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jueves, 13 de agosto de 2009

No puede haber trato de favor para delincuentes, aunque sean del PP


Resulta insufrible además de altamente peligroso para la democracia que los presuntos delincuentes “populares” tengan delante una panda de timoratos incapaces de hacerles frente. Me explico. Estamos viendo el despliegue brutal que está haciendo el Partido Podrido (PP) español para intentar conseguir, como explica hoy el genial Peridis en su chiste de El País, que los escándalos de la oposición desgasten al Gobierno. Y aunque el de Peridis sea un chiste gráfico, no es una broma: por escandaloso que sea, lo están consiguiendo.

Véase el caso de los pijos mallorquines peperos esposados “como vulgares rateros”. Ciertamente no son vulgares rateros, son algo mucho peor: unos verdaderos hijos de perra sin excusa, incomparablemente más ladrones que los rateros no sólo en cantidad (eso es obvio) sino en calidad, en la medida en que al apropiarse para sí y para su partido de fondos públicos (todo presuntamente, faltaría más) nos están robando a todos los contribuyentes a la vez. Pues bien, el PP ha conseguido que el Gobierno español se cague de miedo y sea incapaz de reaccionar de modo contundente ante semejante ofensiva. Véase como tristísimo ejemplo al subdelegado gubernamental en Mallorca, quien al grito de “¡yo no he sido!” anda buscando angustiosamente encontrar un cabeza de turco, alguien a quien poder enchufarle el muerto de la supuesta “decisión unilateral” de esposar a los detenidos por el caso Velódromo durante su conducción al juzgado. Por fortuna ha salido el Sindicato Unificado de Policía a poner las cosas en su sitio, pidiendo la dimisión del señor subdelegado por pretender un trato de favor para los chorizos peperos (presuntísimos, eso sí), lo que resultaría indecentemente discriminatorio en relación al modo habitual en el que se hacen las conducciones de presos.

¿Por qué no ha salido un cargo de Interior o la portavoz gubernamental a explicar que el procedimiento aplicado en este caso responde a la normativa vigente, y que los chorizos del PP no pueden aspirar a tener un trato legal diferente al que reciben el resto de los detenidos? Si no se ha de esposar a un chorizo sólo porque sea del PP, apaga y vámonos. O se esposa a todos los chorizos, o no se esposa a ninguno.

Una vez más queda patente que el zapaterismo le tienen pavor al Partido Podrido y a sus terminales sociales (la perrera mediática, la Iglesia, la patronal, los uniformados, etc). Y lo peor es que “ellos” lo saben, y en consecuencia se crecen y arman todavía más ruido. En cambio, las contadas ocasiones en las que se les hace frente con la razón y la fuerza de ley, se arrugan y huyen como ratas.

martes, 18 de noviembre de 2008

ETA y Francia. Ni amor ni odio, simple conveniencia


La relación entre el Estado francés y ETA ha pasado por diversas etapas en el medio siglo de existencia de la organización terrorista vasca, desde la tolerancia mutua a la persecución más o menos implacable del primero sobre la segunda. Lo interesante con todo, es subrayar que en ninguna de esas etapas hubo verdadero amor u odio entre ellos, aunque desde hace tiempo a cualquier francés ETA le recuerda demasiado a la OAS. Y ya sabrán ustedes como De Gaulle, con el aplauso de la inmensa mayoría de los franceses por cierto, erradicó la OAS. Incluso años más tarde, ya a mediados de los ochenta, en la costa levantina española seguían apareciendo de vez en cuando antiguos "pied noirs" oasistas cosidos a balazos por el SAS, un servicio policial francés especializado, al que por cierto, en los noventa un puñado de tarados chapuceros intentaron remedar en España, con las consecuencias que son de dominio público.

En fin, que Francia es diferente. Y es que la "République" es mucho más que un Estado. En uno de mis primeros viajes a París me impactó sobremanera ver escrito sobre los vehículos de limpieza municipales esta frase:" propiedad de París". Atención: no propiedad de la concejalía de Limpieza, del Ayuntamiento de la ciudad o de monsieur Chirac, entonces alcalde de la capital gala, sino propiedad de París, de los parisinos. A ver quién es el guapo que les "grafitea" un camión a los parisinos.

A este lado de los Pirineos, en cambio, cualquiera pintarrajea un camión de limpieza. O pone una bomba. O simplemente, se cisca en el Estado. Y sin embargo toda esa gente, empezando por los propios etarras, apenas cruzan la frontera en dirección norte se cuidan muy mucho de actuar como lo hacen a este lado. La "République" es mucha "République", ya digo. En más de una ocasión ETA ha pedido disculpas al Estado francés por algún "error" de sus muchachos en territorio francés; y muchas veces, la misma ETA ha disuadido a vascofranceses de iniciar su "lucha armada de liberación" contra el Estado francés, por lo que pudiera pasar; quizá recuerden que cuando hace unos años, un tarado mental vascofrancés decidió matar "su primer gendarme" en honor de la Independencia de los Siete Territorios Históricos , ni ETA ni nadie movió un dedo por él cuando la gendarmería lo cosió a balazos en una carretera apenas veinticuatro horas después.

