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miércoles, 6 de octubre de 2010

Barcelona debe empezar a barrer la basura que acumula


En tiempos en los que florecen el racismo, la xenofobia y la exclusión de lo diferente, en los que todo lo foráneo se vuelve sospechoso y deportable para los políticos sin escrúpulos, resulta que Barcelona se ha convertido en el contenedor universal de toda clase de basura generada fuera de nuestras fronteras. Contradicciones de la sociedad capitalista.

Hace años que al albur de la rapacidad de los operadores turísticos -agencias de viaje y hoteleros, principalmente- y de cierta permisividad indolente de las autoridades locales, Barcelona acoje para su mal un turismo masivo y cutre que nada aporta salvo problemas. Rebaños de jóvenes y no tan jóvenes procedentes de los suburbios de Europa viajan incesantemente a esta ciudad, porque sencillamente les resulta más barato pasar un fin de semana emborrachándose y drogándose aquí que en sus propias ciudades de origen.

La inventora de estos "tours" con un pie en el lumpen estricto y el otro en cualquier otra cosa que sea incívica y genere molestias a los sufridos anfitriones, fue la siniestra Margaret Thatcher. La que fuera primera ministra británica descubrió que a su gobierno le salía más a cuenta subvencionar las salvajes vacaciones en España de los jóvenes parados y marginales de su país que asistir a las explosiones de violencia juvenil que se producían en los barrios industriales de Gran Bretaña durante los veranos. El objetivo era pues pasar la mierda al vecino y a fé que la llamada Dama de Hierro lo consiguió plenamente, inaugurando un modo de turismo que en poco tiempo ha devenido un clásico y que ha ampliado notablemente el catálogo de sevicias a las poblaciones invadidas inaugurado en su día por los vándalos durante la caída del Imperio Romano.

Naturalmente como decía antes, la responsabilidad de este fenómeno atañe también en buena parte a los operadores españoles del sector. Por increíble que parezca, contratar paquetes turísticos completos en Gran Bretaña o cualquier otro país europeo del centro y el norte de Europa con destino a España, es mucho más barato que hacerlo directamente aquí. Si el destino es Barcelona, mucho más todavía. En pocos años la ciudad se ha ido especializando en este turismo y convirtiéndose en una especie de parque temático en el que se desarrolla con especial virulencia; por ejemplo, hoy Barcelona es la Meca de las despedidas de solteros de los jóvenes europeos con pocos recursos, que vienen aquí con todos los gastos pagados y contratados a un precio irrisorio, con alcohol barato y sexo mercenario asegurados por los promotores empresariales de estas verdaderas expediciones de castigo.

La última aportación al turismo-basura con destino barcelonés es desde hace algunos años, la aparición del "turismo antisistema". Aprovechando la tolerancia tradicional en la ciudad hacia el fenómeno "okupa", malentendido por las izquierdas locales como un fenómeno de rebeldía juvenil alternativa y no como lo que es, una gansada de jóvenes burgueses que pretenden vivir por la cara una adolescencia perpetua. Ya ocurrió algo similar en los años setenta y ochenta con el fenómeno del "joven marginal" convertido en una especie de héroe social, cuando en su granmayoría eran hijos de clases pudientes que jugaban a vivir fuera del "sistema"; naturalmente ahí estaba siempre papá para, al igual que ocurre hoy día con muchos de estos nuevos "antisistema", pagar una fianza o acojer al hijo pródigo en su retorno al convencional hogar burgués. Algunos de estos espabilados son hoy ejecutivos de muy capitalistas empresas y votan al Partido Popular, a otros se los llevó la heroína o el SIDA.

El pasado 29 de septiembre unas docenas de estos Robin Hoods de pacotilla salieron -o les sacaron, para el caso es lo mismo- de uno de sus bosques de Sherwood en Barcelona y pretendieron reventar la manifestación de 400.000 barceloneses en lucha por sus derechos como trabajadores y ciudadanos. Se enfrentaron a policías y manifestantes, destrozaron el mobiliario urbano que pagamos con nuestros impuestos quienes residimos en Barcelona -salvo estos salvajes, obviamente- , y dieron al mundo la imagen de una ciudad caótica y peligrosa. Nada más lejos de la realidad que esa interesada visión propagada por los medios de comunicación convencionales que al cabo, en su gran mayoría responden a los mismos intereses de quienes ceban y manejan esta basura humana.

Es hora pues de que las instituciones barcelonesas agarren con fuerza la escoba y barran fuera esta porquería, porque no hay nada alternativo ni revolucionario en la mugre y la violencia como propuestas de vida y acción.

