Mostrando entradas con la etiqueta Intramuros. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta Intramuros. Mostrar todas las entradas

jueves, 29 de noviembre de 2007

La Manila vasca. Breve recorrido por el barrio de Intramuros


Publicado en Izaronews, 27-11-2007

Un turista no avisado que pasee por las calles de Intramuros, la vieja ciudad colonial amurallada que fue el epicentro de Manila y de toda Filipinas durante casi quinientos años, se sorprenderá al encontrar varias calles rotuladas con nombres de claras resonancias vascas.

A 12.000 km. de la población vasca más cercana, Legaspi st (sic), Urdaneta st. y Basco st. recuerdan desde sus placas de identificación el papel importante que muchos hijos de Euskalherria jugaron en la vida de la antigua colonia española. Marineros, frailes, soldados y comerciantes originarios del País Vasco se establecieron en estas tierras lejanas en época del Imperio, cuando se decía que Manila era la ciudad más hermosa y rica de Asia. Muchos de ellos quedaron aquí luego de la independencia filipina, y la guía telefónica local ofrece múltiples ejemplos de apellidos de origen vasco.

Ricardo Larrabeiti relaciona hasta 50 nombres de origen vasco en el callejero de Manila. En Intramuros en concreto, y sin ánimo exhaustivo, anoté los tres nombres a los que me refería antes, pero seguro que un repaso cuidadoso daría muchos más.

Legaspi st.:

Miguel de Legazpi, natural de Zumárraga, fue marino y descubridor destacado. Pasó por México, exploró el Pacífico, y fue el fundador de la ciudad de Manila y primer capitán general de Filipinas (mediados del siglo XVI).

Legaspi st. es una calle trasversal de Intramuros, perpendicular a la calles Real y Anda, nervios centrales de la vieja ciudad amurallada.

Urdaneta st.:

Fray Andrés de Urdaneta nació en Ordizia. Tras una estancia en México llegó a Filipinas, donde colaboró con Legazpi. Marinero y explorador además de fraile, el nombre de Urdaneta se asocia a la ruta seguida durante siglos por el “galeón de Manila”, el barco que una vez al año cubría la ruta entre la capital filipina y la ciudad mexicana de Acapulco.

Urdaneta st. se halla junto a la plaza San Luis. Entre diversos edificios de cierto empaque, en Urdaneta st. destaca un caserón bien restaurado que presenta unos ventanales bellamente enmarcados por maderas pintadas en blanco y gris, un conjunto de inequívoco sabor norteño que hace pensar en que probablemente fuera levantado por algún rico comerciante vasco.

Basco st.:

Basco st. es una callecita próxima a la iglesia de San Agustín, uno de los pocos edificios de Intramuros que conservan lienzos de pared originales y por tanto anteriores a la destrucción casi total de la ciudad durante el asalto norteamericano de 1945.

Por el extremo que da a San Agustín la calleja es prácticamente un barrizal sin urbanizar. En el otro extremo hay un puñado de casitas de una planta, reconvertidas en chabolas por el tiempo y la pobreza. Las personas que las habitan desconocen cúal puede ser el origen del nombre de su calle -que antes se llamaba “Basque” en inglés, y ahora “Basco” en tagalo-, y no saben a qué se refiere.

viernes, 17 de agosto de 2007

MacArthur en Manila


La propaganda de guerra norteamericana primero y su historiografía amañada después, han implantado la falsedad de que Manila fue destruida por los japoneses en 1945, durante la batalla que liberó la ciudad de la ocupación nipona.

La realidad histórica es muy diferente: la capital de Filipinas fue reducida a escombros palmo a palmo por el asalto norteamericano que encabezó el general MacArthur, quien vengaba así la ofensa que le inflingieron los japoneses tres años antes al obligarle a huir del archipiélago tras haber humillado al ejército yanqui en la batalla de Corregidor. Vista la escasa capacidad de resistencia japonesa en Manila en 1945, los medios empleados en el ataque resultaron tan desproporcionados como cuando medio siglo atrás los norteamericanos se apoderaron de la ciudad tomándola a los españoles; en uno y otro caso, los recursos humanos y materiales puestos en juego por defensores y atacantes no admitían comparación posible.

La destrucción de Manila fue pues un acto de venganza de Douglas MacArthur contra los japoneses, una bofetada contra éstos que repercutió con toda crudeza en el rostro de los filipinos, que murieron por decenas de miles durante los bombardeos "liberadores" de su ciudad. Entre los tesoros insustituibles destruidos figura el barrio de Intramuros, la vieja ciudad amurallada colonial española, que por entonces contaba con cinco siglos de existencia. Un conjunto monumental del que privó al mundo aquél militar enloquecido que se llamó Douglas MacArthur, y que de existir hoy habría sido declarado, a no dudar, Patrimonio de la Humanidad.

De la web del Instituto Cervantes de Manila he rescatado esa fotografía ilustradora, una de las pocas que existen de aquél asalto salvaje, en la que un tanque Sherman destruye la puerta principal de acceso a Intramuros.