miércoles, 3 de febrero de 2010

Zapatero en el convento de Fray Obama

La presencia de José Luis Rodríguez Zapatero en calidad de invitado presuntamente relevante al llamado "Desayuno de oración" que se celebrará el jueves en la Casa Blanca, ha despertado reacciones múltiples y casi ninguna favorable. Que yo recuerde, ningún presidente de Gobierno español, ni siquiera el lameculos de Aznar, fue invitado por el Emperador de turno a esta ceremonia anual que según dice la prensa se remonta a 1952, lo que tratándose de los EEUU la convierte en una tradición de origen verdaderamente remoto.

Nadie sabe qué diablos pinta Zapatero en una celebración así, aparte de hacerse una foto -otra más- al lado del Emperador, de un Barack Obama que llegó al trono entre cánticos de alegría de los "progresistas", y al que le ha bastado un año en la presidencia norteamericana para mostrarse tal cual verdaderamente es. Y es que las diferencias políticas entre él y su antecesor son irrelevantes, especialmente en lo que hace a la manera de conducir la política internacional de la todavía -aunque menos- superpotencia planetaria.

Ocurre que el presidente español anda últimamente en plena huida hacia la política internacional como medio de escapar de la durísima realidad de su país, síndrome que de una u otra manera ha terminado por dominar a todos sus antecesores: recuerden la famosa cantinela acerca del "cuello de botella del estrecho de Ormuz", que profería a todos horas un Adolfo Suárez al que aunque le hubiera ido la vida en ello no hubiera sido capaz de situar el estrecho de Ormuz en un mapa; o a un Aznar obsesionado con el "vínculo trasantlántico" que había que establecer con los EEUU de George W. Bush luego de dinamitar, Trío de las Azores mediante, la Unión Europea, la ONU y lo que se terciara. Pues bien, a Zapatero le ha entrado ahora ese virus y ahí debe andar el hombre, preparando la bendición en inglés de los huevos con bacon que seguramente le servirán en el desayuno del jueves. Esperemos que su profesor de idiomas no sea el texano-vallisoletano "mister Ánsar", porque de lo contrario las carcajadas se van a oír en Minnesota y en León.

Lo peor del caso es que la presencia del agnóstico Zapatero en esa reunión meapilas casi coincide en el tiempo con el último desplante de Obama, que acaba de anunciar que no irá a Madrid a la cumbre euro-norteamericana. El feo que acaba de hacerle al presidente de turno de la Unión Europea (UE), el supuesto amigo Zapatero, es de los que hacen época; pero el desprecio simultáneo hacia la Unión Europea es tan estúpidamente gratuito, que uno empieza a considerar que Obama se parece a Bush no sólo en las políticas que aplica sino también en su coeficiente mental. Es obvio que el actual presidente norteamericano sabe hacer bellos discursos, pero empiezan a haber elementos sobrados para cuestionarse su inteligencia política y tal vez la otra.

Aunque bien mirado, quienes creemos en una Europa unida y fuerte tenemos motivos para alegrarnos por esta nueva muestra de arrogancia y yanquicentrismo del presunto progresista Obama, en la medida en que esta clase de ofensas son las que más nos unen a los europeos. Recuerden el episodio ocurrido en plena campaña guerrerista y antieuropea del Trío de las Azores, cuando el entonces ministro francés de Exteriores, Dominique de Villepin, machacó y revolcó a Colin Powell en el Consejo de Seguridad de la ONU, luego que el "moderado" jefe de los pretorianos de Washington intentara en nombre de su amo Bush coaccionar a los países allí representados para que se sumaran a la invasión de Irak. Villepin humilló al Imperio con su razonado y apasionado discurso (caro lo ha venido pagando desde entonces), y los europeos de tendencias diferentes nos reconocimos en aquél hombre valiente que defendió nuestros intereses y los de la Humanidad contra las intenciones criminales de los neocons yanquis y sus palanganeros en Europa, los señores Blair y Aznar. Aunque desgraciadamente no se pudiera detener el ataque a Irak al menos sus promotores no lograron la cobertura de la ONU, y ése fue mérito de la diplomacia europea y singularmente de Villepin.

Zapatero ha demostrado tener poca memoria además de desconocer un viejo dicho de la politica internacional europea: no hay nada más fanáticamente yanqui que un negro yanqui. Entiéndase aquí "yanqui" precisamente en la acepción del término que causa más rechazo fuera de EEUU: imperialista, reaccionario, antieuropeo. Obama está mostrando ser un yanqui tradicional de pura cepa, y Zapatero está comenzando a enterarse de un modo particularmente doloroso. Aquella idiotez que profirió Leire Pajín -una de las Barbies Moncloa con menos seso y más futuro por delante-, en el sentido de que el día en que se encontraran Obama y Zapatero se produciría algo así como una conjunción astral de ésas que se dan una vez cada muchos años, ha quedado en una de las aporías políticas españolas más delirantemente absurdas que se hayan oído desde los tiempos en que Franco era teniente en Melilla. La realidad ha sido muy otra. Definitivamente, Zapatero no cuenta para el Emperador, qué le vamos a hacer: a ver si se dan cuenta en Moncloa.


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