domingo, 3 de febrero de 2008

También en las carreteras españolas hay clases


Una noche de finales de agosto de 2004 un melenudo de 17 años (y nombre y apellido vascos, para más inri) se saltó un stop en un cruce e invadió con su bicicleta una carretera provincial riojana, por la que circulaba el honrado ciudadano Tomás Delgado Bartolomé, al parecer un conocido promotor inmobiliario de la zona, que conducía su lujoso Audi A8. Pese a sus esfuerzos, Tomás Delgado no pudo impedir chocar su automóvil contra el flanco de Enaitz Iriondo, el imprudente ciclista, que falleció como consecuencia del impacto. La Guardia Civil levantó el correspondiente atestado, del que se desprendía que Enaitz había sido el responsable de su propia muerte, y el juez ordenó archivar el asunto. Y a otra cosa mariposa.

Casi cuatro años después, el honrado ciudadano Tomás Delgado Bartolomé decidió reclamar a los padres de Enaitz 20.000 euros, a fin de resarcirse de los daños ocasionados a su Audi por la víctima del atropello. Y claro, los padres de Enaitz explotaron. Porque si ya es grande que te maten a un hijo de 17 años, que luego el victimario decida mearse sobre su tumba rebasa todos los límites.

Así que los padres de Enaitz se han puesto en marcha. Y han empezado a aflorar cosas muy graves en relación con el accidente y el modo como se explicó en su momento. Cosas como que, por ejemplo, el atestado que levantaron los beneméritos agentes es una mierda. Según dos peritos cualificados contratados por la familia de Enaitz, el Audi de Delgado circulaba a 160 km/h en el momento del accidente y no a 116 km/h como al parecer dice el atestado, velocidad ésta en todo caso que rebasa ampliamente los 90 km/h señalados como límite para ése tramo de carretera. Además, el cuadro de la bicicleta de Enaitz estaba intacto y la rueda trasera destrozada, lo que significa que el chico no fue golpeado de lado sino atropellado por detrás luego de haberse incorporado a la carretera. El informe pericial "se basa en pruebas físicas como las huellas del neumático en la carretera, el estado de las cubiertas y las deformaciones causadas en el vehículo" (diario ADN, 28/1/2008).

Más. En el control de alcoholemia que le realizaron, Tomás Delgado dio 0,15 mg/litro, lo que es un porcentaje bajo de alcohol en sangre. Ocurre sin embargo que el control se lo hicieron ¡hora y media después del accidente!; es decir, cuando había tenido tiempo de sobra de rebajar por medios naturales o inducidos su verdadera tasa de alcohol en el momento del atropello.

Ante tal cúmulo de irregularidades y el escándalo que en la opinión pública ha suscitado la petición de indemnización hecha por Delgado, el fiscal superior de La Rioja no ha tenido más remedio que iniciar "diligencias informativas" que reabrieran el caso. Es así como la Unidad Central de Reconstrucción de Accidentes de la Dirección General de Tráfico ha levantado un nuevo atestado del siniestro (La Rioja, 2/2/2008). El informe pasará al fiscal superior, y parece que finalmente Tomás Delgado se verá pronto ante un juez, esta vez para responder por un delito de homicidio. Por cierto que Delgado despachó ante la prensa la reacción de los padres de Enaitz señalando que "si ellos habían perdido a un hijo, él era padre de más hijos", así que mejor no le fueran con monsergas.

Tanta inconsciencia y chulería no es casual, ni en Delgado ni en tantos otros; tiene su origen en la impunidad absoluta que en éste país acompaña a los accidentes de tráfico. En España matar llevando un volante entre las manos es gratis, y ni siquiera genera mala conciencia en el homicida. El culto al Becerro de Oro que es el automóvil es aquí una religión seguida fanáticamente por una mayoría de personas, probos padres de familia y ejemplares ciudadanos... salvo cuando se lanzan a la carretera. Imaginen ustedes entonces lo que puede pasar cuando a un constructor inmobiliario que conduce un flamante Audi A8 por una carretera solitaria, se le pone por delante un crío melenudo montado en bicicleta.

Sinceramente, espero que Tomás Delgado se pudra en la cárcel. Y también que se les caiga el pelo a quienes ayudaron a intentar enterrar este caso, porque ellos también tienen una parte de responsabilidad en el seguro homicidio y más que probable asesinato de Enaitz Iriondo.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

De acuerdo con prácticamente todo excepto las últimas líneas. No creo que haya sido un asesinato sino un accidente. Provocado por este hijo de puta, por supuesto, pero accidente.

Joaquim dijo...

Sin testigos que presenciaran los hechos nunca sabremos si hubo intencionalidad o no en el atropello, eso es obvio.

Pero si Delgado embistió por detrás a Enaitz significa no sólo que mintió al referir que el chico se saltó el stop e irrumpió en la carretera, sino que pudo haber evitado el accidente no embistiéndole por detrás. Porque si Delgado dice que "vio" al ciclista salir del cruce ¿cómo es posible que no viera que Enaitz circulaba delante de él? ¿se hizo oscuro de repente? ¿O en realidad sí le vio, y por la causa que fuere le embistió?.