Mostrando entradas con la etiqueta ciencia. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta ciencia. Mostrar todas las entradas

jueves, 22 de julio de 2010

Libros para llevar en el equipaje veraniego



Les dejo algunas recomendaciones de lectura, libros que pienso vale la pena meter en el equipaje de verano:

Tres vidas de santos,
de Eduardo Mendoza.
Editorial Seix Barral.
Un volumen integrado por tres novelas cortas, escritas por el mejor Eduardo Mendoza: elegante, sencillo, humorístico, tierno. Descacharrante la primera historia, acerca de un obispo centroamericano que asiste al Congreso Eucarístico celebrado en Barcelona en 1952 y por azares del destino queda varado en esta ciudad. Todo el libro se lee de un tirón.

Viaje al poder de la mente,
de Eduard Punset.
Ediciones Destino.
Eduard Punset nos conduce a través de la caja de sorpresas que es nuestro cerebro, y nos las va descubriendo una por una con lenguaje llano, ameno y sobre todo, didáctico. Mucho más contenido que en algunas de sus apariciones televisivas, Punset se limita en este libro a divulgar contenidos científicos de altura evitando las elucubraciones y otros desmelenes que suelen acompañar al animal televisivo que es.

Amarilis
de Antonio Sarabia,
Editorial Belaqua.
Lo mejor que he leído en novela en castellano en muchos años. Escrita por un mexicano, Amarilis pinta un fresco fascinante de la España del Siglo de Oro, a años luz en cuanto a veracidad, documentación y calidad literaria de las novelitas de espadachines que pergeña cierto gacetillero contemporáneo. Antonio Sarabia se centra en la figura de Lope de Vega, autor teatral cuyos estrenos ocasionaban tumultos en el Madrid de la época. Amarilis arranca precisamente en uno de esos estrenos en un corral de comedias. La trama fluye a la vez en el escenario y en el palco, en el gallinero y en la platea, de modo que la pluma prodigiosa de Sarabia escribe para nosotros a la vez una obra de teatro del siglo XVII que podría haber firmado el mismo Lope de Vega, y un retrato de las costumbres, manías, intereses, intrigas, bajezas y en definitiva de la vida misma de una ciudad que por entonces ya estaba invadidada por los "coches, coches, coches...".

Elogio del panfleto y reivindicación de la demagogia,
de José María Izquierdo.
Editorial La hoja del monte.
Las opiniones del ciudadano José K, que el periodista José María Izquierdo viene publicando ocasionalmente en El País, recogidas ahora en un volumen tan breve como lleno de gracia, calculadamente escrito en el estilo de los periodistas de antaño y rebosante de humor arrebatador y mala leche. José K es un señor mayor y de izquierdas de toda la vida, que sentado en su café de siempre repasa en el periódico los acontecimientos que suceden en España, lo que le hace agarrarse unos cabreos de mil demonios ante el panorama político y social español, dominado por una derecha fascistoide y ladrona y una izquierda timorata y sin sustancia. Verdades como puños, en suma. Con ilustraciones de El Roto.

El honor de la República,
Ángel Viñas.
Editorial Crítica.
Este libro culmina la trilogía dedicada por el profesor Viñas a la Guerra de España. Manejando una documentación abrumadora y desvelada por el propio Viñas en archivos hasta hace poco inaccesibles (en Rusia, singularmente), Ángel Viñas traza un cuadro definitivo de los últimos meses de la República española. Entre sus muchas aportaciones, destacan dos esenciales: la liquidación del mito de Juan Negrín como "agente soviético", que Viñas desmonta pieza a pieza, y la redimensión de la URSS como un país que lejos de practicar la "solidaridad internacionalista" que proclamaba su propaganda, en realidad se aprovechó de la situación de la República para realizar grandes negocios a su costa en el más puro estilo de potencia capitalista rapaz.

miércoles, 2 de junio de 2010

Jinetes mongoles en el Ampurdán




Cuenta Eduardo Punset en su libro "Viaje al poder de la mente" que sus hijas nacieron todas con una mancha azulada en el cóccix (coxis o rabadilla, se decía años atrás). Según dice el mismo Punset, tal señal de nacimiento no es rara entre los habitantes de una pequeña población de la comarca del Ampurdán, de la que proceden los Punset. La explicación se le dieron los médicos en Washington, tras el nacimiento de su tercera hija: esa mancha azulada la tiene la mayoría de la población de Kazajistán, y es herencia genética de los antiguos mongoles.

