El accidente catastrófico sufrido en Barajas por un avión de Spanair que cubría la línea Madrid-Canarias ha supuesto hasta el momento la muerte de 153 personas, cifra que puede incrementarse en las próximas horas dado el estado crítico en que se encuentra la mayoría de la veintena escasa de supervivientes.
La tragedia se produjo cuando el avión apenas había levantado vuelo, tras una serie de incidentes que retrasaron su despegue. Primero, la detección de una avería supuestamente de escasa importancia, según la empresa, que retrasó hora y media el vuelo, y posteriormente un primer intento de despegue abortado mientras el avión rodaba por la pista. Al producirse por fin el despegue y cuando el avión volaba a doscientos pies sobre el aeropuerto, al parecer se incendió uno de los motores y el aparato comenzó a perder altura hasta estrellarse en una vaguada cubierta de maleza y situada entre dos pistas.
Según explicó anoche un representante del Colegio de Pilotos español en CNN-Canal Plus, el incendio del motor no implicaría por sí mismo que el avión se precipitara a tierra y mucho menos que explotara en el aire, como se dijo en las primeras horas tras el accidente que había ocurrido. A la espera de que los técnicos establezcan el dictamen definitivo a la luz de los datos extraídos de las ya recuperadas "cajas negras" del avión, comienza a abrirse paso un repertorio de hipótesis que, en principio, coinciden en descartar una acción terrorista o voluntariedad de cualquier signo. Parece más bien que hay que buscar el desencadenante de la tragedia en otras responsabilidades, que intentaré aclarar desde aquí siguiendo las informaciones facilitadas hasta el momento.
En primer lugar, el avión siniestrado pertenece a Spanair, una compañía privada propiedad de las aerolíneas nórdicas SAS. La vida de Spanair desde que fue fundada en los años ochenta para competir -junto con Air Europa- con Iberia, y romper así el monopolio que ésta última compañía ejercía en el transporte aéreo español de pasajeros, ha sido francamente complicada y llena de momentos difíciles, incrementados en los últimos tiempos.
Canal 24 Horas de TVE ofrecía anoche datos sobre Spanair muy duros. Según esos datos, desde enero de este año Spanair ha perdido más de 40 millones de euros, y se halla embarcada en un proceso de regulación de empleo que significaría el despido de 1.200 de los 4.000 empleados de su plantilla. Precisamente a la hora en que se produjo el accidente, sobre las 14'30h, hora de Madrid, dirección y sindicatos de la empresa iban a reunirse en Palma de Mallorca, donde está la sede central de Spanair, para comenzar a negociar esos despidos. SAS ha intentado vender Spanair, sin éxito alguno; hoy por hoy Spanair es una compañía "quemada", hundida por la competencia de las compañías de "bajo coste". De hecho, SAS había convertido Spanair en una "bajo coste", explotando las posibilidades de su personal y material hasta el límite.
El avión siniestrado, por lo demás, está fabricado por McDonnell-Douglas, una compañia norteamericana que, como todo el sector aeronáutico estadounidense, atraviesa gravísimos problemas desde hace tiempo. El modelo estrellado en Barajas era un MD-82, un aparato que tenía 15 años de vida -los últimos nueve en Spanair-, aunque algunas fuentes ayer hablaban de 20 años. El MD-82, según Canal 24h TVE- gasta un 25% más de combustible que los Airbus europeos, lo que explicaría que en los últimos meses Spanair haya llegado al borde la quiebra debido precisamente a que las fuertes subidas del combustible han agravado sus problemas económicos y de gestión de siempre. Según oía esta mañana en Radio Nacional de España, el MD-82 es además un modelo con alta siniestralidad, que en los últimos años ha padecido seis accidentes graves con más de 500 muertos; desde que comenzó a fabricarse, a primeros de los años ochenta, ha producido más de 1.000 muertos, según explica hoy El País.