Por eso resulta especialmente divertido leer en El País de hoy que algunos dirigentes etarras de la generación de jovenzuelos salidos de la "kale borroka" quieren declararle la guerra al Estado francés, habida cuenta los palos que éste le endilga a ETA cuando le parece bien atizarle. Sus mayores, los que llevan más años en eso del terrorismo y tienen por tanto más experiencia, parece que han logrado infundirles un poco de sensatez; saben que el día que ETA ataque al Estado francés, ETA estará acabada para siempre. Físicamente acabada, digo.

La baza que parece jugar el Estado español a medio plazo es esa, conseguir que la colaboración policial y de inteligencia francesa golpee a ETA de tal manera que los etarras tengan que acabar revolviéndose contra los franceses. Pero Francia dosifica los golpes. Como un boxeador experto, el Estado francés coloca derechazos en el rostro de ETA cuya intensidad y temporalidad gradúa de modo admirable. Ayer la "Sureté" le arrancó la cabellera a Txeroki, el jefe operativo etarra, y sus captores franceses se hicieron una foto con él como si hubieran cazado un ciervo de cornamenta muy afilada.

No nos engañemos, sin embargo. Entre la "République" y ETA ciertamente no hay amor, pero tampoco odio. La suya es simplemente una historia de encuentros y desencuentros por pura conveniencia, una danza un tanto macabra ejecutada por dos danzantes, el uno desdeñoso y el otro asustado. No hace falta decir quién es quién en esa pareja ¿verdad?.

lunes, 12 de mayo de 2008

En Coslada vivimos todos


Los medios de comunicación ya han comenzado el bombardeo para convencernos a todos de que "lo de Coslada" es, simplemente, la excepción que confirma la regla. ¿Realmente es así?. ¿Cuántas Cosladas hay en España?.

A mí particularmente, lo que más me preocupa no es que se haya detenido al jefe de la policía municipal de Coslada y a 30 de los miembros de ésa plantilla policial (un quinto del total de componentes). Lo que me preocupa por encima de todo es que se diga que esta gentuza ha venido actuando desde hace 22 años (!), y que sin embargo el resto de policías de la plantilla son "honestos". ¿Cómo pueden ser honestos, si durante tantos años conocían las prácticas criminales de sus compañeros y no hicieron nada para impedirlas?. "Tenían miedo", los malos "les amenazaban", dicen excusándolos. ¿Así que 120 policías "honestos" no denunciaban a sus compañeros corrompidos porque les tenían miedo y se plegaban a sus amenazas... dejándoles campo libre para sus crímenes?. Inaudito que sigan en libertad y en plantilla todos esos "honestos" policías.

Como inaudito es que las sucesivas corporaciones municipales de todos los colores políticos (IU, PP y PSOE), no se enteraran absolutamente de nada. "Había comentarios, pero nadie presentó ninguna denuncia formal", dicen ahora desde el ayuntamiento. Inaudito. El día 9 de mayo pasado El País escribía comentando las detenciones: "Era un secreto a voces, pero nadie había intervenido". No sólo eso: al parecer, según los medios, el jefe policial detenido solicitó "apoyo" al actual alcalde en dos ocasiones... y lo obtuvo. Hasta que el cielo, finalmente, le ha caído encima.

Inaudito asimismo que la población de Coslada se lance ahora a la calle para insultar, y si se terciara, linchar a los detenidos. ¿Quién se movilizó contra los abusos policiales antes de las detenciones? Nadie. Pura "omertá" siciliana. Ahora, a toro pasado, los valentones pugnan por salir en la tele explicando con pelos y señales lo que sabían, que de hacerles caso, era todo. Si yo fuera un concejal honesto de Coslada mandaba a la mierda a semejantes ciudadanos, y dimitía inmediatamente. Si fuera un concejal honesto, claro, porque empiezan a correr rumores de que la mafia policial de Coslada tenía cintas y grabaciones que implican a políticos, empresarios y gente importante.

Tampoco tiene explicación que en la Comisaría del Cuerpo General de Policía (CGP) de esa ciudad estuvieran "molestos" desde hace tiempo con los gánsters uniformados de Coslada, porque sabían que según explicaba ayer por la mañana un comisario de policía en Radio Nacional de España, "Ginés Jiménez (el jefe de la policía municipal de Coslada) decía tener buenos contactos en la comisaría del CGP", a la que supuestamente usaba como "refuerzo argumental" en sus extorsiones. ¿Porqué el CGP si sabían que se les usaba falsamente, no fueron antes a por Ginés Jiménez y sus bandoleros de uniforme?.

Más. El sábado por la noche oí en la SER algo muy inquietante, también relacionado con éste caso: las actuaciones judiciales se están llevando directamente desde juzgados de la ciudad de Madrid, "porque se desconfía de los jueces de Coslada (¡de todos!), que podrían resultar implicados en el caso". ¿A qué extremos de indecencia estamos llegando?.