Resulta que los mongoles se pasaban la vida a caballo, y fruto de esa circunstancia fue la aparición de esa pequeña mancha, originada por el frotamiento del trasero humano con la montura. Hacia el siglo X los mongoles se desparramaron hacia Occidente, y algo más tarde se les cerró el paso, dicen, tras una descomunal batalla en las llanuras húngaras, lo que al parecer no evitó que alguno de aquellos legendarios jinetes llegara hasta el norte de Catalunya y dejara allí su impronta genética.

Claro que Punset no es el único que puede presumir de herencia asiática. Hace tantos años que no quiero ni contarlos, a un servidor le revisó la vista el doctor Ignasi Barraquer, oftalmólogo de fama mundial. Tenía yo cinco años. El hombre me diagnosticó rápidamente astigmatismo miópico, y me recetó llevar gafas de por vida. Luego llamó a su hijo, el doctor Joaquim Barraquer, y le invitó a echarme una ojeada, mientras murmuraba algo así como "qué curioso, qué curioso" . Resulta que según descubrió el doctor Barraquer sólo con examinarme visualmente y palpar mi rostro, la configuración de la estructura ósea que rodea mis ojos proviene al parecer directamente de Extremo Oriente.

Hay infinidad de anécdotas de este estilo. En la provincia de Sevilla existe una comarca donde abundan los hombres altos y rubios: descienden de mercenarios eslavos importados en la época de los Reinos de Taifas hispanomusulmanes, en plena Alta Edad Media. En el norte de Castilla la Vieja y sobre todo en León, en los pueblos se dan desde siempre y con cierta frecuencia tipos pelirrojos y membrudos, muy diferentes de aspecto al tradicional campesino ibérico, chaparro y moreno: son gente en los que dominan genes visigodos, es decir, germánicos, llegados a la Península Ibérica hace milenio y medio.

Pero se puede ir mucho más atrás, incluso más allá de las decenas de miles de años a los que seguramente se remonta el gen extremo-oriental que heredó un servidor. Al parecer los científicos que se dedican a estudiar estos asuntos han comenzado a rastrear, y a encontrar, la presencia de genes neanderthales en poblaciones europeas contemporáneas. Lo cual conduce de cabeza a una verdadera revolución en la Paleontología, y sobre todo en el conocimiento de nosotros mismos y de nuestros orígenes. Resultaría que el Homo Sapiens actual (o Cromagnon, en mis tiempos de estudiante) no sería un "humano" aparecido sobre la Tierra tal como somos ahora, sino que en algún momento de su evolución se habría cruzado con el hasta hace poco considerado semihumano Neanderthal. De ese cruce comienzan a haber algo más que indicios, como los restos fosilizados de un niño descubiertos en Portugal hace algunos años, restos que inequívocamente corresponden a un mestizo directo, probablemente de primera generación, de Homo Sapiens y Neanderthal. En realidad tal vez los Neanderthales no se extinguieron sino que quedaron subsumidos en la nueva especie, mejor adaptada a los nuevos tiempos del mundo posterior a las grandes glaciaciones.

Así que ya ven. Mientras algunos presumen de raza pura quizá haya un bisabuelo suyo que les esté observando muerto de risa, mientras se balancea en el árbol de la Evolución colgado de la cola y está pelando un plátano con sus manitas prensiles.

En la ilustración del post, fragmento de la representación de un combate entre mongoles y rusos, siglo XIII.

jueves, 1 de octubre de 2009

El escándalo Barbacid


Mariano Barbacid es una de las eminencias mundiales en materia de oncología, vulgo lucha contra el cáncer. No les voy a abrumar con el currículum de este personaje, ya que pueden encontrarlo fácilmente en diversos sitios de Internet, aunque en la Wikipedia tiene una entrada rídiculamente cortita. De Barbacid sólo les diré que algún día tendrá una estatua delante de la sede de Naciones Unidas, y también que si éste fuera un país medio civilizado, éste Mariano no podría salir solo a la calle porque la gente se le abalanzaría para pedirle autógrafos como si fuera Cristiano Ronaldo o Belén Esteban. Y perdón por tan odiosa comparación, porque esas dos megaestrellas carpetovetónicas son verdaderas mierdecillas al lado de la importacia real de Mariano Barbacid. Pero así es España, o Espajjnia: idolatra a tarados mentales, e ignora a gentes cuyos nombres deberían bendecir millones de personas cada mañana apenas abren los ojos un día más.

