Ocurre sin embargo, que si no hacemos ese ejercicio de conocimiento y recuperación de nuestro propio pasado inmediato, que contra lo que sostienen machaconamente los fascistas “equidistantes” no son batallitas de abuelos cebolleta sino hechos tan recientes que siguen condicionando la mentalidad, la cultura, la sociedad, la política y desde luego, el legado memorial familiar de una buena parte de la ciudadanía de este país, la repetición quizá no tan violenta pero no menos efectiva desde el punto de vista coactivo de hechos como los sucedidos hace setenta años en este país, será completamente inevitable. Cañizares, Rouco, Manos Limpias, el juez Prego, el mismo Rajoy… no son más que pequeñas piezas movidas por los mismos intereses que provocaron en 1936 el que aquellos canallas de uniforme se rebelaran contra el legítimo Gobierno democrático de este país, y construyeran sobre las ruinas que provocaron la monstruosidad criminal que fue el régimen fascista.
Estos “equidistantes” pretenden no sólo mantener en el deplorable estado actual (¡setenta años después!)la dignidad ofendida, humillada, perseguida y pisoteada de quienes sufrieron lo que tuvieron que sufrir por defender el régimen legítimo y la democracia frente a los criminales que usurparon el uno y destruyeron la otra; quieren sobre todo que las cosas sigan exactamente igual que entonces, de modo que nadie ose discutir la legitimidad de la derecha española para continuar actuando en relación con la sociedad española como el proxeneta más desalmado. Nos chulean -véase la querella contra Garzón o la indecente campaña electoral del PP-, y encima pretenden que callemos y olvidemos los horrores y afrentas, y que en última instancia y por encima de todo, no les discutamos su hegemonía política, social y económica de siglos sobre la sociedad española.
Hay que empezar a parar a estos bandidos y a sus epígonos, compañeros y compañeras, y el 7 de junio sólo hay un modo democrático de hacerlo. Quien se quede en casa sin votar será su cómplice, y estará contribuyendo a que el franquismo más o menos light siga chuleando nuestras vidas con total impunidad.
En la fotografía de los años sesenta, Manuel Fraga Iribarne, actual presidente del PP español y entonces ministro del Régimen fascista, presenta unos documentos para la firma al dictador Francisco Franco. Durante cuatro décadas, en aquellos Consejos de Ministros se firmaron miles de condenas a muerte.
3 comentarios:
Editor, tienes toda la razón, pero mira, ahí tienes a Garzón, imputado por las cachorros de Fuerza Nueva, que tiene la cosa bemoles.
Y para las Europeas, a un IMPRESENTABLE como Mayor Oreja, que aún estamos esperando que condene el franquismo.
En España no hay centro-derecha, tenemos una extrema derecha impresentable y chabacana, que no han evolucionado nada, como tu bien dices.
Un saludo desde el sur.
Los que dicen que hay que olvidar el pasado y pensar en el presente y el futuro, es que les importa un pimiento lo que pase en ninguno de los tres tiempos.
Lo único que les importa son ellos mismos, y su egoismo es tal, que prefieren olvidar y que no se hable de las personas que han muerto y sufrido para que ahora ellos tengan una vida mejor.
Eso si es que no son hijos o nietos de los asesinos fascistas-franquistas-católicos,y prefieren se olvide lo que hicieron sus mayores. Con el dicho de "Hay que mirar para delante", aprueban todo el mal que se hizo, pero de una forma muy disimulada.
Marian
Obviamente, el franquisamo no es cosa del pasado ni de cuatro viejetes nostálgicos. Permanece muy sólidamente asentado entre nosotros, en las instituciones del Estado y también en la calle.
Como la Mafia, el franquismo actual intenta hacer creer que no existe, acaso porque sus fines son idénticos: gobernar nuestro país y nuestras vidas sin que se note demasiado.
Publicar un comentario