Fantástica comparecencia ante la Comisión parlamentaria correspondiente de la ministra española de Fomento (Transportes). Al parecer, la semana completa que Magdalena Alvarez ha sido apartada de la circulación sólo ha servido para que la señora ministra lea con mala entonación un discurso que evidentemente han escrito unas manos que no son las suyas. Para ese viaje no hacían falta alforjas. Hubieran podido poner en su silla a un conserje del Parlamento, que seguro que los hay más capacitados que ella para leer en voz alta y con un mínimo de eficacia unas cuartillas. Por cierto, no sé si han reparado en el vestido de blanco impoluto y discreto escote cuadrado que lucía la señora ministra; la imagen misma de la inocencia, en suma. Y es que los asesores de los políticos están en todo.
En cuanto al contenido del discurso...ahora resulta que si el ministerio no publicó la lista de pasajeros fue ¡porque se lo prohíbe la Ley de Protección de Datos! Y encima la señora ministra dice que es la Unión Europea la responsable de la prohibición (¿pero no es ésa una ley española?), y que en breve se pedirá permiso a la UE para poder saltársela en casos como éste. En el Circo de Gaby, Fofó y Miliki hacían peores chistes.
En todo caso habría que cambiar deprisa la legislación española que gobierna estos temas, porque como le espetó Gaspar Llamazaras a la ministra la ley de Aviación Civil española es nada menos que de los años sesenta del siglo XX, y claro, algo ha cambiado la navegación aérea de entonces a ahora. Alucinante. Es como si en materia de medios de comunicación siguiera vigente la Ley de Prensa conocida como Ley Fraga, aprobada en ésos mismos años, en plena dictadura franquista.
Nos anunció también la señora ministra que el avión siniestrado tiene un historial de averías de aquí te espero, que hace tiempo que los organismos oficiales competentes están friendo a inspecciones a Spanair (¿por qué más a esta empresa que a otras?). y que, oh sorpresa, Spanair pidió cambiar la aeronave por otra cuando se había abortado el primer intento de despegue, hora y pico antes de que se estrellara en las pistas de Barajas, pero que finalmente ese cambio no se había llevado a cabo por decisión de la propia Spanair. ¿Por qué se ha ocultado ése dato fundamental durante días? ¿por qué se sigue encubriendo a Spanair desde el ministerio de Fomento?.
El representante de Coalición Canaria preguntó a la ministra cuantos “inspectores” tiene Aviación Civil, y la señora Alvarez respondió que son cientos los “trabajadores” dedicados a esa labor. La diferente denominación no es casual, como remarcó el portavoz canario: resulta que inspectores, es decir, funcionarios técnicos, solo existen dos en toda España, y el resto son empleados eventuales, aportados por empresas que se adjudican esas tareas en régimen de subcontrata. O sea, lo de siempre: se subasta la realización de tareas sensibles (en este caso, nada menos que la revisión oficial de los aviones en los que volamos) y se pone en manos privadas, para rebajar así los costes en el capítulo de personal de la Administración Pública, y de paso regalar a la “iniciativa privada” jugosos beneficios generados por esa actividad. Qué calificación técnica tienen esos trabajadores eventuales no es difícil de imaginar: la misma que la de otros millones de empleados temporales ligados a empresas subcontrastistas. Bochornoso.
Como remate final del discurso, quien había escrito las hojas que leyó la señora ministra hacía un llamamiento nada disimulado a liquidar el tema por la vía rápida, pues la aviación comercial en España (un país que desde hace 40 años tiene uno de sus pilares económicos en el turismo extranjero) es un sector fundamental y sensible de nuestra economía; en cristiano, cuidado con éste asunto no sea que nos explote en los morros la verdadera situación de la aviación comercial española, y la opinión pública se acabe enterando de en qué condiciones reales funciona todo esto.
En fin, que si alguien va a salir ganando con esta tragedia y con lo que por su causa se está comenzando a desvelar, sin duda va a ser el ferrocarril y singularmente, el AVE. Porque viajar en avión en España se está revelando como una ruleta rusa manejada por tiburones como Spanair e irresponsables como Magdalena Alvarez.
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