Les dejo una selección de sitios donde comer dando una vuelta completa al mundo y haciendo escala en las ocho ciudades en las que siguiendo ese trayecto, recalé durante el pasado mes de septiembre.
Cada uno de los ocho restaurantes es por su carta y por sí mismo, un lugar emblemático que vale la pena conocer.
1. La fonda del refugio (Ciudad de México).
Situado en plena Zona Rosa –es decir, en el centro comercial y de negocios de la capital mexicana-, “La fonda del refugio” es un local estrella dentro de la reducida nómina de restaurantes capitalinos que ofrecen auténtica gastronomía mexicana. Su cocina recorre todas las especialidades del país, y tienen el detalle de ofrecer platos en los que la presencia de picante se adecua al gusto europeo.
El local se halla agradablemente decorado como si fuera realmente una fonda de pueblo mexicano. La amabilidad y profesionalidad de sus camareros puede parecer incluso sorprendente en estos tiempos que corren; déjese aconsejar por ellos, y cenará como un príncipe azteca.
Para acompañar, pida vino tinto de Baja California. Y tras el postre y para facilitar la digestión, nada como unos vasitos de tequila con limón y sal acompañados de “sangrita”.
2. Donde Augusto (Santiago de Chile).
El Mercado Central de Santiago se halla próximo al núcleo de calles peatonales y centros comerciales de la capital chilena, y ocupa un edificio de estructura metálica que recuerda a los mercados europeos del siglo XIX. Actualmente todo él está destinado a acoger restaurantes especializados en pescados y mariscos, el más célebre de los cuales es “Donde Augusto”.
En “Donde Augusto” sirven frutos del mar de calidad extraordinaria, preparación sencilla y precio más que razonable para el bolsillo europeo, en un concepto de local a medias entre la marisquería clásica y el bar de tapas español.
Acompañe la comida con cualquier vino blanco chileno bien frío; todos son excelentes.
3. La taverne du pecheur (Hanga Roa).
En el diminuto puerto de Hanga Roa, el pequeño poblado que ejerce como capital de la isla de Pascua, está “La taverne du pecheur”, un restaurante de pescado y frutos del mar sencillamente memorable. El local, pequeño y limpio, ocupa una auténtica cabaña de pescador, y está decorado con un sinfín de objetos marineros.
A la entrada del restaurante hay un rótulo en el que un simpático Obelix carga con un moai en vez del tradicional menhir, en lo que constituye toda una declaración de principios de su propietario, un francés amistoso y parlanchín con el que es un placer conversar. El hombre tiene además un parecido asombroso con el famoso personaje de las historietas de Goscinny y Uderzo.
Las materias primas usadas en su sopa de pescado, el pez “pissi” al horno y las langostas de medio kilo, entre otros deliciosos platos, son capturadas cada noche por los pescadores que amarran frente a este lugar atractivo y acogedor. Acompañe con vinos blancos chilenos. Después, con el café, pida una copita de Calvados, y ya tendrá para siempre un lugar en el corazón del propietario.
Eso sí, a la hora de encargar los platos tenga en cuenta que las raciones son mastodónticas, verdaderamente a la altura de la voracidad de un Obelix.
4. Le Rètro (Papeete).
“Le Rètro” es la terraza más célebre de Papeete, la capital de Tahití. El local, una mescolanza de cervecería, bistrot y cafetería, se abre sobre el puerto y el paseo marítimo de la pequeña ciudad capital de la Polinesia Francesa.
Al mediodía y al atardecer la terraza suele estar llena, pero dentro del local encontrará espacio suficiente y además podrá dar un vistazo a su decoración interior, que no desmerece de un bistrot del Quartier Latin parisino.
En “Le Rètro” ofrecen platos ligeros, y resulta muy aconsejable para tomar algo rápido por la noche. Pida alguna ensalada completa o sus pizzas de masa fina, y acompañe con la deliciosa y refrescante cerveza tahitiana Hinano.
5. Jordon’s (Sidney).
El restaurante “Jordon’s” se encuentra en Darling Harbour, la marina de Sidney, muy cerca del Museo Marítimo y casi enfrente, al otro lado del puerto, del Acuarium.
El local es moderno y luminoso, con cierto aire mediterráneo –como todo Darling Harbour, por otra parte-, y dispone de terraza abierta sobre el paseo marítimo que circunda el antiguo puerto.
En “Jordon’s” se come “sea food”, es decir, frutos del mar. En su carta se encuentra desde la pura cocina del Mediterráneo –mejillones al vapor, por ejemplo-, hasta aproximaciones muy logradas a la cocina oriental del mar; excelente su “sashimi”, y algo menor en nivel su pasta con “sea food”.
Acompañe con vinos australianos –el precio de los vinos europeos allí es prohibitivo-: son aceptables para el paladar europeo, aunque aún estén lejos de alcanzar un nivel competitivo con los caldos del Viejo Continente.
