Cuenta El País de hoy que al finalizar unas maniobras militares, un vicemariscal del aire británico, un tal Walker, ha largado una perorata a sus hombres a cuenta de la histeria antiterrorista en que viven los súbditos de su Graciosa Majestad por gentileza del gobierno del señor Blair. Hasta aquí nada nuevo bajo el sol.
Lo novedoso vino inmediatamente después, cuando al acabar su soflama el jefazo militar quiso saber si sus hombres estaban preparados para "estrellar su aeronave con el fin de destruir un vehículo que transportara a un comandante talibán o de Al Qaeda"; en resumidas cuentas, el vicemariscal Walker preguntó a sus pilotos si en caso de quedarse sin munición y como último recurso, estarían dispuestos a convertirse en kamikazes.
La respuesta de uno de ellos muestra que incluso en la milicia sigue quedando gente con sentido común: "¡Después de usted, señor!. Estaría dispuesto a intentarlo, pero sólo después de que el vicemariscal del aire me muestre cómo hacerlo", soltó uno de los pilotos según el diario Sun.
Que se sepa, los loqueros aún no le han puesto la camisa de fuerza al vicemariscal. En todo caso, alguien debería ir pensando en cesar a este zopenco, remedo de aquél otro chalado con galones que bordó el genial Peter Sellers en "Dr. Strangelove" ("Teléfono rojo, volamos hacia Moscú", en España).
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