas palabras: "En las elecciones del año tal, conseguí hacerme con un sitio en la lista del PSOE por Madrid". Ni su peor enemigo le hubiera desnudado con mayor contundencia.

De todos modos la de negro digital de político es una profesión a la que le queda poco futuro, porque la modernez en Internet dura menos que un caramelo en la puerta de un colegio, en la medida en que en el ciberespacio todo se acelera de modo endiablado y por tanto las cosas dejan de estar de moda de un día para otro. Y es sabido que cuando algo pierde su condición de extremadamente moderno, pierde de manera automática su interés para estos vip's de pacotilla. Andando el tiempo, hasta Internet les parecerá pasado de moda y acabarán por prescindir de él como altavoz de sus ocurrencias y rebuznos. Ahí saldremos ganando todos, eso sí. ¿Se imaginan una Red libre de la jeta y las majezas de Esperanza Aguirre, por no ir más lejos?.

En la imagen que ilustra el post, presunta "web personal" del candidato derechista Mariano Rajoy durante la campaña de las elecciones generales de 2008.

sábado, 21 de marzo de 2009

El saludo político y su adaptación a los tiempos que corren


El inconmensurable Forges opina sobre los casos de corrupción descubiertos en administraciones gobernadas por el PP español.

jueves, 4 de diciembre de 2008

ETA: Asesinar el AVE, impedir la modernidad


A finales del siglo XIX y principios del XX, los caciques rurales de la España profunda se negaban a que los trenes pasaran por sus pueblos: "el tren traerá el comunismo", decían. Los neocarlistas etarras hacen suyo el razonamiento cavernícola y están dispuestos a lo que sea con tal de frenar la construcción de la llamada "Y vasca", es decir el proyecto de llevar el AVE al País Vasco.

Ocurre que el AVE tendrá la virtud de meter de modo irremisible la modernidad en las comunicaciones del País Vasco, integrándolo en un continuo ferroviario europeo que abarca de Copenhague a Sevilla; el "espléndido aislamiento" del pequeño y autárquico país con el que sueñan los descerebrados de ETA, quedará así fulminado para siempre el día que el tren de alta velocidad coloque a Euskadi en el mapa de las comunicaciones de Europa.

Ayer ETA asesinó a uno de los principales empresarios vascos comprometidos con la construcción de la "Y vasca". Mediante este crimen los etarras tratan de esparcir el mensaje mafioso de que quien participe ahí se juega la vida; puro chantaje gansteril al servicio de un objetivo inmundo y profundamente reaccionario. En ocasiones anteriores ya han recurrido al mismo método, pero el de ayer fue un acto de desesperación casi terminal ejecutado por un grupo de gente que ve mermar día a día su influencia social, y que teme perderla por completo en cuanto el AVE entre en funcionamiento.
La suya es una batalla perdida; no se puede cerrar el paso a la modernidad, como no se puede detener el mar con las manos. Por eso es aún más absurdo e inútil este nuevo crimen.

jueves, 31 de enero de 2008

Las religiones asesinas


La laicización de las sociedades contemporáneas es un fenómeno imparable precisamente porque no ha sido inducido políticamente, siendo por contra fruto del cambio social nacido y crecido desde dentro de la sociedad misma. Una transformación lenta pero inexorable, comenzada hace siglos y que no hace sino progresar, y que en los últimos años se ha acelerado notablemente.

En ese sentido, la ofensiva lanzada en los últimos años por las religiones monoteístas contra la “secularización de la sociedad” no es una brillante Blitzkrieg, como a veces podríamos pensar oyendo sus discursos y viendo sus movilizaciones, sino una desesperada batalla de las Ardenas; es decir, están luchando a la defensiva en una guerra que tienen perdida. Y ellos lo saben, de ahí su radicalidad.

Por tanto, y contra lo que puedan pensar los analistas superficiales, el terrorismo yihadista islamista no es en realidad el arma atroz con la cual se pretende imponer una religión a los no creyentes y a los seguidores de otras (como antaño fue el caso de las Cruzadas cristianas), sino el último cartucho con el que los intereses clericales intentan evitar la laicización del mundo árabe-musulmán (de hecho, la inmensa mayoría de víctimas del yihadismo son musulmanes, y casi todos árabes). Mediante el terrorismo, los islamistas tratan de forzar el cierre de filas e inyectar entusiasmo en el rebaño que consideran propio, para así mejor controlarlo frente a los cantos de sirena de la modernidad laica y descreída.

Ese modelo es el que aplican (con otros métodos, por ahora) los judíos llamados ultraortodoxos, y desde luego nuestros talibanes con mitra y báculo rectores de la Iglesia llamada católica.

Dos libros para entender todo esto: “Tratado de ateología”, de Michel Onfray (editorial Anagrama), y “Las religiones asesinas”, de Elie Barnavi (Editorial Turner).