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viernes, 5 de junio de 2009

Se abre la guerra contra el cáncer de las empresas: los altos ejecutivos


Una modesta columna de El País de ayer informaba en apenas diez líneas que "el grupo SOS presentará una querella contra los hermanos Jesús y Jaime Salazar, ex ejecutivos de la empresa alimentaria". La querella se fundamenta en que, a juicio de los demandantes los Salazar cometieron "apropiación indebida y administración fraudulenta".

La iniciativa ha partido del consejo de administración, el cual según el diario español "acordó ayer por unanimidad emprender esta acción judicial contra el ex presidente y el ex vicepresidente de la compañía" y contra "otras personas físicas y jurídicas" relacionadas con ellos. Concluye El País diciendo que los hermanos Salazar fueron destituidos de sus cargos como ejecutivos el pasado 30 de abril "después de que el consejo conociera que habían transferido en 2008 más de 200 millones de euros a una sociedad vinculada a ambos".

En su imprescindible y postrer libro "La economía del fraude inocente", John K. Galbraith denunciaba cómo los altos ejecutivos de empresas y corporaciones norteamericanas estaban saqueándolas en beneficio propio, trasfiriendo el capital empresarial y los beneficios regulares o atípicos a sus bolsillos y a sus inversiones en el Gran Casino en que convirtieron el sistema de Bolsas mundial. Para ello previamente habían atacado el poder de los trabajadores (sindicatos) y arrebatado el control a los consejos de Administración.

En efecto, en la era económica neocon, inaugurada por Ronald Reagan en los ochenta, la autoridad de facto en empresas y corporaciones la ejercen los ejecutivos, luego de haber desplazado del mando a los órganos representativos de los accionistas y haber machacado a los trabajadores "desregularizando" el llamado "mercado laboral". Las consecuencias de este proceder irresponsable hasta el delirio las estamos comenzando a vislumbrar ahora, cuando empieza a hacerse recuento del nivel sobrecogedor de descapitalización a que ha sido sometida la economía real de países como EEUU, y en menor nivel pero no por ello menos cierto, otros como España y algunos otros países europeos.

Tras la implosión de la economía virtual en 2008 la situación ha llegado a tal nivel de degradación, que los accionistas de empresas arruinadas empiezan a considerar el tomar medidas contra los criminales estafadores que las han llevado a la situación actual. Ya que los poderes publicos no toman la iniciativa, son los ciudadanos quienes pasan a la ofensiva. Lo novedoso -y peligroso para la gente como los Salazar y compinches- , es que son los teóricos dueños del capital empresarial quienes han decidido hacerles pagar el estropicio ocasionado por su actuación fraudulenta.

Sería paradójico y hasta divertido que se empezara a hacer justicia en este campo precisamente a impulso de los propietarios de las empresas, estafados por quienes en su día fueron contratados como empleados de lujo. En todo caso, bienvenidas sean iniciativas como la del consejo de administración de SOS si contribuyen a acabar con el cáncer que representan los ejecutivos en la empresa capitalista contemporánea.

La ilustración que acompaña el post es un monumental graffiti londinense que juega con las palabras crac y crack, una relacionada con la crisis financiera y la otra con la droga. “Let them eat crack” (Que coman crack), asociando la imagen de una rata drogadicta con la de los ejecutivos de Wall Street.

lunes, 16 de febrero de 2009

La selva de los negocios


Hace unos días, un joven ejecutivo caminaba por el centro de una gran ciudad llevando en una mano un portafolios y en la otra una pequeña maleta de viaje, cuando se le acercó un tipo embozado y le disparó un tio en la nuca delante de decenas de aterrorizadas personas. El sicario abandonó el lugar tranquilamente, tras desprenderse del arma.