6. Harbour View (Manila).
En en el barrio La Luneta de Manila, a tiro de piedra de Rizal Park y de Ermita, hay media docena de restaurantes apiñados junto al mar. Uno de ellos, “Harbour View”, ocupa un antiguo pantalán que se introduce en el mar de la bahía de Manila, como un dedo frágil batido por los vientos y la lluvia durante la temporada húmeda.
“Harbour View” es un lugar austero, sin lujos decorativos y una carta más bien corta, pero donde se ofrecen productos del mar de mucho interés. Pruebe sus estupendos calamares rebozados, herencia española, y el magnífico Blue Merlin, lomo de pescado de la zona.
Para beber, cerveza San Miguel en versión filipina, una pilsen que dicen es la mejor cerveza del mundo y que, como mínimo, es equiparable a las grandes pilsen checas.
Precios muy asequibles para cualquier bolsillo, y personal discreto y rápido.
7. King’s-Lodge (Hong Kong).
En pleno corazón de Kowloon, en Chatam Road South, “King’s-Lodge” ofrece cocina tradicional china con un toque de modernidad. Vegetales, pescados y fideos combinan olores, sabores y texturas en una sinfonía a veces difícil para el paladar occidental.
Lo mejor de la experiencia de comer en “King’s-Lodge” es sin duda el descubrimiento de una cocina auténtica y milenaria, que nada tiene que ver con el adocenamiento de la restauración supuestamente china que se practica en Europa y América.
Sus platos aportan sorpresas que en ocasiones pueden dejarnos perplejos en cuanto a la variedad de ingredientes y a sus características individuales, pero el conjunto es siempre agradable y delicado. Para beber, agua, refrescos o cerveza San Miguel filipina.
8. Aneka Rasa (Amsterdam).
El restaurante Aneka Rasa de Amsterdam se anuncia como “auténtico restaurante indonesio”, una forma de diferenciarse de la multitud de restaurantes de cocina sucedánea de este país del Sudeste Asiático, cuya gastronomía al parecer encanta a los holandeses, sus antiguos colonizadores.
El caso es que realmente, Aneka Rasa ofrece platos de calidad y ceñidos a la realidad culinaria del recetario indonesio sin concesiones ni aggiornamientos, en un ambiente cuidadamente espacioso, minimalista y pulcro.
La cocina indonesia resulta variada, delicada y sabrosa. En ella son omnipresentes el arroz y las especias picantes, y se notan fuertes influencias de culturas gastronómicas próximas como la India, China y Malasia. Sopas, carnes y pescados constituyen la base de sus platos, todos recomendables.
Para beber, zumos de frutas, vino por copas o cerveza Oud Bruin de Heineken, una magnífica cerveza negra un punto dulce que fabrica la conocida marca holandesa líder de las cerveceras europeas.
1. La fonda del refugio (Ciudad de México).
Situado en plena Zona Rosa –es decir, en el centro comercial y de negocios de la capital mexicana-, “La fonda del refugio” es un local estrella dentro de la reducida nómina de restaurantes capitalinos que ofrecen auténtica gastronomía mexicana. Su cocina recorre todas las especialidades del país, y tienen el detalle de ofrecer platos en los que la presencia de picante se adecua al gusto europeo.
El local se halla agradablemente decorado como si fuera realmente una fonda de pueblo mexicano. La amabilidad y profesionalidad de sus camareros puede parecer incluso sorprendente en estos tiempos que corren; déjese aconsejar por ellos, y cenará como un príncipe azteca.
Para acompañar, pida vino tinto de Baja California. Y tras el postre y para facilitar la digestión, nada como unos vasitos de tequila con limón y sal acompañados de “sangrita”.
2. Donde Augusto (Santiago de Chile).
El Mercado Central de Santiago se halla próximo al núcleo de calles peatonales y centros comerciales de la capital chilena, y ocupa un edificio de estructura metálica que recuerda a los mercados europeos del siglo XIX. Actualmente todo él está destinado a acoger restaurantes especializados en pescados y mariscos, el más célebre de los cuales es “Donde Augusto”.
En “Donde Augusto” sirven frutos del mar de calidad extraordinaria, preparación sencilla y precio más que razonable para el bolsillo europeo, en un concepto de local a medias entre la marisquería clásica y el bar de tapas español.
Acompañe la comida con cualquier vino blanco chileno bien frío; todos son excelentes.
3. La taverne du pecheur (Hanga Roa).
En el diminuto puerto de Hanga Roa, el pequeño poblado que ejerce como capital de la isla de Pascua, está “La taverne du pecheur”, un restaurante de pescado y frutos del mar sencillamente memorable. El local, pequeño y limpio, ocupa una auténtica cabaña de pescador, y está decorado con un sinfín de objetos marineros.
A la entrada del restaurante hay un rótulo en el que un simpático Obelix carga con un moai en vez del tradicional menhir, en lo que constituye toda una declaración de principios de su propietario, un francés amistoso y parlanchín con el que es un placer conversar. El hombre tiene además un parecido asombroso con el famoso personaje de las historietas de Goscinny y Uderzo.
