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viernes, 2 de julio de 2010

Los nenes de papá se aburren



Leo en El Periódico de Catalunya que la Guardia Civil ha detenido a cuatro jóvenes que robaban con nocturnidad y alevosía en viviendas del los municipios madrileños de Majadahonda y Villanueva de la Cañada. Hasta aquí nada nuevo, en principio: desgraciadamente la delincuencia juvenil viene de lejos, y algunos agoreros a sueldo mercenario o por interés directo hace tiempo que anuncian que el paro y la crisis nos llenarán en breve de sucesos como éste.

Ocurre que el perfil de los cuatro jóvenes delincuentes corresponde no a hijos de familias desestructuradas o golpeadas por la crisis, sino a niñatos hijos de "familias bien", lo que en argot se llama en España "pijos" o "niños de papá". Ya hace algo más de un año, un numeroso rebaño de pijos se dedicaron a aterrorizar un municipio de los alrededores de Madrid por aquello de divertirse buscando "emociones fuertes", luego de haberse empapado en alcohol y drogas. Ahora resulta que en un paso más hacia el abismo, los niñatos de la noticia de El Periódico practican la violación de viviendas y robo a domicilio con ese mismo objetivo; al parecer han declarado que buscaban "nuevas sensaciones", aunque de paso revendían lo que robaban. La cosa es que o no habían encontrado esas sensaciones que les indicaran que seguían vivos o ya estaban enganchados completamente a ellas, porque a los cuatro pijos de marras se les imputan un total de 28 asaltos a domicilio.

Lamentablemente y a pesar de que el cuarteto protagonista de la noticia son todos mayores de edad, el diario no da sus identidades ni muestra sus caras. Francamente, me gustaría ver sus jetas de frente y de perfil en toda la prensa. Aunque sólo sea para imaginar las caras que pondrían sus papás y sus mamás -seguramente patriotas y cristianos, muy cristianos- al ver retratados a sus retoños como lo que son: unos vulgares delincuentes amén de unos tarados mentales.

En la imagen, grupo de pijos fotografiados haciendo el saludo fascista en el interior de la discoteca madrileña Look.

martes, 8 de abril de 2008

viernes, 24 de agosto de 2007

El castrador castrado


Dicen los periódicos de los últimos días que Nicolas Sarkozy pretende implantar en Francia la castración química para los condenados por un específico delito sexual. A mí ya no me extraña nada. Lo raro es que semejante bestialidad no haya sido elevada a rango de ley antes por otros primates de su mismo "pensamiento"político con mando en plaza. Pienso en Aznar, sin ir más lejos.

El caso es que a la propuesta de Sarkozy se han apuntado rápidamente el PP catalán y UDC, los democristianos de Duran Lleida. Dado que ya estamos en campaña electoral para las generales de marzo como quien dice, es de esperar que pronto el coro de vírgenes prostitutas que interpretan los Acebes, Zaplana, Ana Pastor y el casi difunto político Rajoy, nos deleite exponiéndonos las ventajas que la castración química puede reportar a la política penitenciaria y en general a la seguridad pública, ése obsceno tótem ante el que gusta de masturbarse en público la derecha más cerril.

Quienes hace décadas que dejamos de mamarnos el dedo le hemos visto enseguida cosas raras a tan fundamental aportación al debate sobre los límites del comportamiento racional de un gobernante en ejercicio. Porque resulta que cualquier estudiante de primero de Psicología nos confirmará que los delitos sexuales no tiene nada que ver con la biología y sí con la psicología. Por tanto, la castración química del delincuente sexual sea cual sea su delito simplemente no sirve para nada. Para resumirlo de un modo conciso y entendible incluso por el propio Sarkozy: el violador homicida sometido a castración química seguramente dejaría de violar, pero en absoluto dejaría de matar. Es posible incluso que sus tendencias asesinas aumentaran luego de ser castrado.

En realidad, es evidente que a Sarkozy le importan un pimiento los aspectos éticos, médicos e incluso prácticos de la salvajada que acaba de arrojar a la arena política. Lo que está intentando es desviar la atención de problemas muy serios que le agobian, tales como el rechazo social creciente a su compadreo con los sectores económicamente más poderosos de la sociedad francesa. También, la repercusión mediática que en Francia y en todo el mundo ha tenido el caso de un niño ruso gravemente herido al caer por una ventana, cuando la policía acosaba a su familia en el marco de una redada contra inmigrantes sin papeles; suceso que ejemplifica la política demagógica y matonil que desde sus tiempos como ministro del Interior ha seguido Sarkozy en relación con éste problema.

En coincidencia de fechas con la cortina de humo lanzada por el presidente francés, además, su ministro de Exteriores, Kouchner -uno de esos socialdemócratas "moderados" y "centrados" que Sarkozy ha comprado para adornar su Gobierno radicalmente de derechas- rendía pleitesía al Emperador en Washington, y dejaba caer que no sólo Francia podría en el futuro tomar en Irak un papel más activo y cercano a las tesis e intereses de la Administración Bush, sino que trabajaría para que la ONU asumiera responsabilidades semejantes. Se conoce que este Judas no debe leer la prensa norteamericana, y no está por tanto al corriente de la desbandada neocon que se está produciendo en la Casa Blanca y aledaños. Sarkozy prepara pues un viraje de 180 grados en la política exterior francesa, y para encubrirlo necesita echar carnaza a la opinión pública; ya se sabe que los delitos sexuales dan mucho juego en esos menesteres.

Con todo, el principal problema de Nicolas Sarkozy está dentro de sí mismo. Y es que en realidad, Sarkozy es un individuo lleno de complejos (desde su físico hasta sus orígenes sociales) y, él sí, verdaderamente castrado: por su esposa, Cècilia Sarkozy, una mujer de armas tomar. Hace años que las relaciones sentimentales entre Sarkozy y Cècilia han convertido al "petit Nicolas" en el hazmerreír de esa clase social a la que éste hijo de un inmigrante sin papeles del Este de Europa aspira, y que aunque le haya votado para presidente sigue minusvalorándole como hombre en todos los planos. Cècilia Sarkozy por contra es una mujer de fuerte personalidad y celosa de su independencia, incomparablemente más inteligente que su marido y que además se mueve como pez en el agua en los círculos en los que Sarkozy anhela ser acogido y reconocido; de momento, el presidente francés tiene que contentarse con navegar en el yate de ricachos beneficiados por su política fiscal y pasear con el torso al aire junto a un George Bush que últimamente anda falto de compañía europea, ahora que hasta el británico Gordon Brown anuncia que quiere tomar distancias con su política en Oriente Próximo.

No hay castrado que no quiera castrar a todo el mundo, y Nicolas Sarkozy no parece ser una excepción a la regla. Veremos si semejante disparate queda en un fuego fatuo de verano o, lo que no sería de extrañar ahora que ya vamos conociendo un poco al personaje, persiste en profundizar en él. Y es que hay individuos que cuando tienen poder, pasan a constituirse en verdaderos peligros públicos.