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lunes, 22 de junio de 2009

Izquierdas emergentes, izquierdas declinantes, izquierdas encalladas


Acabado el espectáculo -más bien escaso- ofrecido por las recientes elecciones al Parlamento europeo, resta hacer repaso del papel jugado en ellas por las múltiples formaciones de izquierdas de toda clase que se presentaban a estos comicios. De modo general cabe hablar de un fuerte retroceso de todas las opciones que se reclaman de izquierdas, excepción hecha de las formaciones de carácter verde-ecologista que en algunos estados, como Francia, logran un avance considerable aunque quizá inducido por la baja participación, que en teoría ha funcionado (menos de lo que se decía) como propulsor de pequeños partidos a los que ha permitido conseguir escaños, gracias precisamente a la rebaja del umbral de votos requeridos, consecuencia de esa baja participación.

En todo caso, y para hacer un rápido examen, se pueden agrupar las formaciones europeas de izquierdas en tres grandes grupos en función de los resultados obtenidos en esos comicios:

1. Izquierdas emergentes: Pocos partidos que se reclamen de izquierdas han obtenido buenos resultados. Mención especial merece el Front de Gauche (FG) francés formado por los socialistas de izquierda y los restos del PCF, que en su debut se ha acercado al 7% superando ampliamente al Partido Anticapitalista de Olivier Besancenot. La sorpresa la ha dado la lista ecologista francesa, que ha disputado al PS la condición de segunda fuerza por número de votos y de escaños. Y poco más. Formaciones como Die Linke alemán parecen haber detenido su crecimiento, y la coalición británica Respect se ha partido en dos gracias a la labor de zapa llevada a cabo por los trostkystas del SWP. Otras formaciones de izquierda renovadora como el Bloco d'Esquerda portugués han logrado pequeños avances.

2. Izquierdas declinantes: el nuevo desastre de las izquierdas italianas, desde el enésimo desplome anunciado del Partito Democratico a la alianza de naúfragos sellada entre Reconstrucción Comunista y el Partido de los Comunistas Italianos, pasando por el acuerdo liliputiense de socialistas, socialdemócratas y reformistas varios que intentó liderar Sinistra Democratica, no tiene una vez más paliativos. La única lista que mejora algo sus resultados llevando la etiqueta de "izquierda", es el artefacto fabricado a la medida del siniestro juez Di Pietro, el mejor aliado de Berlusconi en la voladura de la I República, reconvertido ahora a una izquierda "católica y social" que apesta a ultraderecha. Fuera de Italia, continua el desplome de los viejos dinosaurios socialdemócratas (el SPD alemán, el PS francés), alguno de ellos amenazado de pronta extinción (caso del laborismo británico), y otros en franco retroceso (como el PS portugués). Sólo en Grecia y por razones de política coyuntural, avanzan algo los socialdemócratas. En lo que respecta a los partidos comunistas tradicionales, continúa en toda Europa su proceso de jibarización o de directa desaparición, según casos. La llamada "izquierda alternativa", por su parte, simplemente apenas hace acto de presencia, a pesar de las esperanzas puestas en formaciones nuevas como el PA francés. La IU española sigue su camino hacia la desaparición, perdiendo en esta convocatoria el 10% de los votos obtenidos hace 5 años.

3. Izquierdas encalladas: partidos como el PSOE español, la socialdemocracia sueca y la austríaca, simplemente quedan varados en posiciones estancadas. Retroceden levemente, pero lo que es evidente es que no avanzan y al parecer, pasará mucho tiempo antes de que logren hacerlo. Sus bases sociales aguantan tozudamente, y saben que no hay alternativa para ellos en las derechas y tampoco en el mercado de baratillo de las izquierdas grupusculares. En el este de Europa, las izquierdas oscilan entre la desaparición y el estancamiento, incapaces de sacudirse la en su caso no siempre injusta identificación con los regímenes satélites del Imperio soviético.

La radiografía es pues, desalentadora. Ante una derecha cada vez más virada hacia la extrema derecha y una extrema derecha agazapada mientras va situando peones por toda Europa, no hay una respuesta de las izquierdas en el espacio europeo que sea no ya global, sino ni siquiera movilizadora en el interior de sus respectivos países. La crisis de la izquierda europea es obviamente parte de la que sufre esta ideología a nivel mundial, pero en Europa tiene características y matices que la hacen quizá más preocupante que en otras zonas.

