Mi madre acaba de regresar de su pueblo natal, adonde fue hace unos días para vender la casa de su abuela, que ha permanecido cerrada durante años, y ha vuelto cargada con una caja de fotos y papeles antiguos.
Después de darle un primer vistazo al material, he encontrado verdaderos tesoros para un aficionado a la genealogía y también para el simple curioso. Hay cosas ahí realmente extraordinarias, como las capitulaciones matrimoniales de mis tatarabuelos por línea materna, fechadas en 1876.
Pero lo más interesante es la parte de documentación gráfica y en papel y los otros objetos que se relacionan con mi bisabuelo materno. Hay por ejemplo fotos suyas fechadas en Manila, donde estuvo destinado como soldado colonial durante la guerra de Filipinas. También unas toallas de hilo que parecen recién confeccionadas, y que mi madre recordaba haber visto cuidadosamente guardadas, sin usar, hace más de sesenta años.
En una de esas fotos mi bisabuelo aparece, uniformado, de pie junto a otros cuatro soldados. La foto está hecha en un estudio fotográfico de Manila llamado "La Paz", que según reza en el cartón sobre el que va montada, estaba en la calle Nueva. Ayer me puse a buscar en Internet, y resulta que "Nueva street" sigue existiendo hoy día (la encontré con plano y todo en el callejero que aparece en la web del Ayuntamiento de Manila), y que según el blog de un joven arquitecto filipino entusiasta del patrimonio colonial de la capital de su país, esta calle es la arteria principal de la diversión en Chinatown, y está llena de cafés y casas de comida popular. Ahora bien, Chinatown linda con Intramuros, la vieja ciudad colonial. La conclusión parece obvia: hace siglo y pico, la calle Nueva de Manila ya era un lugar de diversión conocido al que iban los soldaditos españoles, y por tanto allí acudió una cuadrilla, entre otras, de alegres veinteañeros que, a quince mil kilómetros de su casa, se hicieron una foto de recuerdo en la que aparece un campesino aragonés mostachudo, de cara redonda y aspecto agradable: mi bisabuelo Donato Navarro Mairal.
La vida, de tanto en tanto, nos hace estos guiños desde los pliegues de nuestra propia memoria individual y colectiva.
Lo que más me ha llamado la atención, con todo, es un documento que parece la licencia militar y a la vez una especie de pasaporte franco para tomar trenes o barcos, expedido en Barcelona en 1900 a nombre de mi bisabuelo, al que se declaraba desmovilizado en el momento de desembarcar en España. El documento además le adjudica una paga de haberes y otros conceptos de 120 pesetas, una fortuna en la época.
Ahora bien, la guerra de Filipinas acabó en 1898. La paz con los norteamericanos se firmó en París en diciembre de ese año, lo que significa que si mi bisabuelo regresó a España desembarcando en Barcelona en 1900, pasó los dos años anteriores en Filipinas como prisionero de guerra. Por lo que he leído en Internet, una vez finalizada la guerra tras la caída de Manila quedaron entre 8.000 y 15.000 soldados españoles prisioneros de los filipinos.
En fin, dado que en estos papeles figura el nombre de la unidad militar precisa en la que sirvió Donato, estoy pensando en intentar reconstruir sus movimientos y los de su unidad desde que fue movilizado y salió de su pueblo en Huesca hasta su retorno vía Barcelona. Habrá que recurrir a los archivos militares; deséenme suerte.
Les pondré al corriente de mis avances en el conocimiento de esta vida, que al cabo está en el origen de mí mismo y que, en cierto modo, encarna y ejemplifica también los orígenes de muchos de ustedes.
2 comentarios:
La Verdad es que no se como funciona este blogg, pero me ha parecido interesantisimo esta historia así que espero y me gustria poder contactar con el interesado, dado que estoy en cierta medida recopilando información sobre los soldados españoles en las guerras del 98.
Y en este texto hay muchos datos interesantes.
Saludos.
Repatriados
Hola José Luis,
Te dejo mi correo electrónico, por si quieres escribirme allí:
joaquim@pisa-bcn.net
Un saludo.
Joaquim
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