Mostrando entradas con la etiqueta debate televisivo. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta debate televisivo. Mostrar todas las entradas

miércoles, 14 de julio de 2010

Un debate a garrotazos pero con tongo



Apenas pasada la resaca del Mundial de fútbol de Sudáfrica, llega el debate del estado de la Nación (sic). O sea que España entera vuelve a la cruda realidad por el procedimiento más doloroso posible. Y es que de nuevo, la llamada "clase política" subirá a la tribuna del Parlamento español en teoría para repasar cómo van las cosas y plantear apuestas de futuro, o al menos así debería ser; sin embargo todos sabemos que lo que harán nuestros políticos será -una vez más- tirarse verbalmente los trastos a la cabeza, en lo que no deja de ser un gran guiñol televisado que cada vez engaña a menos gente, dado que sabemos que en lo sustancial los actores están de acuerdo.

Y es que las medidas tomadas por el gobierno Zapatero "a sugerencia" de los llamados mercados -esa abstracción teológica, según Juan José Millás- son las mismas que viene preconizando el PP desde que abrazara el neoconservadurismo reaganiano. Cuando Zapatero presentó sus ya famosas 9 medidas contra el déficit, Lluís Bassets, subdirector de El País y persona nada sospechosa de izquierdismo -ni siquiera en sus tiempos de PNN universitario y profesor de un servidor de ustedes-, escribió que con esas medidas y las que el Gobierno socialista tomaría en los siguientes 90 días, Zapatero dejaría sin trabajo al próximo Gobierno del Partido Popular. Efectivamente así es, por más que ahora el PP se enfunde el mono propio de los milicianos y tenga la desfachatez supina de presentarse como el "partido de los trabajadores españoles", ellos, los partidarios de la "desregularización" del mercado laboral mediante el despido libre, los contratos-basura, el fin de la negociación colectiva y la liquidación de las prestaciones sociales.

Ocurre que como decía Bassets el trabajo ya se lo está haciendo Zapatero al PP, tomando medidas que seguramente a él le duele mucho decidir según dice pero que al conjunto de los ciudadanos que vivimos de nuestro salario nos duelen mucho más; a fin de cuentas es en nuestras nóminas y en nuestras pensiones donde el Gobierno ha metido la mano para, con nuestro dinero, calmar el ansia de los "mercados". Por si eso fuera poco, acabamos de ver cómo se han privatizado las cajas, es decir cómo s epone en privadísimas zarpas el ahorro popular del país entero, entregado en ofrenda al Dios Mercado para que éste se lo juegue a los dados en el Casino-Bolsa planetario.

De todas estas cosas no se hablará en el estado de la Nación, porque unos y otros las dan por inevitables y hasta por buenas. Así que entre todos tendrán que redoblar las dosis de insultos y descalificaciones personales para conseguir atraer algo de atención de una ciudadanía que no es que ya no se crea nada, es que empieza a pensar que son sus políticos profesionales quienes no creen en otra cosa que no sea su pervivencia en el poder o sus aledaños al precio que sea.

martes, 4 de marzo de 2008

Adiós, Mariano


Ayer noche en el debate con Zapatero, Mariano Rajoy se despidió de todos nosotros. Quienes esperábamos que cambiara algunos registros entre el debate de la semana pasada y éste, nos quedamos patidifusos: sostenella y no enmendalla, parece ser el lema de la derecha española desde el 11 de marzo de 2004. Ayer Rajoy acentuó hasta el paroxismo ésa actitud y cuanto conlleva: chulería, prepotencia, arrogancia y en general, una larga serie de vicios del carácter individual y colectivo que dan muy mal en televisión.

Rajoy estuvo patético durante casi todo el debate, y en algunos momentos concretos tan descolocado que ni siquiera encontraba en su argumentario los insultos de rigor para contrarrestar las andanadas de Zapatero. Hubo dos o tres momentos en concreto en los que Zapatero le desquició (las referencias al 11-M y a la guerra de Irak, especialmente); los ojos de Rajoy chispeaban de ira, y no acertaba a organizar las palabras en una frase coherente. El cénit de la noche fue cuando un Rajoy noqueado y tartamudeante respondió a Zapatero que éste había votado en la ONU a favor de la guerra de Irak (!), a lo que el presidente replicó con ironía "quién debe estar asesorándole". Era obvio que Rajoy había perdido los papeles por completo. Y hablando de papeles, fue significativo desde el punto de vista psicológico el hecho de que a medio debate Rajoy comenzara a apilarlos en el suelo.

Por lo demás, el debate no dio más de sí que el certificar el fin de la carrera política de Mariano Rajoy. No es que vaya a perder, es que está claro que Rajoy nunca va a ganar. Su discurso -robotizado, repetitivo, insolente- no puede penetrar un solo paso más allá del redil que acoge a los votantes del PP. Rajoy sólo convence a los convencidos, a los que son capaces de creer cualquier cosa simplemente porque la dice el líder de su partido, sea quien sea ese líder. Rajoy está acabado porque ha demostrado hasta la saciedad que es incapaz de romper el techo electoral del PP.

