En septiembre pasado, Sandra Tejero Casares, de 36 años de edad, tuvo un accidente de tráfico y quedó en coma, del que no ha salido desde entonces. Trabajaba en una pescadería de la cadena El Punt del Peix en Palau Solità i Plegamans, una pequeña población cercana a Barcelona, donde tenía contrato indefinido (es decir, era fija en plantilla) y cobraba 920 euros mensuales netos como salario.
Con fecha 1 de octubre la dirección de la empresa le envía una carta de despido, en la que le informa de la rescisión del contrato "acogiéndose al artículo 54 del Estatuto de los Trabajadores. Dicho artículo considera despido disciplinario faltar repetida e injustificadamente al trabajo, no llegar puntual, disminuir continuada y voluntariamente en el rendimiento, desobedecer, o no rendir por haber bebido" (El País, 7 de octubre de 2008). En la misma carta, y en un alarde de cinismo difícilmente igualable, la empresa El Punt del Peix admite "la improcedencia del despido" (sic), y le propone 2.416,2 euros de indemnización, más 938,89 de finiquito.
La madre de Sandra asegura que se han entregado a la empresa todos los partes de baja. "Conocían bien la situación", añade. Imaginen la angustia de esta mujer, que al dolor de ver a su hija en ese estado ha de sumar ahora el trato vejatorio que sus empleadores le dispensan cuando ni siquiera está en condiciones de defenderse.
Ya es una vergüenza que una empresa se dirija por carta a un empleado suyo que le consta está en coma. Pero que la carta sea un despido por "falta de asistencia y puntualidad" a quien se halla no ya de baja médica sino con la consciencia perdida, resulta de un cinismo supremo. Y en fin, que como remate y culminación de esta salvajada, se reconozca que el despido es ilegal y se le ofrezcan a la víctima de este atropello incalificable ¡dos mil cuatrocientos euros! en concepto de indemnización, merece una respuesta proporcionada a los méritos acumulados por la empresa.
No tengo ni idea de qué pasará ahora. Espero que los sindicatos, la Generalitat, el ministerio de Trabajo y quien tenga alguna competencia en este caso, tomen cartas en el asunto y agarren por el pescuezo a esos ejemplares emprendedores creadores de riqueza y puestos de trabajo; yo abogaría directamente por la vía penal contra los negreros de Punt del Peix, porque esa carta no es ya el despido improcedente de un trabajador sino un verdadero atentado terrorista contra la dignidad humana y contra los derechos de los trabajadores, y probablemente además un verdadero crimen de lesa Humanidad. A esa gentuza hay que darles una lección que no olviden nunca.
3 comentarios:
como soy mujer es "exhibicionismo", claro, si fuera un hombre sería "arte"
no tenéis remedio
también soy ingeniero, estudié filosofía he historia, hablo y escribo cinco idiomas, se pilotar aviones, trabajo en una estación de seguimiento de la ISS, toco el violín y el piano (aunque no muy bien) sé cocinar, he saltado en paracaídas muchas veces, soy fértil, y monto yo mis propios ordenadores con piezas que ideo
pero claro... todo eso es "nada" al lado de unas cuantas fotos que me he hecho, claro...
será porque no me apellido Beckam o como se escriba el apellido de ese capullo...
Cándido Méndez comentó en público que muy probablemente los dueños de la pescadería no tengan nada que ver con el asunto "directamente" y que simplemente son gente sin muchas luces cuyos asuntos son llevados por el gestor de turno que es el que toma esas decisiones sin que ellos se enteren demasiado. Y claro, si castigas con "ejemplaridad" a un ignorante... no sé yo. Otra cosa es el gestor. El mal es ese. La burocracia. Todo el que no sirve para nada acaba siendo funcionario, gestor administrativo o empleado de banca. Que hay excepciones?? Sí claro, como en todas partes. Pero la generalidad es esa, de igual forma que el que no aprueba los exámenes de bombero acaba en la guardia civil.
Besos.
Eres un poco capullo pero me gustas. Yo a ti no, me imagino.
A lo primero ya te contesté en tu blog, señorita polifacética -:)
Respecto al asunto de los pobrecitos dueños de la pescadería... Pues sí, lo más fácil será disparar contra el gestor. Al cabo todos sabemos que el mundo no funciona porque siempre hay un gestor, una secretaria judicial o un conserje que lo fastidian todo. Aunque dudo que el gestor enviara la carta de despido por iniciativa propia, claro. ¿Los empresarios? Unos ángeles. Como los jueces, los generales y los cardenales de la Santa Iglesia.
Y en fin, como funcionario me siento muy halagado de que al menos nos consideres capaces de joder éste mundo tan fantástico. Yo también te quiero mucho -:)
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