Así pues tenemos un aparato viejo, obsoleto y sometido a sobreexplotación, expuesto por tanto a toda clase de averías como consecuencia de la fatiga del material, por más que la compañía se empeñe ahora en afirmar que en enero último pasó la revisión técnica general sin problemas; habrá que ver, en todo caso, los partes de avería generados desde entonces. Hay que contar además, con el factor humano: al igual que los aparatos en los que trabajan, las tripulaciones en esta clase de compañías son igualmente explotadas hasta el límite de su resistencia.
El modo en que se ha administrado la información relativa al accidente dá lugar a toda clase de sospechas. Mientras que a las 16'45 horas de la tarde las webs de los diarios La Repubblica (italiano) y The Independent (inglés) hablaban de 150 muertos en la catástrofe aérea de Madrid, los medios españoles cifraban los fallecidos en una veintena, igual que Le Monde (diario francés), periódico que señalaba como origen de la información a "fuentes oficiales españolas". Alrededor de las 20h. los medios españoles elevaban ligeramente la cifra de fallecidos, hasta 43, mientras que la periódicos extranjeros citados y otros que se les iban sumando la situaban de nuevo por encima de los 150, y añadían que dado el estado crítico de la mayoría de los escasos supervivientes era previsible que aún se incrementara más. ¿Por qué esa disparidad de cifras?. Obviamente porque la "información oficial", es decir, la que distribuía la Admnistración española, procedía de una única fuente: la propia empresa afectada, Spanair, quien durante toda la tarde-noche estuvo administrando la información a su conveniencia, para intentar ganar tiempo; los diarios que investigaron por sus propios medios obtuvieron cifras reales, quienes se fiaron de la información que provenía de Spanair vía Gobierno español vivieron en la inopia hasta casi la medianoche, cuando hacía casi diez horas del accidente.
Especialmente vergonzoso fue oír a Magdalena Alvarez, ministra española de Fomento (Transportes) referir en rueda de prensa celebrada a las 11 de la noche que el Gobierno "estaba a la espera" (¡ocho horas después del accidente!) de que Spanair le facilitara la lista de pasajeros del vuelo siniestrado, y que en todo caso, ésta podía consultarse "en la web de Spanair". Tal dejación de responsabilidad por parte de un responsable político resulta, simplemente, asombrosa. ¿Por qué el Ministerio de Fomento no exigió la lista de pasajeros a Spanair inmediatamente después de tener conocimiento de que se acababa de producir el accidente? ¿tal vez para no tener que lidiar con los familiares de las víctimas en su búsqueda desesperada de información, sufriendo así costos de imagen?.
El corolario del disparate político organizado en torno al accidente fue la visita de Mariano Rajoy y la plana mayor del Partido Popular (PP) a Barajas. ¿A qué fue esa gente al lugar del drama? Obviamente a chupar cámara de televisión y a colocar su mensajito de “las cosas no se hacen bien”. Un comportamiento simplemente asqueroso, repugnante, el de los dirigentes de la derecha política española. Quienes tenían la obligación de estar presentes ayer en Barajas eran los representantes del Estado, es decir, del Gobierno español, de la Comunidad autónoma y del ayuntamiento de Madrid. Y es por eso que en contraste con la carroñera presencia de Rajoy, destaca la clamorosa ausencia de Esperanza Aguirre, la presidenta de la Comunidad madrileña, y dirigente asimismo del PP. ¿Dónde estaba Esperanza Aguirre ayer?. ¿Por qué no apareció, y envió en su lugar al vicepresidente de la Comunidad?.
¿Se imaginan la que habrían armado hoy el PP y la perrera mediática a su servicio de haber seguido Zapatero sus vacaciones en Doñana, enviando a Barajas a la vicepresidenta del Gobierno?.
Entre tantas miserias empresariales y políticas, 153 cadáveres. Una vez más.
2 comentarios:
Venia aqui buscando informacion sobre la tragedia y usted me la ha dado. Muchas gracias
Ana
P.D. ¿Podría publicar mas cosas sobre la tragedia ?
Gracias, Ana. En la medida en que hayan novedades confirmadas, iré ampliando la información.
Un saludo.
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