
El PP denuncia ser víctima de escuchas y seguimientos ilegales.
Lo grandioso del asunto es que tienen razón. Las escuchas ilegales existen, los seguimientos ilegales existen, las presiones, amenazas, dossieres y fotos clandestinas existen: todas esas actividades las lleva a cabo (presuntamente, faltaría más) el “servicio” de espionaje -los ya famosos "mortadelos"- creado por la presidenta madrileña, Esperanza Aguirre, y dirigido personalmente por su consejero del Interior; ese modélico grupo de ex guardias civiles, espléndidamente dotados (cacharrería tecnológica último modelo, motos de gran cilindrada, etc) y divinamente pagados, todo con dinero de la Comunidad de Madrid, se dedican a seguir, fotografiar, escuchar… ¡a dirigentes del PP!. Es decir, del mismo partido de quienes gobiernan la Comunidad autónoma madrileña. Ni los hermanos Marx habrían superado algo así.
Por las hemerotecas anda el vicepresidente de la Comunidad de Madrid, aguirrista de pro aunque al parecer no lo suficiente, pues los “mortadelos” que su jefa amamanta en los pechos del Gobierno autonómico le fotografiaron tiempo atrás recién bajado del avión en un país latinoamericano, en el momento de entregar unas bolsas de deporte cuyo contenido aún no nos han explicado; pero no desesperen, todo llegará el día en que algún dirigente del PP agraviado tenga a bien vengarse de sus compañeros. Misteriosamente dichas fotos llegaron a los medios de comunicación adecuados, y ahí las tienen.
En fin que la cosa se está poniendo francamente divertida: Mariano Rajoy y compañía acusan al Gobierno español de las prácticas que ellos mismos se inflingen entre sí. La verdad es que cabe preguntarse para qué iba a putearlos Rubalcaba, ministro del Interior español, si los dirigentes del PP son maestros en el arte de destrozarse a dentelladas entre sí.
En las fotografías publicadas por El País que ilustran este post, aparece Ignacio González espiado por los "agentes secretos" al servicio de Esperanza Aguirre.