La escena no ocurrió en una urbe latinoamericana o de la Europa del este, sino en la zona más burguesa de Barcelona, en pleno Eixample. El crimen ha causado sensación, porque aquí estas cosas no son habituales. De primeras, las especulaciones de la prensa apuntaban a lo normal en estos casos: o bien se trataba de un ajuste de cuentas por un asunto de drogas, o tenía que ver con un lío de faldas (o de pantalones). Tras seguir esas pistas durante unos días, parece que la policía las da por descartadas; el muerto era una persona con una vida privada "ordenada y sin problemas", dicen, y vivía sólo para su trabajo. A sus 36 años, el asesinado ejercía como responsable del Centro Internacional de Convenciones de Barcelona, tras una meteórica carrera que le había llevado en muy pocos años de trabajar como botones de hotel a director de algunos de los establecimientos de más categoría de la ciudad.

¿Entonces cúal fue la causa del asesinato? Parece que se trata de un asunto de "negocios", dicen ahora la policía y la prensa. O sea que los negocios matan. O pueden estar detrás de la muerte de alguien, ser el origen del asesinato de un tipo con una vida "intachable" según los cánones más conservadores.

A mí la verdad, estas cosas no me extrañan nada. Y pienso que pronto habrán más crímenes como este, porque en definitiva no se trata de un caso aislado sino de la propagación de un paradigma. Son "negocios" y ni siquiera hay rencor entre los protagonistas, como se dice en los telefilmes norteamericanos. Al parecer, se muere por los negocios como se vive por ellos; la biografía del ejecutivo asesinado es una buena muestra de eso.

Vivimos en una sociedad que edulcora cuanto tiene que ver con la llamada "economía de mercado" y el modo salvaje en que ésta incide en nuestras vidas. Ya no se despide a trabajadores, sino que se promueven "expedientes de regulación de empleo"; las empresas no quiebran, sino que ponen en marcha "concursos de acreedores". Quizá pronto veremos que no se mata a ejecutivos tal vez demasiado lanzados en sus carreras, sino que se les "retira indefinidamente del escalafón".

Nuevos lenguajes en suma para una selva en la que, sin embargo, leones y hienas siguen a lo suyo como siempre. El capitalismo es lo que tiene, cambia continuamente lo accesorio pero mantiene intacto lo esencial: los negocios.

lunes, 13 de agosto de 2007

Fin de la revolución neocon. Karl Rove inicia la desbandada


Karl Rove, el guionista principal del neoconservadurismo yanqui, acaba de anunciar que a finales de mes desaparecerá de la escena política.

Las ratas abandonan el barco pues, dejando que el pobre Bush acapare todas las bofetadas que van a llover en cuanto los republicanos sean desalojados de la presidencia del país. Que alguien como Rove intente ponerse a salvo poniendo pies en polvorosa, muestra hasta qué punto tienen perdida la partida.

En una primera lectura, Karl Rove es el hombre que inventó a George W. Bush. En 1999 tomó en sus manos la responsabilidad de llevar a la Casa Blanca a aquél ricacho medio idiota con el cerebro destruido por el alcohol, la cocaína y el fanatismo religioso. Hay que reconocerle a Rove que el reto era hercúleo, y que salió de él con matrícula de honor. De todos modos ya conocía el material con el que trabajaba, pues años atrás había conducido la campaña de Bush hijo para gobernador de Texas. Probablemente fue entonces cuando Rove y sus compinches descubrieron que aquél imbécil era el presidente-títere ideal para la revolución ultraconservadora que venían preparando desde principios de los años noventa.

En realidad Karl Rove ha sido mucho más que un experto muñidor de campañas electorales y un consejero asesor áulico presidencial: Rove es nada menos que el hombre que dio forma "intelectual" a eso que desde hace algunos años se ha dado en llamar "pensamiento neocon".

