En un artículo del periódico Heraldo de Aragón de hace unos días se daba cuenta de la participación de dos autores aragoneses de lengua catalana en la recientemente clausurada Feria del Libro de Frankfurt, formando parte de la delegación catalana. Al parecer tal hecho ha suscitado cierto malestar en Aragón al interpretarse como una ingerencia catalanista, al tiempo que desde Catalunya se ha usado para reforzar la posición de quienes sostenían que a Frankfurt debían ir exclusivamente escritores en catalán, dejando fuera a los escritores catalanes en lengua castellana u otras lenguas.
Respecto a la actitud de quienes ahora se enteran de que en su región, país, nacionalidad o como quieran llamar a Aragón hay personas que escriben y hablan en catalán, ése es su problema. El desconocimiento de la propia realidad circundante no exculpa las insensateces que puedan proferirse, algo a lo que por desgracia resulta muy proclive cierto "nacionalismo de cachirulo" baturrista y españolero, tan rancio como reaccionario por lo demás.
Más enjundia tiene la polémica organizada al otro lado de la trinchera nacionalista, desencadenada por el catalanismo oficial desde el aparato de gobierno que es la Generalitat de Catalunya, que en materia cultural está controlado férreamente por nacionalistas sin fisuras. De entrada éste se ha esforzado desde el principio, en concordancia plena con sus fantasmas ideológicos, en llevar a la Feria de Frankfurt únicamente a escritores "en" catalán, y no a escritores "de" cultura catalana. Entre paréntesis, es por ello natural que la Conselleria de Cultura de la Generalitat invitara no sólo a escritores nacidos en Catalunya y que escriben en catalán, sino también a algunos escritores nacidos en otros territorios y que usan la lengua catalana en su escritura. Cierto que en ese esquema hubiera sido perfectamente posible que un sueco que escriba haikus japoneses en catalán fuera invitado por el Honorable conseller a la Feria alemana como representante de la cultura catalana. Ya sé que resulta surrealista, pero así las gastan nuestros gobernantes en estas materias.
Con todo, lo más surrealista de esta lamentable historia es que los organizadores alemanes habían invitado a la "cultura catalana" y no a la "escritura en catalán", con lo que estos buenos señores se llevaron la desagradable sorpresa de ver que los organismos culturales oficiales catalanes extendían invitaciones exclusivamente a escritores en lengua catalana, cuando lo que pretendían los avispados alemanes era que a la feria teutona fueran los escritores catalanes que venden (y mucho) en Europa, incluida naturalmente Alemania: los Marsé, Cercas, Mendoza, Zafón, etc. Ocurre que esta gente escribe en castellano, y por eso fueron excluidos desde el primer momento por nuestro Govern.
Total que, una vez más, se ha hecho el ridículo a escala europea y perdido una oportunidad de oro para promocionar la cultura catalana realmente viva en nuestro país, la que vende por sí sola sin necesidad de subvenciones oficiales ni de compras masivas por parte de la Generalitat de ediciones que no tienen salida en el mercado (en este rubro y sólo en 2005, según cifras oficiales de los propios organismos culturales catalanes, la Generalitat enterró en sus almacenes 250.000 ejemplares de títulos en catalán publicados por editoriales privadas o en régimen de coedición con ella; esto en una sociedad tan "de libre mercado" y "abierta a la competencia empresarial" como la catalana).
Por mi parte, y como escritor catalán en lengua castellana, me adhiero a lo que escribió Sergi Pàmies (escritor en lengua catalana, por cierto) sobre el lío de Frankfurt: "Si dijera todo lo que pienso de este asunto, me meterían en la cárcel".
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