En la imagen, mitin del Front de Gauche en el pabellón Zenith, de París, en marzo de 2009.

miércoles, 10 de junio de 2009

Eurófobos y naciópatas


Las elecciones europeas del fin de semana pasado han significado en la parte occidental del continente un avance substancial de los partidos de derechas, significativamente de los más radicales en su antieuropeísmo, y también, y aunque menos de lo que se esperaba, de grupos abiertamente fascistas (caso del BNP británico, de los nacionalistas flamencos y de la Lega Norde italiana) . En la zona oriental, "derecha antieuropeísta" (gobierne o esté en la oposición) y fascismo puro y duro se confunden en unas mismas organizaciones, así que allí no hay caso a la hora de establecer diferencias entre unos y otros.

La derecha clásica europea (los conservadores británicos, la "mayoría presidencial" francesa, los democristianos alemanes y el populismo fachoide berlusconiano, entre otros) han tomado plenamente en sus manos el timón de Europa en un momento en el que, paradójicamente, las crisis económica y social propiciada por los neoliberales y expandida al mundo entero desde su epicentro norteamericano, invitaba más bien a un sonoro voto de castigo contra esos partidos. Pero ya se sabe que el poder de los medios a su servicio y la capacidad de generar consenso políticamente correcto de las derechas contemporáneas es incomparable, especialmente desde que la izquierda en todas sus variantes ha renunciado a ser, a pensarse y a proponer. La izquierda ya ni se atreve a decir su nombre (ahora se llaman "progresistas, "centro-izquierda", reformistas). Incluso los aparentemente más radicales se llaman, como mucho, "alternativos". No es que la izquierda no pretenda ya transformar nada, es que están renunciando incluso a reformar algo.

Ante ese panorama el trabajo de las derechas europeas en lo que hace a Europa está resultando extremadamente sencillo. Se trata de vaciar de substancia cualquier proyecto de unidad europea que ponga en peligro los cercados "estatales" en los que cada derecha pastorea y ordeña a su rebaño. Entre todos nos han convencido de que el espacio europeo es un lugar idóneo para comprar y vender, pero nada más. No hay ni habrá cesión de soberanía de los Estados a la Unión, porque los poderes hegemónicos no se fían de una Unión en la que los ciudadanos tuvieran la misma capacidad de decisión y movimiento que empresarios y mercancías, respectivamente; ese marco político-jurídico cuestionaría seriamente la hegemonía de la derecha económica y social y cultural en sus respectivos apriscos "nacionales". Al combate político contra los peligros de una Unión sólida y políticamente articulada se le llama "euroescepticismo", cuando su denominación correcta es eurofobia. La eurofobia es a la vez una manía y una estrategia, que comparte la derecha con la extrema derecha y con cierta izquierda supuestamente "alternativa" (cuyos argumentos en la cuestión europea empiezan a mimetizarse aceleradamente con los del fascismo más antañón).

Luego está el debate entre "nacionalistas con Estado" y "nacionalistas sin Estado", es decir entre derechas con capacidad de hegemonizar a través de los aparatos de "Estados nacionales" y derechas que careciendo de ellos, siguen aspirando (o han comenzado a aspirar) a tener uno propio. Es una discusión bien estúpida y obsoleta, pero a la que muchos europeos sensatos temen (temenos) con razón, pues no hay que remontarse muy lejos para contemplar la cantidad de sangre y los rastros de destrucción que el choque entre esos dos proyectos hegemonizadores han dejado tras de sí en Europa. Los naciópatas, es decir, quienes viven obsesionados políticamente por crearse un Estado a medida o por defender con uñas y dientes el que ya tienen, tal vez no representen una amenaza inmediata en estos momentos (como decía, su crecimiento es más bien modesto fuera de los países de Europa oriental recién adheridos a la Unión), pero son cantera de ideas, políticas e incluso de programas de gobierno para la derecha clásica, quien además los usa como espantajo para acogotar a la izquierda y ofrecerse como solución "equidistante" de unos y otros, y por tanto "centrada" en relación a la escala política.

En España todo esto adquiere un perfil propio, del cual hablaremos en una próxima entrega.

