domingo, 30 de agosto de 2009

Fin de la dinastía Kennedy


La muerte del senador Edward "Ted" Kennedy pone punto final a más de medio siglo de presencia de esta familia en la política norteamericana. A lo largo de este tiempo, los Kennedy han dejado un sello muy especial, propio y diferente a otras dinastías políticas de su país; no por nada se les ha llamado la "Familia Real estadounidense".

Descendientes de un irlandés enriquecido en los años de la Depresión, los Kennedy -John, Robert y Edward- fueron educados para que alguno de ellos llegara algún día a ser presidente de los EEUU. En cumplimiento estricto del "sueño americano", y por increíble que pueda parecerle a un europeo, uno de ellos -John- llegó efectivamente al cargo y fue asesinado durante su mandato, y otro -Robert- hubiera sido presidente de no haber sido muerto a tiros durante su campaña presidencial. Tras esos asesinatos, Ted, el menor de los Kennedy, hubiera alcanzado sin dificultad la Casa Blanca de no haber sido por su afición al alcohol y las mujeres; una noche de sexo y borrachera tuvo un accidente de tráfico de cuyo escenario huyó a pie, dejando tras de sí el cadáver de una joven colaboradora y al parecer amante ocasional, que se ahogó dentro del automóvil hundido en el río al que había caído.

A Ted Kennedy aquel incidente le hizo madurar. Renunció al sueño de ser presidente y reorientó su carrera política hacia el Senado, donde lideró durante décadas el ala progresista del Partido Demócrata. A la inicitiva de Ted Kennedy se deben infinidad de leyes favorables a las minorías, los trabajadores y en general los colectivos más desfavorecidos de la sociedad estadounidense. En su feudo de Massachusetts el clan Kennedy ha sido imbatible, pero su influencia política directa se ha extendido también a otros estados cercanos del nordeste de los EEUU. Bajo su protección se han promocionado políticos del Partido Demócrata, y también independientes de izquierda e incluso socialistas, como el senador de Vermont, Bernie Sanders. El apoyo del clan Kennedy fue decisivo asimismo para impulsar la carrera de Bill Clinton -un admirador confeso del presidente John Kennedy-, y resultó fundamental asimismo para que Barak Obama obtuviera la nominación para la presidencia por el Partido Demócrata.

Desde principios de los años setenta Ted Kennedy ha ejercido como patriarca del clan con energía y ductilidad, y ello a pesar del rosario de desgracias familiares que a lo largo de los años han azotado sin cesar a la familia Kennedy. La muerte de Ted representa el final de la dinastía, y probablemente también el de un modo de entender y hacer política en un país que tras la elección de Obama, pretende haber inaugurado una nueva era política.

Me temo con todo, que más pronto que tarde los norteamericanos sensatos no van a tardar en echar de menos a un Kennedy como faro de esperanza y conductor de las batallas políticas en el país donde supuestamente todas las oportunidades son posibles, siempre y cuando cuentes con la protección adecuada.

En la fotografía, de izquierda a derecha, Robert, Edward y John Kennedy a principios de los años sesenta.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Aquí, tu seguidora mas fiel.

¿Quieres creerme que tengo la sensación de que se ha acabado una dinastia que me era familiar?.

Siendo una niña mataron al Presi Kennedy, y yo lo sentí, no entendia muy bien por qué, pero recuerdo que me dió pena. Y ahora, ya mujer muy madura, tambien siento disgusto ante la muerte del tercer Kennedy, ahora si se por qué. Por todo lo que tu enumeras.

Son los americanos mas conocidos y que mas han llegado al mundo entero, no solo en los EE.UU. Y en todas partes habrá quien sienta, como que una parte de su mundo, de lo que ha vivido, ha terminado.

Marian

Joaquim dijo...

Efectivamente, Marian, algo se nos ha muerto a muchos con el último de los Kennedy. Supongo que los más jóvenes no podrán entenderlo, pero es así.

Un besote por tu fidelidad.