Fue Dick Cheney quien siendo secretario de Defensa a principios de los noventa, encargó a Karl Rove un documento en el que el entonces joven "consultor político" debía concretar el programa para después de la toma del poder. Cheney, el verdadero patrón neocon, le pidió a Rove que dibujara las líneas maestras en las que se basaría una presidencia que debería asentar la hegemonía global de los EEUU en todo el planeta para siempre. Rove ejecutó el encargo y parió un documento alucinante en el que, de entrada, compara el Imperio que debe establecer USA con el Imperio Romano, del cual además reivindica objetivos, métodos y resultados. En ese documento Rove sostiene que una hegemonía de esas características sólo puede mantenerse desde el más absoluto control militar sobre el mundo, y llega a proponer que EEUU se dote de una fuerza militar capaz de protagonizar hasta tres escenarios simultáneos de conflicto armado en diferentes partes del Globo.

Detrás de la actuación de este grupo de lobos están las corporaciones norteamericanas, enormes holdings empresariales herederos de las multinacionales. Cada uno de los "hombres fuertes" de la Administración Bush -Cheney, Rice, Rumsfeld, y algún otro más discreto- representa en la dirección política del país a un consorcio de macrocorporaciones agrupadas por sectores de interés: petróleo y energía, logística e inversiones, complejo militar-industrial, etc. El poder de estos consorcios es inmenso, y de su disfrute han quedado prácticamente excluidos los accionistas, que se limitan a recibir dividendos: quienes mandan hoy en las corporaciones son sus altos ejecutivos. J.K. Galbraith escribió muy luminosamente sobre todo esto en sus últimos años.

En septiembre de 2001 hubo un punto de inflexión. Hasta entonces los neocons tenían la Administración norteamericana, pero no gozaban del poder absoluto ni siquiera sobre EEUU: los atentados del 11-S se lo entregaron por entero. La legislación de emergencia fue el recubrimiento legal de un verdadero golpe de Estado, a partir del cual se pudo poner en marcha el plan Rove sin tapujos ni cortapisas. Es así como Irak debía ser el primer peldaño de una "reordenación de Oriente Próximo" destinada a garantizar el suministro de petróleo a EEUU durante los próximos dos siglos, al poner en sus manos por completo las mayores reservas del planeta. Pero los planes de esta banda de criminales iban mucho más allá, y seguramente iremos teniendo noticia de ellos en los próximos años; sabemos ya, eso sí, que tal como hemos podido constatar en estos años, la voladura de la Unión Europea y la substitución de la ONU por otro organismo domesticado formaban parte de ellos.

Tras todas estas operaciones, dirigiendo los movimientos estratégicos como un jugador de ajedrez, ha estado Karl Rove. No es que Rove fuera el "Number One" de la banda -en realidad, no había "Number One"- ya que su papel era el de "cerebro", en un tipo de estructura nada casualmente coincidente con la propia de la Mafia norteamericana. En realidad, como es sabido, en los Sindicatos del Crimen no suele haber una cabeza visible, o en caso de haberla se trata de un testaferro (como Bush hijo), aunque el "consegliere" mejor situado suele acumular tanto poder que en ocasiones supera al que ostentan los representantes de las familias/corporaciones presentes en el Consejo mafioso.

Es por ello que la fuga de Karl Rove resulta tan importante. Significa la señal de estampida, pues la organización amenaza ruina inminente.

En suma, la dimisión de Rove certifica que los días de la "revolución neocon" han terminado.

jueves, 31 de mayo de 2007

¿Que viene la loba!


Tanto quejarnos de que Bush no quiere recibir a Zapatero, y resulta que nos envía a su mano derecha (o al revés, que tratándose de la Administración nosteamericana uno no sabe nunca bien quién mueve los hilos y quién es la marioneta). ¡Cuánto honor que la jefa de los pretorianos se digne visitar esta lejana y secundaria provincia del Imperio!.