La imagen que ilustra el post es una valla publicitaria del partido nazi británico BNP. El mensaje propagandístico usa la imagen de Jesucristo, con quien cínicamente se equipara ese grupo político en tanto que supuesto "perseguido". El BNP ha conseguido entrar en el Parlamento europeo por primera vez en su historia, con dos diputados.

lunes, 8 de junio de 2009

Sobre los resultados de las elecciones europeas de 2009 en España


Pequeñas píldoras para construir meditaciones en los próximos días:

1. La corrupción crea fidelidad electoral. Véase Valencia, Madrid y Murcia. El empleo tiene que ver mucho con eso. En realidad, Sicilia queda mucho más cerca de las costas levantinas de lo que parece.

2. Sin Catalunya, la izquierda pierde. Así de sencillo. La fuerte abstención en esta autonomía (8 puntos superior a la media española) hizo inevitable la derrota de la izquierda en toda España.

3. Fuera del País Vasco y Navarra, hay 35.000 tarados mentales capaces de votar a ETA (en Catalunya, 18.000, la mitad de ellos en la provincia de Barcelona y 4.000 en Barcelona ciudad). Son poquísimos, pero lo increíble es que existan.

4. A la izquierda del PSOE no hay espacio político alguno. Apenas una UCI hospitalaria para una Izquierda Unida que sigue desangrándose, y el desierto más absoluto para las múltiples e irrelevantes “izquierdas transformadoras”.

5. El nacionalismo “periférico” (autonomista o independentista), va de lenta pero progresiva capa caída, disminuyendo su fuerza desde finales de los años noventa. El nacionalismo españolista por el contrario, crece de día en día.

6. Rosita de España (UPD) ha tocado techo a costa de fagocitar todo lo de derechas que no sea PP o “nacionalismo periférico”. Le llega el estancamiento, y luego el declive. Su estrella será tan fugaz como la de Ciutadans y otros inventos similares.

7. En España no hay sitio para un Le Pen. Mejor dicho, no lo hay fuera de las listas del PP español. Hoy por hoy el Partido Popular es el mayor partido de la extrema derecha europea.

8. La crisis económica, bien gracias. Comparen con lo que le ha ocurrido a Gordon Brown, y echen cuentas: en España quienes padecen la crisis no votan, ni ayer ni nunca. Si el PSOE insiste en que la crisis económica le ha pasado factura, estará entrando de lleno a la celada que le tiende la derecha; los problemas de este partido son otros.

9. La perogrullada del siglo, que algunos politólogos dicen no ser cierta (contra toda evidencia): la abstención es de izquierdas. O mejor dicho, quien se abstiene es de izquierdas. Por cada abstencionista de derechas, puede contabilizarse dos o tres de izquierdas. Para comprobarlo una vez más, basta con comparar los diferentes niveles de abstención en los barrios de las grandes ciudades según sea el perfil socioeconómico de éstos.

10. Otra perogrullada: las elecciones europeas son una cosa, y las generales otra bien distinta. Si el PP cree que los resultados son extrapolables es que siguen creyéndose sus propias mentiras , y por tanto corriendo alegremente hacia el desastre. Ojalá sea sí, porque en ese caso el tortazo que se darían en las próximas elecciones generales -para las que faltan 3 años- sería de órdago.

11 Coda final: Efectivamente, como decía ayer Rajoy, estas son las primeras elecciones "nacionales" (es decir, de alcance español) desde el año 2000 que el PP le gana al PSOE. Qué casualidad que las europeas sean precisamente aquellas elecciones de alcance español a las que todo el mundo concede menor relevancia…Si no es tan tonto como parece, el señor Rajoy debería reflexionar acerca de eso antes de prometer un próximo "cambio" de Gobierno de España.

sábado, 6 de junio de 2009

Europa, de Omaha a Bruselas


Los actos conmemorativos del 65 aniversario del Desembarco de Normandía coinciden este año prácticamente con la celebración de unos nuevos comicios al Parlamento europeo, que por primera vez amenazan con cuestionar de raíz el proyecto de la Unión Europea.