En el PP saben que con él van a perder. Para intentar minimizar los daños han echado mano a todo, incluyendo al Aznar disfrazado de pijo de Serrano que apareció a última hora en el mitin del PP en León el domingo último. También han reaparecido Acebes y Zaplana, cuidadosamente escondidos desde el inicio de la campaña. Seguramente no echarán a Rajoy el 10 de marzo, entre otras cosas porque intentarán vender que ellos son los "vencedores morales" de estos comicios. De aquí a unos meses, quizá antes del verano, habrá Congreso del PP y a Rajoy le darán el finiquito. Mariano Rajoy es hoy, ya, un líder amortizado y solo.

A estas horas, tras el debate de anoche, en la sede del PP deben estar afilando todos los cuchillos de trinchar líderes acabados. Aguirre, Gallardón, Pizarro, quizá el propio Aznar (¿por qué no?)... todos se preparan para la degollina. La cosecha de cabezas será importante, y se prolongará durante tiempo.

martes, 26 de febrero de 2008

Un debate televisivo con mucho ruido y muy pocas nueces


Como se temía, el primer debate televisivo entre los dos principales candidatos no fue tal, sino una reedición mano a mano casi tan larga y aún más aburrida de los llamados debates sobre el Estado de la Nación.

Mariano Rajoy salió en tromba, más excitado e insultante que nunca. Desde el primer segundo se le vio acartonado, rígido, incapaz de salirse del guión-colección de insultos y de improvisar una argumentación. El "centrista moderado" quedó en el camerino y salió a la arena el dóberman de colmillo retorcido. Para redondear la cutrez, Rajoy leía un folio tras otro sin mirar nunca a Zapatero a los ojos y pocas veces a la cámara; entonaba como si estuviera declamando versos desde la tribuna del Congreso, engolado y altisonante, falso en suma.

Lo peor de Rajoy, con todo, fue su manera de escuchar: irrespetuosa, fatua, con esa sonrisita sardónica de perdonavidas, y comentarios como ése impagable "¿pero qué es esto?" con el que intentaba fingir sorpresa cuando Zapatero le recordó las 5 regularizaciones de inmigrantes a barra libre llevadas a cabo por el PP, con Rajoy de ministro del Interior.

Como decía antes, Rajoy abandonó ayer el disfraz de "centrista moderado" y se presentó -fuera caretas- como quien realmente es: el perro de presa elegido en su momento por Aznar entre la amplia jauría disponible en el PP. Lo mejor del debate de anoche fue pues que quien a pesar de todo vote a Rajoy, nunca podrá decir que lo hizo engañado por éste.

Zapatero por su parte estuvo cauto, defensivo, y pegado a la realidad. Le faltó una punta de contundencia para machacar a su adversario, pero logró mantener bajo control la situación y no se dejó arrastrar ni arrinconar por los golpes bajos de un Rajoy más energuménico que nunca. A ratos Zapatero parecía estar harto de las bajezas de Rajoy, y quizá algo desconcertado ante su pertinacia en el insulto sin tapujos (hasta siete veces le llamó mentiroso Rajoy). Zapatero escuchaba con interés, y a veces con asombro real ante las falacias de su contrincante.

Y en fin, el formato del supuesto debate resultó, lisa y llanamente, aberrante y castrador: en dos minutos por intervención no hay forma de hilar un discurso coherente, todo se reduce a lanzar consignas y a la búsqueda del titular. Ahí, en el manejo de la brocha gorda y de la navaja cabritera, hay que reconocerle a Mariano Rajoy ser un maestro de talla mundial. Le pierden, como siempre, su desmesura y sus exageraciones: no se puede estar a anunciando el Fin del Mundo a cada momento, y que éste no suceda nunca. A Zapatero le faltó agresividad, pero eso tiene fácil remedio.

Finalmente, todas las encuestas, incluidas las encargadas por Antena 3 y El Mundo, coinciden en que el debate lo ganó Zapatero. ¿Adivinan la única encuesta que dio ganador a Rajoy?: naturalmente, la de la COPE. Y es que cada cual tiene los apoyos y las compañías que merece.

lunes, 25 de febrero de 2008

Rajoy, el peor enemigo de sí mismo


El debate televisivo de hoy puede ser, y de hecho muy probablemente será, el principio del fin de Rajoy.

La diferencia fundamental entre Zapatero y Rajoy es que el primero aparece en televisión tal y como es, con sus virtudes y sus defectos, mientras que Rajoy finge ser quien no es. Y claro, eso se acaba notando. Y pagando.

En el debate no será Zapatero quien le sacuda a Rajoy -ni sabe hacerlo ni le conviene-, sino Rajoy quien peleará consigo mismo, como un monstruo verdoso que pugna por salir del traje a medida que le han confeccionado y en el interior del cual se asfixia.

El verdadero Rajoy no es el suavón, tontolino y pacífico “centrista” sino el otro, el que designó Aznar para sucederle.