Barbacid se formó en Estados Unidos, en las más prestigiosas instituciones en materia oncológica de la Costa Este. Regresó a España cuando desde el primer gobierno Zapatero se lanzó aquella iniciativa tan sugestiva de repescar talentos científicos españoles exiliados. Mariano Barbacid retornó como director del Centro Nacional de Investigaciones Oncológicas. La prensa lo comparó con un fichaje de la Liga de las Estrellas futbolera, un auténtico "galáctico" que volvía a su patria para poner en marcha un centro que iba a ser pronto punta de lanza mundial en la investigación del cáncer. Por ahí en medio andaba Bernat Soria -otro eminente investigador de las ciencias de la vida y de la muerte- ejerciendo como ministro de Sanidad, así que el éxito de la iniciativa parecía asegurado.

Lo cierto es que desde el primer momento hubo dificultades. Ni se consiguió todo el personal que se deseaba, ni hubo disponibles todos los recursos prometidos. Sin embargo, Barbacid y su gente continuaron trabajando como galeotes y lanzando bombazos en el mundo de la investigación oncológica. Estos tipos han sacado oro del polvo, aunque pocas veces hayan llegado a las páginas especializadas en ciencia y se puedan contar con los dedos de la mano las portadas que nuestros medios han tenido a bien regalarles.

Llegados a este punto, septiembre de 2009, Mariano Barbacid ha tirado la toalla. Los motivos son de fondo y vienen de lejos, como digo, pero la espoleta ha sido el salvaje recorte a la famosa I+D en los Presupuestos Generales del Estado. A Barbacid y en general a los científicos que trabajan para el Estado español los han dejado económicamente en pelotas. Puestos a recortar gastos, Zapatero ha metido la tijera hasta el tuétano en la cultura y la ciencia; la verdad es que a estas alturas de la película lo primero ya tanto da, pero lo segundo... Se conoce que a los austeros rectores de la cosa económica pública española no les preocupa demasiado que sus administrados vayan cascando de cáncer, primera causa de mortalidad entre los españoles. Claro que bien mirado, puede ser incluso un "métido" (es decir, un método fétido) para ahorrarse unos buenos euros en Seguridad Social y sobre todo, en pensiones.

Mientras tanto hay gastos que no disminuyen, ni mucho menos. Por ejemplo, los que generan los 3.000 soldados españoles que siguen jugando a los indios en diversos rincones del mundo; los que produce la flota de guerra española que patrulla el Índico protegiendo los intereses de una docena de empresas pesqueras, verdaderos saqueadores de recursos naturales ajenos; los crecientes de la Iglesia católica, que continúa embolsándose miles de millones de euros en subvenciones directas del Estado o vía colegios "concertados"; las decenas de miles de millones de euros a fondo perdido entregados a las entidades financieras para "reforzar" su capacidad crediticia, de la que por cierto hacen nulo uso ya que no sueltan un crédito ni por la madre que los parió; los que se embuchacan el Consejo Nacional de Deportes y otros órganos de saqueo del dinero público similares, que reciben asimismo carretadas de dinero centrifugado de los bolsillos de los españoles "para promocionar el deporte". Son apenas unas muestras de algunos usos consolidados de los presuntamente austeros Presupuestos Generales del Estado español para 2010. Habiendo esos gastos tan imprescindibles, parece lógico que se le diga a Mariano Barbacid que le van a recortar las asignaciones que su Centro venía recibiendo; la crisis obliga, oiga. Pues el hombre se lo ha tomado a mal y ha dimitido, ya ven.