Desde la derecha radical clásica y sobre todo desde la extrema derecha y grupos de supuesta "ultraizquierda" -a menudo coincidentes en tácticas y objetivos con los neofascistas-, se intenta bloquear la construcción de una Europa unida. Cierto que los errores cometidos han sido muchos, y que la llamada "Europa de los mercaderes" actual es algo más que un cliché, pero lanzar por la borda cuanto se ha conseguido hasta hoy y renunciar a seguir avanzando sería un acto profundamente irresponsable, que además podría devolvernos en breve a la Europa de la primera mitad del siglo XX, cuando era un continente desgarrado por los enfrentamientos fratricidas entre países vecinos y a merced de los totalitarismos que amenazaron con destruir la civilización y la vida, no sólo en el Viejo Continente sino en todo el mundo.

En las playas de Normandía el presidente Barack Obama acaba de recordar lo que podríamos llamar "el espíritu de Omaha", es decir, los ideales por los que lucharon quienes -norteamericanos, europeos y de otros países- desembarcaron en Omaha y en las otras playas normandas para liberar casi toda Europa del yugo nazi-fascista (casi, faltó España). Entre aquella masa humana imparable hubo por cierto, republicanos españoles (integrados en la mítica División Leclerc, los mismos que apenas dos meses después liberaron París), a los que sin embargo nadie recuerda estos días. Ellos nos representaron a todos en el combate por la libertad y la democracia entre 1939 y 1945, que tuvo uno de sus hitos en las playas francesas aquél 6 de junio de 1944.

El legado de aquellos hombres valientes es el que nos llama hoy a cerrar el paso al fascismo que amenaza de nuevo a Europa, aunque de momento solo lo haga por vía electoral en vez de mediante acoso callejero y vaya vestido con impecables trajes en vez de con camisas pardas, negras o azules. Al cabo fascismo no es sólo la pujante ultraderecha holandesa, los partidos ultranacionalistas de la Europa del Este o el enésimo disfraz electoral del grupo terrorista ETA, sino también y probablemente aún más peligroso, el que promueve la ultraderecha europea supuestamente respetable, desde el Partido Popular español a la coalición de fuerzas que lidera Berlusconi en Italia, por dar dos referencias bien conocidas en la Europa del sur.

Una baja participación electoral como la que se anuncia, beneficia claramente a grupos como los mencionados. A los fascismos de derecha o "ultraizquierda", porque el rebajar el listón de votos necesarios para obtener escaño parlamentario facilita su entrada/asalto en el Parlamento europeo; a la derecha radical bienpensante, porque ella sí moviliza a sus votantes en toda ocasión, al contrario que la izquierda.

Corremos el peligro de que el Parlamento que salga de las urnas en estas elecciones europeas sea por paradoja, el peor enemigo de las libertades y la democracia europeas. Votar y hacerlo por la izquierda con posibilidades de constituir grupos parlamentarios fuertes y decisivos es pues, además de un derecho, un acto de responsabilidad.

Bruselas no puede convertirse en la trinchera de quienes hace 65 años fueron derrotados en Omaha.

lunes, 18 de mayo de 2009

Jaime Mayor Oreja, vigencia del franquismo no abortado


Llamar franquista a Jaime Mayor Oreja no es insultarle, sino simplemente describir la ideología que conforma la ubicación política y sobre todo el sistema de "valores" de este opusdeísta especialmente rancio y frailuno. El recurso a semejante individuo como cabeza de lista del PP para las próximas elecciones europeas, demuestra que el enésimo "giro al centro" de la formación derechista española, supuestamente iniciado tras las elecciones generales perdidas de nuevo hace un año, no era más que un puro maquillaje. El PP está en lo de siempre, y Mayor Oreja es un síntoma claro que lo confirma.

El candidato derechista anda desatado estos días por causa de la precampaña electoral. Ahora acaba de acusar al Gobierno español de "desarrollar los peores instrumentos para fomentar la destrucción de los prebebés" con el proyecto de reforma de la Ley del aborto, que considera “un escándalo que va contra la libertad de las personas” (El País, 18-5-2009). Hay que ver cómo maneja esta gente palabras que les son totalmente ajenas, como "libertad" y "personas" por ejemplo.

