Cada vez que vuelvo a España de un viaje por la Europa civilizada, ando irritado unos cuantos días. Es tal el choque que me supone acomodarme de nuevo a nuestra realidad cotidiana, a nuestra forma de vivir semisalvaje, a nuestra falta de civismo y educación, a la chulería rampante, a los horarios imposibles, a nuestras ciudades invadidas por chatarra rodante pilotada por energúmenos, y en fin, es tal el aroma general que desprende el país a meado de cuartel y sacristía, que dan ganas de volverse corriendo al aeropuerto y pedir un billete a cualquier parte donde la gente no te perdone la vida cada vez que intentes cruzar la calle, por ejemplo.
Este año para colmo parece que toca campaña de verano de esos eximios representantes de la España más negramente putrefacta, los tarados mentales de ETA, embarcados en un despliegue de atentados y asesinatos que cuando uno se para a pensarlo detenidamente, llega a preguntarse cómo se puede ser tan imbécil como para creer que desde la destrucción de vidas humanas se puede construir algo que merezca la pena. Es como si los TeleTubbies se pusieran a matar niños para lograr hacerlos más felices. En fin. Y no se pierdan los abracadabrantes "funerales de Estado" cuando en esas desgraciadas ocasiones resultan muertos funcionarios públicos, magnos espectáculos con profusión de uniformes, casullas, Infantas de España, medallas de latón, un arzobispo castrense bisbiseando babosidades y una legión de políticos repitiendo cansinas obviedades; un inútil diluvio de idioteces en suma, vertido sobre el dolor irremediable e irreparable de unas familias destrozadas. En todo caso quienes se lo deben pasar pipa viendo por la televisión semejantes shows espectaculares a catedral llena, son precisamente los descerebrados que han causado el estropicio.
Recuerdo unos versos de Salvador Espriu referidos a la Catalunya gris, triste y humillada de los años más recios del franquismo, que le vienen al pelo a esta España chillona y agobiante, a la que deberían echar a patadas no ya de la Unión Europea sino hasta de la OTAN y el Banco Mundial; no nos merecemos estar en instituciones internacionales con gentes de países donde en la calle no se escupe, no se arrojan colillas ni se ponen bombas. Traducido al castellano, el poema de Espriu dice así:
Ensayo de Cántico en el Templo
Oh, qué cansado estoy de mi
cobarde, vieja, tan salvaje tierra,
cómo me gustaría alejarme de ella,
allende el norte
donde dicen que la gente es limpia
y noble, culta, rica, libre,
¡desvelada y feliz!
Entonces, en la congregación, los hermanos dirían
desaprobando: "Como el pájaro que abandona el nido,
así el hombre que marcha de su lugar",
mientras yo, ya muy lejos, me reiría
de la ley y la antigua sabiduría
de este mi árido pueblo.
Pero nunca he de seguir mi sueño
y me quedaré aquí hasta la muerte.
Pues soy también muy cobarde y salvaje
y amo además con un
desesperado dolor
esta mi pobre,
sucia, triste, desdichada patria.
Salvador Espriu i Castelló (1913-1985)
Poeta, dramaturgo y novelista catalán
1 comentario:
Pues no estaria mal que nos echaran de la UE, de la OTAN y del Banco Mundial que son organizaciones de escaso y dudoso perfil democratico. Mañana seria yo feliz si recuperaramos nuestra soberania perdida cuando ingresamos en estos clubes selectos
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