En la fotografía que ilustra el post, un contenedor de recogida de basuras arde en la plaza Urquinaona de Barcelona tras ser incendiado el 29 de septiembre por provocadores "antisistema".

sábado, 1 de agosto de 2009

De regreso a la España Negra


Cada vez que vuelvo a España de un viaje por la Europa civilizada, ando irritado unos cuantos días. Es tal el choque que me supone acomodarme de nuevo a nuestra realidad cotidiana, a nuestra forma de vivir semisalvaje, a nuestra falta de civismo y educación, a la chulería rampante, a los horarios imposibles, a nuestras ciudades invadidas por chatarra rodante pilotada por energúmenos, y en fin, es tal el aroma general que desprende el país a meado de cuartel y sacristía, que dan ganas de volverse corriendo al aeropuerto y pedir un billete a cualquier parte donde la gente no te perdone la vida cada vez que intentes cruzar la calle, por ejemplo.

Este año para colmo parece que toca campaña de verano de esos eximios representantes de la España más negramente putrefacta, los tarados mentales de ETA, embarcados en un despliegue de atentados y asesinatos que cuando uno se para a pensarlo detenidamente, llega a preguntarse cómo se puede ser tan imbécil como para creer que desde la destrucción de vidas humanas se puede construir algo que merezca la pena. Es como si los TeleTubbies se pusieran a matar niños para lograr hacerlos más felices. En fin. Y no se pierdan los abracadabrantes "funerales de Estado" cuando en esas desgraciadas ocasiones resultan muertos funcionarios públicos, magnos espectáculos con profusión de uniformes, casullas, Infantas de España, medallas de latón, un arzobispo castrense bisbiseando babosidades y una legión de políticos repitiendo cansinas obviedades; un inútil diluvio de idioteces en suma, vertido sobre el dolor irremediable e irreparable de unas familias destrozadas. En todo caso quienes se lo deben pasar pipa viendo por la televisión semejantes shows espectaculares a catedral llena, son precisamente los descerebrados que han causado el estropicio.

Recuerdo unos versos de Salvador Espriu referidos a la Catalunya gris, triste y humillada de los años más recios del franquismo, que le vienen al pelo a esta España chillona y agobiante, a la que deberían echar a patadas no ya de la Unión Europea sino hasta de la OTAN y el Banco Mundial; no nos merecemos estar en instituciones internacionales con gentes de países donde en la calle no se escupe, no se arrojan colillas ni se ponen bombas. Traducido al castellano, el poema de Espriu dice así:

Ensayo de Cántico en el Templo

Oh, qué cansado estoy de mi
cobarde, vieja, tan salvaje tierra,
cómo me gustaría alejarme de ella,
allende el norte
donde dicen que la gente es limpia
y noble, culta, rica, libre,
¡desvelada y feliz!
Entonces, en la congregación, los hermanos dirían
desaprobando: "Como el pájaro que abandona el nido,
así el hombre que marcha de su lugar",
mientras yo, ya muy lejos, me reiría
de la ley y la antigua sabiduría
de este mi árido pueblo.
Pero nunca he de seguir mi sueño
y me quedaré aquí hasta la muerte.
Pues soy también muy cobarde y salvaje
y amo además con un
desesperado dolor
esta mi pobre,
sucia, triste, desdichada patria.

Salvador Espriu i Castelló (1913-1985)
Poeta, dramaturgo y novelista catalán

jueves, 30 de agosto de 2007

Fuera ciclistas de las aceras


Esta semana ha entrado en vigor la nueva Ordenanza municipal de circulación en Barcelona, que entre otros aspectos limita el derecho de pernada sobre las aceras del que hasta ahora han disfrutado los ciclistas, merced a la estúpida permisividad con que les obsequió el anterior gobierno municipal. Veremos si aún se está a tiempo de reparar el daño hecho en la conciencia cívica de esta gente.

Según parece, a partir de ahora los ciclistas sólo podrán circular por los carriles señalados a tal efecto en las aceras, sin invadir el espacio reservado a los peatones. En todo caso, no habrá carril bici en aceras de menos de tres metros de ancho, y se reafirma la prioridad del peatón sobre el ciclista en el uso de la acera.

Claro que las sanciones para los bestias a pedales no superarán los 30 euros. Y uno no se imagina a la Guardia Urbana barcelonesa multando vehículos que ni siquiera llevan matrícula. Así que mucho me temo que vamos a continuar más o menos igual.

Vista además la agresividad que los émulos urbanos de Induráin van desarrollando -hace apenas unos días un redactor de El Periódico de Catalunya y su esposa fueron atacados a puñetazos por un ciclista sin mediar palabra ante su negativa gestual a cederle el paso-, los peatones vamos a tener que comenzar a pensar en acciones de resistencia pasiva ante los vehículos de tracción animal que nos acosan. Hay que defender el único espacio público de la ciudad que nos está reservado y en el que se supone que deberíamos estar seguros.