Las materias primas usadas en su sopa de pescado, el pez “pissi” al horno y las langostas de medio kilo, entre otros deliciosos platos, son capturadas cada noche por los pescadores que amarran frente a este lugar atractivo y acogedor. Acompañe con vinos blancos chilenos. Después, con el café, pida una copita de Calvados, y ya tendrá para siempre un lugar en el corazón del propietario.
Eso sí, a la hora de encargar los platos tenga en cuenta que las raciones son mastodónticas, verdaderamente a la altura de la voracidad de un Obelix.
4. Le Rètro (Papeete).
“Le Rètro” es la terraza más célebre de Papeete, la capital de Tahití. El local, una mescolanza de cervecería, bistrot y cafetería, se abre sobre el puerto y el paseo marítimo de la pequeña ciudad capital de la Polinesia Francesa.
Al mediodía y al atardecer la terraza suele estar llena, pero dentro del local encontrará espacio suficiente y además podrá dar un vistazo a su decoración interior, que no desmerece de un bistrot del Quartier Latin parisino.
En “Le Rètro” ofrecen platos ligeros, y resulta muy aconsejable para tomar algo rápido por la noche. Pida alguna ensalada completa o sus pizzas de masa fina, y acompañe con la deliciosa y refrescante cerveza tahitiana Hinano.
5. Jordon’s (Sidney).
El restaurante “Jordon’s” se encuentra en Darling Harbour, la marina de Sidney, muy cerca del Museo Marítimo y casi enfrente, al otro lado del puerto, del Acuarium.
El local es moderno y luminoso, con cierto aire mediterráneo –como todo Darling Harbour, por otra parte-, y dispone de terraza abierta sobre el paseo marítimo que circunda el antiguo puerto.
En “Jordon’s” se come “sea food”, es decir, frutos del mar. En su carta se encuentra desde la pura cocina del Mediterráneo –mejillones al vapor, por ejemplo-, hasta aproximaciones muy logradas a la cocina oriental del mar; excelente su “sashimi”, y algo menor en nivel su pasta con “sea food”.
Acompañe con vinos australianos –el precio de los vinos europeos allí es prohibitivo-: son aceptables para el paladar europeo, aunque aún estén lejos de alcanzar un nivel competitivo con los caldos del Viejo Continente.
6. Harbour View (Manila).
En en el barrio La Luneta de Manila, a tiro de piedra de Rizal Park y de Ermita, hay media docena de restaurantes apiñados junto al mar. Uno de ellos, “Harbour View”, ocupa un antiguo pantalán que se introduce en el mar de la bahía de Manila, como un dedo frágil batido por los vientos y la lluvia durante la temporada húmeda.
“Harbour View” es un lugar austero, sin lujos decorativos y una carta más bien corta, pero donde se ofrecen productos del mar de mucho interés. Pruebe sus estupendos calamares rebozados, herencia española, y el magnífico Blue Merlin, lomo de pescado de la zona.
Para beber, cerveza San Miguel en versión filipina, una pilsen que dicen es la mejor cerveza del mundo y que, como mínimo, es equiparable a las grandes pilsen checas.
Precios muy asequibles para cualquier bolsillo, y personal discreto y rápido.
7. King’s-Lodge (Hong Kong).
En pleno corazón de Kowloon, en Chatam Road South, “King’s-Lodge” ofrece cocina tradicional china con un toque de modernidad. Vegetales, pescados y fideos combinan olores, sabores y texturas en una sinfonía a veces difícil para el paladar occidental.
Lo mejor de la experiencia de comer en “King’s-Lodge” es sin duda el descubrimiento de una cocina auténtica y milenaria, que nada tiene que ver con el adocenamiento de la restauración supuestamente china que se practica en Europa y América.
Sus platos aportan sorpresas que en ocasiones pueden dejarnos perplejos en cuanto a la variedad de ingredientes y a sus características individuales, pero el conjunto es siempre agradable y delicado. Para beber, agua, refrescos o cerveza San Miguel filipina.
8. Aneka Rasa (Amsterdam).
El restaurante Aneka Rasa de Amsterdam se anuncia como “auténtico restaurante indonesio”, una forma de diferenciarse de la multitud de restaurantes de cocina sucedánea de este país del Sudeste Asiático, cuya gastronomía al parecer encanta a los holandeses, sus antiguos colonizadores.
El caso es que realmente, Aneka Rasa ofrece platos de calidad y ceñidos a la realidad culinaria del recetario indonesio sin concesiones ni aggiornamientos, en un ambiente cuidadamente espacioso, minimalista y pulcro.
La cocina indonesia resulta variada, delicada y sabrosa. En ella son omnipresentes el arroz y las especias picantes, y se notan fuertes influencias de culturas gastronómicas próximas como la India, China y Malasia. Sopas, carnes y pescados constituyen la base de sus platos, todos recomendables.
Para beber, zumos de frutas, vino por copas o cerveza Oud Bruin de Heineken, una magnífica cerveza negra un punto dulce que fabrica la conocida marca holandesa líder de las cerveceras europeas.
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