En cualquier caso, mañana llega a Madrid Condoleezza Rice, y antes de aterrizar ya ha enseñado sus perfectos y afilados caninos de loba. Le reprocha al gobierno español doña Condoleezza su posición respecto a Cuba, o mejor dicho, respecto al régimen cubano y las posibilidades de diálogo con él. Mejor así. Peor sería que nos alabara una política de presión salvaje sobre el régimen castrista o en cualquier otro asunto, como las que ejercía la diplomacia española en tiempos de aquél mindundi vallisoletano al que el Emperador permitía poner sus cortas patitas sobre una mesilla del imperial palacio.

Realmente, nadie sabe a ciencia cierta a qué viene a Madrid la señora Rice. De todos modos seguro que ella despejará las dudas enseguida, haciendo gala de paso de su proverbial arrogancia y mala educación. Esta empleada de las compañías petroleras norteamericanas -a las que representa en un gobierno formado por una coalición de las grandes corporaciones, que son quienes realmente manejan USA- si alguna virtud tiene es la de la claridad a la hora de transmitir sus mensajes. A Madrid viene a leerle la cartilla a Zapatero, eso es obvio.

Ojalá el presidente español no se achante, y la reciba desde la dignidad y el orgullo que da el haber llegado al Gobierno aupado por los millones de votos de hombres y mujeres libres que dijeron no a la guerra y no al Imperio.

miércoles, 21 de marzo de 2007

La guerra esponsorizada


Estas son algunas de las principales cifras del balance de cuatro años de guerra en Irak que pueden recopilarse en Internet sin esfuerzo:

Seiscientos cincuenta mil iraquíes han sido muertos en acciones de guerra o por el terrorismo. El número de heridos es simplemente incalculable.

Bajas estadounidenses: tres mil doscientos soldados muertos y veinticuatro mil heridos.

Diez mil soldados norteamericanos han desertado, de ellos cuatrocientos se hallan en Canadá a la espera de ser reconocidos como refugiados políticos.

Cuatrocientos mil millones de dólares se han invertido en la guerra, de ellos mil trescientos millones fueron desembolsados por España durante la etapa en que las tropas españolas participaron en la ocupación de Irak.

Ocho mil millones de dólares de un monto total de doce mil millones entregados como "donación" USA al gobierno de Irak a través de la Administración provisional que dirigió Paul Bremen, se evaporaron nada más llegar a Bagdad. Bremen no tiene ni una factura que los justifique.

No hay cifras oficiales acerca de los fabulosos beneficios que están obteniendo las grandes corporaciones norteamericanas, desde la Halliburton del vicepresidente Dick Cheney (que suministra a los soldados ocupantes toda la logística, incluidas las tiendas de campaña donde duermen, la ropa que se ponen y las raciones que comen), a las famosas Siete Hermanas petroleras, especialmente las texanas, que están saqueando a barra libre los pozos petrolíferos iraquíes, pasando por las empresas especializadas en "reconstrucción civil" (que obtienen a dedo descomunales contratos de construcción de edificios e infraestructuras) y las de "seguridad privada", que facilitan mercenarios encargados del trabajo sucio en materia de "orden público".

La guerra de Irak es ya la guerra de las corporaciones norteamericanas. Todas se han apresurado a sacar tajada siquiera sea publicitaria, aunque en la mayoría de los casos han preferido implicarse de hoz y coz y rapiñar directamente sobre el terreno.

Ello es posible porque, como escribió John K. Galbraith en sus últimas aportaciones, los políticos y altos funcionarios del gobierno de EEUU son hoy meros empleados de las grandes corporaciones, en cuyos consejos directivos han figurado hasta el momento mismo de incorporarse a la Administración Pública y con los que siguen manteniendo vinculaciones tan estrechas como los hilos que unen a la marioneta con su operador.

Más que unos símbolos nacionales desfasados, el ejército norteamericano debería empezar a lucir sobre los uniformes y el material que usa los logotipos de quienes son los esponsors de la guerra y accionistas destacados de esta primera gran aventura empresarial del siglo XXI.