Para Mayor Oreja, Zapatero y su gobierno pretenden crear con éste y otros proyectos por el estilo "una España irreconocible en el terreno de los valores”. España entera viviría en una "crisis de valores", promovida por los socialistas. Una crisis que tendría sus peores efectos "en el terreno de la ética y de la moral", en los que su partido "no se puede dejar ganar" ni "sentirse arrinconado". Como prueba evidente de la "crisis moral" que a su juicio vive España, Mayor Oreja mencionó la pitada al rey y al himno monárquico español durante la pasada final de la Copa del Rey de fútbol. Para el dirigente ultraderechista "moral" y forma del Estado son pues lo mismo, y cualquier discrepancia con esta última afecta gravemente a la primera. Si esa no es la manera de pensar de un enfermo mental aquejado de un delirio peligroso se le parece tanto, que como dicen en los telefilmes norteamericanos el señor Mayor Oreja debería buscar urgentemente "ayuda profesional". Con estos mimbres ideológicos se sigue tejiendo el pensamiento -es un decir- de la derecha/extrema derecha española en el año 2009.

En sus tiempos de ministro del Interior de Aznar, cuando la presión político-policial sobre el conjunto de la sociedad vasca llegó a límites rayanos en lo insostenible, en el entorno de ETA acuñaron aquello de "a Mayor Oreja, menor cerebro". No parece que desde entonces la materia gris de Jaime Mayor Oreja se haya regenerado, antes al contrario. Considerar que la llamada "píldora del del día después", un poderoso instrumento para evitar embarazos no deseados especialmente entre las adolescentes, es en realidad un arma del gobierno socialista para liquidar "prebebés", demuestra una mentalidad enfermiza hasta la incapacidad si es que cree en ello a pies juntillas, o una hipocresía y un cinismo sin límites si, como parece más lógico, se debe a puro cálculo político, deseoso el candidato Jaime Mayor de agradar a la masa cerril y alienada que vota al PP, esos "tontos de los cojones" a los que aludía el alcalde Pedro Crespo.

En cualquier caso, este tipo cañí hasta las cachas expresa como nadie la verdadera esencia de la derecha española, reaccionaria, meapilas y anclada en el franquismo más roñoso.

domingo, 12 de abril de 2009

Pronósticos para las elecciones europeas de junio

Una macroencuesta continental sobre las próximas elecciones al Parlamento europeo que circula fuera de los grandes medios, pronostica una caída notable de los partidos mayoritarios que están gobernando o son la principal oposición en los países más importantes de la Unión Europea. Los resultados son altamente llamativos.

Así por ejemplo, en Alemania la gobernante CDU sufre un tremendo descalabro -que no aprovecha el SPD-, en Francia el PS ve reducidos a la mitad sus escaños actuales -mientras la derecha gobernante se estanca-, y en Italia la polimorfa y anárquica izquierda italiana se fragmenta y minimiza aún más -en tanto Berlusconi consolida su nuevo proyecto de derecha total y totalitaria-.

En España, llama la atención el fuerte castigo que sufren conjuntamente el PSOE y el PP. Resulta que los escaños españoles se reducen de 54 a 50, pero entre los dos partidos mayoritarios pierden 9. Las ganancias van a parar a pequeños grupos, cuyos modestos caudales de votos se ven potenciados por la bajísima participación general en los comicios. Tanto baja la participación y con ella el umbral para entrar en el reparto de escaños, que incluso se anuncia que Los Verdes españoles podrían obtener un escaño en solitario por primera vez en su historia.

Sin embargo, y a pesar del desinterés mayoritario por la política europea (y también por la local), algo parece empezar a moverse. En Francia, el nuevo Partido Anticapitalista del cartero Besancenot puede conseguir el 11% de los votos, y es una incógnita el resultado que pueda alcanzar el Frente de Izquierdas entre los socialistas de izquierda de Melenchon y los restos del PCF. En Alemania, Die Linke sigue progresando firmemente, comiéndole terreno a un despanzurrado SPD. En Italia, algunos antiguos notables ex comunistas intentan agrupar una lista de izquierdas tras el ambiguo juez Di Pietro, mientras que Sinistra Democratica, el recién fundado y nuevamente fracasado PSI y otros restos del naufragio han fletado el enésimo bote salvavidas colectivo; por lo que hace al PD de Veltroni, lo más probable es que en este viaje o en el siguiente se vaya al diablo de una vez por todas.

En síntesis, la ciudadanía europea vuelve la espalda a estos comicios, pero algunos grupos activos de izquierdas tienen la oportunidad de utilizarlos como plataforma de lanzamiento para ulteriores y más ambiciosas metas. Veremos.