Ya lo decía Gila, cuando contaba aquél chiste del tipo que se quejaba amargamente después de que en unas fiestas de su pueblo le hubieran abierto la cabeza a pedradas: "¡Coño, si no sabe aguantar bromas, que se vaya del pueblo!". Parece que Barbacid no ha entenido la broma, y efectivamente se va a ir del pueblo. Los hay que no tienen sentido del humor.

En la fotografía que ilustra el post, Mariano Barbacid (izquierda de la imagen) junto a Bernat Soria (derecha).

jueves, 14 de mayo de 2009

Drogas en el aire de nuestras ciudades


Dice la prensa española de hoy que el aire de Barcelona y de Madrid "contiene varias drogas en suspensión y, entre ellas, destaca la cocaína", según un estudio del Consejo Superior de Investigaciones Científica (CSIC).

Hasta 17 substancias consideradas componentes de drogas duras han sido detectadas en el aire de las dos ciudades, "compuestos pertenecientes a cinco clases de drogas: cocaína, anfetaminas, opiáceos, cannabinoides y ácido lisérgico". Las zonas de mayor concentración de drogas en el aire corresponden a la Zona Universitaria de Barcelona y a la Universidad Complutense de Madrid. Los fines de semana son el período de tiempo en que el aire que respiramos está más cargado de substancias estupefacientes.

En el caso de la cocaína, los niveles de concentración en Barcelona superan los de estudios efectuados en otras ciudades europeas, como Roma. La heroína en cambio, reina en la atmósfera madrileña pero tiene escasa presencia en el aire barcelonés. Gustos diferentes, consumos diferentes.

Por raro que parezca, todo esto no viene de nuevo. Ya hace algún tiempo que estudios realizados sobre las aguas residuales de Barcelona señalaron una fuerte presencia en ellas de cocaína, en proporciones que se incrementan notablemente con ocasión de festividades como las de Navidad y Fin de Año.

Uno se barrunta que vivimos en una sociedad que si no ha enloquecido por completo, no anda lejos de hacerlo. De paso, empieza a comprender ciertas actitudes y comportamientos de muchos ciudadanos en la calle, en el trabajo y en los lugares de ocio y diversión, y también las de muchos de nuestros políticos y miembros de las élites que nos pastorean; al parecer basta con abrir la ventana e inspirar profundamente, para que el cerebro se empape en substancias que anulan toda esperanza de raciocinio y autocontrol.

martes, 21 de abril de 2009

Historia y mentira


Un excelente artículo de Félix de Azúa en El País de ayer, señala la facilidad conque las mayores mentiras son bien acogidas en la sociedad contemporánea por un público ansioso de nuevas sensaciones "informativas", en un contexto general de banalización del conocimiento y la cultura.

Azúa cita varios casos que conoce de primera mano, alguno francamente divertido. El del fotógrafo que inventa un alter ego femenino a través del cual da salida con gran éxito a su obra más rompedora, aquella que no se atreve a comercializar bajo su verdadera identidad; el del historiador aficionado que harto de no poder publicar sus trabajos bajo su propio nombre, se inventa un erudito alemán como autor de sus obras, e inmediatamente le llueven las ofertas editoriales; y el más esperpéntico de todos, el provocado por el propio Azúa cuando en un artículo de hace apenas unos días publicado en el mismo diario trazaba una más que falsa, delirante biografía del pintor Francis Bacon, al que atribuía la personalidad de un miembro de la más vulgar, gris y conformista clase media inglesa: "felizmente casado, dos hijos, votante del Partido Conservador, empleado de seguros y turista en la Costa Brava". Para acabar de adobar el artículo Azúa convertía a Velázquez en transexual, lo que según confiesa era un guiño a los lectores "por si algún despistado" se tragaba todo lo explicado hasta allí.

Lo increíble, cuenta Azúa, han sido las reacciones posteriores que le han llegado. Hubo quienes creyeron a pies juntillas las falsas informaciones y aún ahondaron en ellas (impagable el "feministo" que felicita a Azúa por "sacar de la oscuridad" a la inventada mujer de Bacon); y también quienes, desde el pedestal de su sesuda formación, le han llenado de improperios por mentiroso, incapaces de percatarse de la broma a pesar de su grosor y evidencia.

