Acabado el espectáculo -más bien escaso- ofrecido por las recientes elecciones al Parlamento europeo, resta hacer repaso del papel jugado en ellas por las múltiples formaciones de izquierdas de toda clase que se presentaban a estos comicios. De modo general cabe hablar de un fuerte retroceso de todas las opciones que se reclaman de izquierdas, excepción hecha de las formaciones de carácter verde-ecologista que en algunos estados, como Francia, logran un avance considerable aunque quizá inducido por la baja participación, que en teoría ha funcionado (menos de lo que se decía) como propulsor de pequeños partidos a los que ha permitido conseguir escaños, gracias precisamente a la rebaja del umbral de votos requeridos, consecuencia de esa baja participación.
En todo caso, y para hacer un rápido examen, se pueden agrupar las formaciones europeas de izquierdas en tres grandes grupos en función de los resultados obtenidos en esos comicios:
1. Izquierdas emergentes: Pocos partidos que se reclamen de izquierdas han obtenido buenos resultados. Mención especial merece el Front de Gauche (FG) francés formado por los socialistas de izquierda y los restos del PCF, que en su debut se ha acercado al 7% superando ampliamente al Partido Anticapitalista de Olivier Besancenot. La sorpresa la ha dado la lista ecologista francesa, que ha disputado al PS la condición de segunda fuerza por número de votos y de escaños. Y poco más. Formaciones como Die Linke alemán parecen haber detenido su crecimiento, y la coalición británica Respect se ha partido en dos gracias a la labor de zapa llevada a cabo por los trostkystas del SWP. Otras formaciones de izquierda renovadora como el Bloco d'Esquerda portugués han logrado pequeños avances.
2. Izquierdas declinantes: el nuevo desastre de las izquierdas italianas, desde el enésimo desplome anunciado del Partito Democratico a la alianza de naúfragos sellada entre Reconstrucción Comunista y el Partido de los Comunistas Italianos, pasando por el acuerdo liliputiense de socialistas, socialdemócratas y reformistas varios que intentó liderar Sinistra Democratica, no tiene una vez más paliativos. La única lista que mejora algo sus resultados llevando la etiqueta de "izquierda", es el artefacto fabricado a la medida del siniestro juez Di Pietro, el mejor aliado de Berlusconi en la voladura de la I República, reconvertido ahora a una izquierda "católica y social" que apesta a ultraderecha. Fuera de Italia, continua el desplome de los viejos dinosaurios socialdemócratas (el SPD alemán, el PS francés), alguno de ellos amenazado de pronta extinción (caso del laborismo británico), y otros en franco retroceso (como el PS portugués). Sólo en Grecia y por razones de política coyuntural, avanzan algo los socialdemócratas. En lo que respecta a los partidos comunistas tradicionales, continúa en toda Europa su proceso de jibarización o de directa desaparición, según casos. La llamada "izquierda alternativa", por su parte, simplemente apenas hace acto de presencia, a pesar de las esperanzas puestas en formaciones nuevas como el PA francés. La IU española sigue su camino hacia la desaparición, perdiendo en esta convocatoria el 10% de los votos obtenidos hace 5 años.
3. Izquierdas encalladas: partidos como el PSOE español, la socialdemocracia sueca y la austríaca, simplemente quedan varados en posiciones estancadas. Retroceden levemente, pero lo que es evidente es que no avanzan y al parecer, pasará mucho tiempo antes de que logren hacerlo. Sus bases sociales aguantan tozudamente, y saben que no hay alternativa para ellos en las derechas y tampoco en el mercado de baratillo de las izquierdas grupusculares. En el este de Europa, las izquierdas oscilan entre la desaparición y el estancamiento, incapaces de sacudirse la en su caso no siempre injusta identificación con los regímenes satélites del Imperio soviético.
La radiografía es pues, desalentadora. Ante una derecha cada vez más virada hacia la extrema derecha y una extrema derecha agazapada mientras va situando peones por toda Europa, no hay una respuesta de las izquierdas en el espacio europeo que sea no ya global, sino ni siquiera movilizadora en el interior de sus respectivos países. La crisis de la izquierda europea es obviamente parte de la que sufre esta ideología a nivel mundial, pero en Europa tiene características y matices que la hacen quizá más preocupante que en otras zonas.
En la imagen, mitin del Front de Gauche en el pabellón Zenith, de París, en marzo de 2009.
3 comentarios:
Inútil sería fingir que el tema no me preocupa, por lo que no finjo y lo digo: Me preocupa el varapalo sufrido por los partidos de izquierda en las últimas elecciones.
Y como dices, las causas pueden ser muchísimas, entre ellas, que los partidos socialdemócratas en el poder son cada vez menos socialdemócratas en sus políticas.
También pesaría la crisis mundial que aunque gestábase ya durante los años de gobierno de Aznar explota durante el gobierno de Zapatero siendo este, para muchos, el responsable de lo que pasa, además de ser responsable de no solucionar lo que pasa.
Prometo volver sobre este artículo un poco más lúcido, anque no sé si la lucidez es uno de mis estados más frecuentes.
Un abrazo.
Sergio, quizá es que ya no haya espacio político y pronto ni social para una izquierda que no osa decir su nombre.
Tal vez haya que ponerse de una vez por todas a repensar la izquierda, simultáneamente desde dentro y desde fuera de los partidos y organizaciones. Una especie de Estados Generales Mundiales de la Izquierda, que convocaran desde los social-liberales honestos a los anarquistas posibilistas pasando por todas las gamas y matices de las izquierdas sobrevivientes.
Un abrazo.
Coincido Joaquim, además debería cambiarse la forma de decir las cosas porque a veces, cuando escucho ciertos discursos o leo ciertos textos, me parece haber retrocedido cien años.
Básicamente, temas como una más justa redistribución de la riqueza, la justicia social, la igualdad, etc., siguen siendo cosas necesarias, pero nos quedamos cojos o peor, el lenguaje se nos anquilosa y quedamos fuera de tiempo y espacio.
Un abrazo.
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