¿Cuántas Cosladas hay en España? No es una pregunta retórica. Desde tiempo inmemorial, es costumbre en todo el país que en los llamados "locales de noche", singularmente los relacionados con la prostitución más o menos "fina", haya un policía como socio y un juez como cliente fijo; así se evitan problemas con la ley. Este es un secreto a voces, tan viejo como al parecer vigente. Y es sólo un ejemplo.

En definitiva, ¿quién vigila a los vigilantes? ¿quién nos protege de los protectores?.

viernes, 25 de enero de 2008

Entre la Gestapo y Robocop. Horatio, el poli que viene


No sé si ustedes son seguidores de las series de policías en televisión. Me refiero a las series norteamericanas, por supuesto; las de producción europea y no digamos española, no pasan de ser meros remedos voluntariosos. Nada como el original.

La verdad es que siempre me ha llamado la atención la desproporción que hay entre el número de policías realmente existente incluso en un país como EEUU, y la cantidad de horas de emisión que se dedican a loar sus gestas en productos televisivos. Al cabo, resulta que los polis de la tele también tienen hijos respondones, hipotecas por pagar y un amigo que empina el codo más de la cuenta; entonces, si tan normales son, ¿por qué demonios invaden a todas horas nuestras pantallas caseras con sus problemas y su trabajo?.

La respuesta está en CSI, más concretamente en CSI Miami. A mí esta serie me fascina, lo reconozco. Nada hay en la tele tan infernalmente educativo como ella; nada tan pedagógico como su apuesta neta por una sociedad policial en la que los derechos del individuo y las libertades públicas hayan sido liquidadas de una vez por todas.

CSI Miami la protagoniza un tipo adusto y pelirrojo, que en la ficción televisiva es una especie de superpoli –mitad poli mitad científico- llamado Horatio, y al que sus subordinados llaman H. Cuando H. interroga a un sospechoso –en realidad, cualquiera que esté a su alcance es sospechoso de algo- el hielo cristaliza en la sala -¿de tortura?- donde reina Horatio el superpoli. Uno ve luego esos vídeos de ciertas comisarías de los Mossos d’Esquadra donde le dan de hostias o le tocan las tetas al detenido o detenida de turno, y no puede menos que suspirar ante trabajo tan artesano. H. no da de hostias a nadie, no lo necesita: él fulmina al interrogado con su verbo parco y medido, y sobre todo con la calidad pétrea de su mirada. El interrogado culpable acaba confesando -¡coño si confiesa!-, y el inocente termina por desgranar sus pecadillos ocultos –un tráfico de drogas al por menor por aquí, una pelea a puñetazos por allá- que Horatio, magnánimo, ignora, pues a él sólo le interesa cazar la Gran Pieza, el culpable del crimen que centraliza el episodio de esa noche.

Últimamente la serie se ha puesto un poco resbaladiza porque H. y sus muchachos andan persiguiendo terroristas por Miami, y eso queda un poco confuso: se supone que son los “boys” del cuerpo de Marines los que hacen el trabajo de cazarlos en Irak, que para eso están. Claro que si hasta la policía municipal barcelonesa va detrás de los moritos del Raval (antes Barrio Chino) porque alguien les ha soplado que preparaban atentados suicidas contra el metro de Barcelona, a ver por qué diablos mi Horatio no iba a poder dar buena cuenta de unos cuantos terroristas en el Miami sobre el que impera como una mistress del antivicio.

Yo cuando veo a Horatio en acción, inmediatamente pienso en los polis de la Gestapo que salen en las pelis en blanco y negro de cuando los norteamericanos luchaban por la libertad del mundo en lugar de pretender acabar con ella. Cierto que los nazis llevaban abrigo de cuero negro y sombrero de ala ancha, y que el pelirrojo H. por el contrario viste de cura fashion tirando a hortera, además de exhibir una frialdad general de androide computerizado, una especie de Robocop con gafas de sol de diseño. Pero no me negarán que el tipo con sus frases, sus miradas, sus poses y sus amenazas, y sobre todo con ese aire de “en cualquier momento me voy a comer tu hígado crudo sino me dices lo que quiero oír”, daría de puta madre como poli nazi.

En un episodio emitido hace tiempo se entablaba este ilustrativo diálogo entre Horatio y un policía de Nueva York, ciudad a la que se había desplazado H. persiguiendo a un criminal:

Horatio: Cuando cojamos a X., quiero prioridad. Quiero llevármelo a Florida para que lo asen en la silla eléctrica.

Poli de NY: En Nueva York también tenemos pena de muerte.

Horatio: Sí, pero hace muchos años que no se aplica.

Poli de NY: Tienes razón. ¡Qué porquería de políticos!.

En fin, que el modelo de poli del siglo XXI ya está aquí, aunque de momento sólo en nuestras teles. O eso nos gustaría creer.