La lección que deduce Félix de Azúa es de altura. "He aquí una última enseñanza de por qué es peligroso mentir cuando se escribe la historia: es bastante probable que mucha gente te crea, sobre todo, si es algo por completo increíble".

Ocurre que mentir a sabiendas y hacerlo de modo increíble, y por tanto, según la tesis de Azúa, ampliamente aceptado, es en España oficio de mucha gente, profesionales o simples aficionados, dedicados a escribir/reescribir la historia. Los nombres están en la mente de todos.
En la imagen que ilustra el post, el pintor Francis Bacon.

viernes, 5 de diciembre de 2008

Judíos, moros y cristianos


Hace cuarenta y tantos años, siendo yo un crío, me visitó el eminente oculista Joaquim Barraquer (padre). Tras explorarme y diagnosticarme astigmatismo miópico, llamó a varios colaboradores y les explicó en mi presencia que ciertas características oculares y de estructura ósea facial mías remitían a una ascendencia remota originaria de Extremo Oriente. Como digo, yo entonces era un niño que comenzaba el colegio, pero esas palabras del eminente médico se me quedaron grabadas para siempre. En aquellos tiempos aún no se hablaba de genética, al menos para el gran público.

Hoy día la genética está de moda, y algunos estudios que se están realizando vienen a corroborar esas ideas de que los humanos somos gente de culo inquieto, animales migrantes que a lo largo de la historia de nuestra especie no hemos parado de ir de aquí para allá. Recuerden además que los seres humanos compartimos el 99% de nuestro material genético con los chimpancés y el 65% con las moscas; qué no compartiremos pues con otros individuos de nuestra misma especie con los que nos hemos ido cruzando por el camino.

Uno de estos estudios acaba de hacerse público y arroja resultados sorprendentes y apasionantes al tiempo. Resulta que, como titula El País de hoy "El 30% de los españoles tiene huella genética de su origen judío o magrebí". Concretamente, un 11% serían (seríamos) descendientes de norteafricanos y un 20% de sefardíes; estamos hablando de cuatro millones de españoles "moros genéticos" y otros ocho millones de "judíos genéticos". Así que ya ven, de purezas raciales por estos pagos nada de nada.

El estudio lo ha llevado a cabo "un consorcio de científicos británicos, españoles, portugueses, franceses e israelíes". Los datos genéticos que han recogido dan cuenta de "un alto nivel de conversión, voluntaria o forzosa, impulsada por episodios históricos de intolerancia social y religiosa, y que condujo a la integración de los descendientes". Traducido al lenguaje común, resulta que las expulsiones de judíos en época de los Reyes Católicos y de moriscos en la de Felipe III se limitaron a las poblaciones que persistieron en su fé y su cultura originarias, pero no pudieron alcanzar a quienes de grado o por fuerza habían adoptado las cristianas; diluidos entre la población cristiana, éstos pasaron desapercibidos y se mezclaron con el grupo étnico-cultural mayoritario hasta perder la memoria de su origen.

Lo más curioso del caso es que la mayoría de descendientes de "cristianos nuevos" se concentran en zonas donde en principio no se pensaba que la influencia de esos ancestros hubiera sido grande. Por ejemplo, los descendientes de norteafricanos ("moros") se concentran en un 20% en Galicia y en un 22% en Castilla-León, dos de las zonas más aparentemente "arias" de la Península, en tanto los cromosomas de origen sefardí aparecen distribuidos por todo el territorio de forma más equilibrada, salvo en el noreste de Castilla, Catalunya y los Pirineos, donde son casi inexistentes. La explicación de los científicos es que los magrebíes que residían mayoritariamente en Andalucía, Valencia y Murcia fueron expulsados al no adjurar de su fé, y en cambio los pocos que habían en el noroeste peninsular aceptaron el cristianismo y se diluyeron entre la población, a la que en generaciones siguientes fueron traspasando su información genética; del mismo modo, las grandes concentraciones de judíos practicantes en Catalunya debieron salir del país quedando apenas unos pocos conversos, en contraste con el resto de España donde una gran cantidad de conversos, "cristianos nuevos", se habrían mimetizado rápidamente entre el resto de la población, persistiendo su rastro genético hasta hoy.

Un tema apasionante, sobre el que habrá que volver.