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martes, 16 de diciembre de 2008

Georges Moustaki y España



A principios de los años ochenta, el cantautor greco/egipcio/francés Georges Moustaki solicitó la nacionalidad española al recién constituido gobierno de Felipe González (noviembre de 1982). Recuerdo que me desagradó profundamente la negativa que obtuvo el gesto de Moustaki; más cuando al cabo de algunos años, ése mismo gobierno concedió la nacionalidad a personas como por ejemplo Mario Vargas Llosa, quien además de ser ciertamente un grandísimo escritor es también un notorio reaccionario.

Nacido en Alejandría de Egipto, Georges Moustaki tiene sangre judía (sefardita) y griega. Ya antes de venir al mundo, tuvo una tía que a la edad de cinco años hablaba inglés a la perfección... a pesar de que en su pueblo natal griego, en pleno siglo XIX, nadie conocía una sola palabra de ese idioma; cosas de la magia mediterránea. Siendo casi un adolescente, Moustaki fue amante de Edith Piaf, y autor de sus letras más celebradas. Al contrario que Vargas Llosa, Moustaki hace ya más de medio siglo que es un referente ético y estético de la izquierda europea y global, incluso desde muchos años antes de que se inventara éste último término. Del amor que siente "Le méteque" (el extranjero vagabundo) por España, dan cuenta sus infinitos gestos de solidaridad con la oposición antifranquista en los años sesenta y setenta del pasado siglo. Así que Moustaki se merecía ése reconocimiento como nadie.

A pesar del rechazo inicial -que desconozco si fue subsanado en años posteriores-, el sentimiento proespañol de este hijo de la diáspora hispanojudía jamás ha cedido un ápice. Y en justa correspondencia, en ningún otro país fuera de Francia arrastra Moustaki multitudes como en España. A lo largo de los años, Georges Moustaki ha enviado a España -a "su" España, obviamente- muy bellos mensajes, como esta "Espagne al coeur" cuya letra les traigo hoy aquí, y donde se dicen cosas tan hermosas como este verso: "Tierra desconocida y familiar, donde surgen en el polvo mis recuerdos bimilenarios, mis recuerdos bimilenarios".

Esta es la letra íntegra en francés:

Espagne au coeur

Fils de Tolède ou de Grenade,
Tous mes ancêtres séfarades
Ont pris la route des nomades
Ont pris la route des nomades

[Refrain:]

L'Espagne au coeur de ma guitare
Des Asturies à Gibraltar
L'Espagne au fond de ma mémoire
De la Galice aux Baléares
Ma soeur latine et africaine,
Ma soeur méditerranéenne,
Le même sang coule en nos veines
Le même sang coule en nos veines

[au Refrain]

Terre inconnue et familière
Où surgissent dans la poussière
Mes souvenirs bimillénaires
Mes souvenirs bimillénaires

[au Refrain]

Impératrice sans empire,
Pasionaria, sainte et martyre,
Ivre de vivre et d'en mourir
Ivre de vivre et d'en mourir

[au Refrain]

viernes, 5 de diciembre de 2008

Judíos, moros y cristianos


Hace cuarenta y tantos años, siendo yo un crío, me visitó el eminente oculista Joaquim Barraquer (padre). Tras explorarme y diagnosticarme astigmatismo miópico, llamó a varios colaboradores y les explicó en mi presencia que ciertas características oculares y de estructura ósea facial mías remitían a una ascendencia remota originaria de Extremo Oriente. Como digo, yo entonces era un niño que comenzaba el colegio, pero esas palabras del eminente médico se me quedaron grabadas para siempre. En aquellos tiempos aún no se hablaba de genética, al menos para el gran público.

Hoy día la genética está de moda, y algunos estudios que se están realizando vienen a corroborar esas ideas de que los humanos somos gente de culo inquieto, animales migrantes que a lo largo de la historia de nuestra especie no hemos parado de ir de aquí para allá. Recuerden además que los seres humanos compartimos el 99% de nuestro material genético con los chimpancés y el 65% con las moscas; qué no compartiremos pues con otros individuos de nuestra misma especie con los que nos hemos ido cruzando por el camino.

Uno de estos estudios acaba de hacerse público y arroja resultados sorprendentes y apasionantes al tiempo. Resulta que, como titula El País de hoy "El 30% de los españoles tiene huella genética de su origen judío o magrebí". Concretamente, un 11% serían (seríamos) descendientes de norteafricanos y un 20% de sefardíes; estamos hablando de cuatro millones de españoles "moros genéticos" y otros ocho millones de "judíos genéticos". Así que ya ven, de purezas raciales por estos pagos nada de nada.

El estudio lo ha llevado a cabo "un consorcio de científicos británicos, españoles, portugueses, franceses e israelíes". Los datos genéticos que han recogido dan cuenta de "un alto nivel de conversión, voluntaria o forzosa, impulsada por episodios históricos de intolerancia social y religiosa, y que condujo a la integración de los descendientes". Traducido al lenguaje común, resulta que las expulsiones de judíos en época de los Reyes Católicos y de moriscos en la de Felipe III se limitaron a las poblaciones que persistieron en su fé y su cultura originarias, pero no pudieron alcanzar a quienes de grado o por fuerza habían adoptado las cristianas; diluidos entre la población cristiana, éstos pasaron desapercibidos y se mezclaron con el grupo étnico-cultural mayoritario hasta perder la memoria de su origen.

Lo más curioso del caso es que la mayoría de descendientes de "cristianos nuevos" se concentran en zonas donde en principio no se pensaba que la influencia de esos ancestros hubiera sido grande. Por ejemplo, los descendientes de norteafricanos ("moros") se concentran en un 20% en Galicia y en un 22% en Castilla-León, dos de las zonas más aparentemente "arias" de la Península, en tanto los cromosomas de origen sefardí aparecen distribuidos por todo el territorio de forma más equilibrada, salvo en el noreste de Castilla, Catalunya y los Pirineos, donde son casi inexistentes. La explicación de los científicos es que los magrebíes que residían mayoritariamente en Andalucía, Valencia y Murcia fueron expulsados al no adjurar de su fé, y en cambio los pocos que habían en el noroeste peninsular aceptaron el cristianismo y se diluyeron entre la población, a la que en generaciones siguientes fueron traspasando su información genética; del mismo modo, las grandes concentraciones de judíos practicantes en Catalunya debieron salir del país quedando apenas unos pocos conversos, en contraste con el resto de España donde una gran cantidad de conversos, "cristianos nuevos", se habrían mimetizado rápidamente entre el resto de la población, persistiendo su rastro genético hasta hoy.

Un tema apasionante, sobre el que habrá que volver.