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jueves, 23 de junio de 2011

El solsticio de verano, la Noche de San Juan y una canción de La Bullonera



La tradicional capacidad de la Iglesia católica para enmascarlo todo convirtió una bella fiesta pagana ibera seguramente prerromana - el zénit anual del sol, con lo que significa de triunfo de la vida y lo luminoso-, en otra celebración de un santo que ni dios sabe quién es. ¿Es San Juan Bautista? ¿San Juan el discípulo de Jesús? ¿San Juan Evangelista (no es el mismo)? ¿Otro San Juan?.

Sea como sea, hoy es la noche más corta del año. La noche del fuego. La noche por excelencia del amor. Aquella en cuyo transcurso se recogían las plantas para filtros de amor y otras prácticas, no siempre eficaces pero casi siempre inocuas. Hay que bañarse en un río a la luz de la luna, y a ser posible acompañado. Y saltar hogueras, y beber vino, y besar a quien se ponga a tiro.

Luego llegaron los curas y los inquisidores y comenzaron a quemar mujeres por ser, decían, brujas y "adoradoras del diablo", y la Noche de San Juan comenzó a coger mala fama entre los poderosos... es decir, a volverse aún más atractiva para los sometidos y oprimidos.

En el último disco del desaparecido grupo La Bullonera, articulado en tiempos de la llamada Transición en torno a Javier Maestre y Eduardo Paz, hay una canción, "Noche de San Juan", de letra bellísima. No he encontrado lamentablemente ningún enlace a una grabación musical en YouTube o similares; bueno si, hay uno a una interpretación relativamente reciente al alimón entre La Bullonera, Labordeta y el- para mí- insoportable Joaquín Carbonell, bastante pasada de rosca y que prefiero ahorrársela a ustedes.

Les dejo la letra de "Noche de San Juan":

NOCHE DE SAN JUAN

A las 12 de la noche me han venido a reclamar
tunda la tunda la tunda en la noche de San Juan

Me han sacado de la cama sin tiempo a considerar
tunda la tunda la tunda en la noche de San Juan

En la noche de las brujas, nochecica de San Juan
cuando salen los mochuelos y vigila el gavilán
Un ramico de tomillo hemos puesto en el zaguán
tunda la tunda la tunda en la noche de San Juan

El que quiera beber vino ya conoce la señal
tunda la tunda la tunda en la noche de San Juan
Dejaré la puerta abierta y el pestillo sin pasar
Y una luz en la bodega "pá" los que van ciegos ya

Debajo la mangranera con toda la oscuridá
tunda la tunda la tunda en la noche de San Juan
Está la tiá cordetera y el Abundio el sacristán
tunda la tunda la tunda en la noche de San Juan

Que le saca la campana "pa" enseñársela tocar
y se pasan "toa" noche repicando sin parar
A las 3 de la mañana todos juntos a rondar
tunda la tunda la tunda en la noche de San Juan

El alcalde, el señor cura se nos van a cabrear
tunda la tunda la tunda en la noche de San Juan

A la luz de las hogueras no vamos a disfrazar
Formaremos un tiberio que no se podrá aguantar
Con los de la Bullonera y poco antes de almorzar
tunda la tunda la tunda en la noche de San Juan

Bailarán la Canastera pa acabar de rematar
tunda la tunda la tunda en la noche de San Juan

Cuando salen los mochuelos y vigila el gavilán
volveremos a la cama en la noche de san Juan

En la noche de las brujas dos guitarras y un cantar
y que bien que se pasaba en la noche de San Juan

La Bullonera

viernes, 24 de septiembre de 2010

Toros, correbous y un puñado de hipócritas redomados


El Parlament de Catalunya ha acordado blindar los correbous catalanes. La ley se ha aprobado a impulso de los mismos partidos que hace nada consiguieron que se prohibieran las corridas de toros en esta comunidad.

Se trata de un gesto tan redomadamente hipócrita de los nacionalistas catalanes -uno más, aunque especialmente descarado-, que pone de relieve en toda su crudeza el nivel miserable que ha alcanzado la política local de este paisito que aspira -dicen- a ser como Holanda y Dinamarca, mientras sus amos y señores se comportan como reyezuelos mandingas o caciques del sur de España.

Falsos como un euro de madera, los nacionalistas con barretina calada hasta las cejas fingen indignarse con las corridas de toros al tiempo que afirman, como hizo un diputado nacionalista en frase que recogía ayer la viñeta de Forges, que en los correbous "los toros no sufren porque están acostumbrados", y que "van de encierro en encierro como un trabajo cualquiera".

Pienso que a su señoría nunca han debido atarle tizones encendidos a los cuernos para luego obligarle a correr entre miles de energúmenos vociferantes, borrachos los más y armados la mayoría con palos o cualquier otra cosa que pueda dañar o asustar. Si así hubiera sido, quizá al acabar el primer encierro su señoría habría suplicado que le clavaran el estoque de un torero, antes de volver a ser lanzado por las calles de otra población catalana de esas que tanto aman sus "tradiciones culturales".

Y es que ya lo decía Quico Pi de la Serra en una de sus canciones de los años setenta:

"Si els fills de puta volessin
no veuriem mai el sol"

(si los hijos de puta volaran
no veríamos nunca el sol).

miércoles, 16 de diciembre de 2009

Paseando por la Fira de Santa Llúcia


Este mediodía fui a donde trabajaba antes, invitado al vermut de Navidad. La verdad es que no me dio mucha nostalgia volver a ver mi antiguo despacho y la gente con la que estuve. No soy de los que se pasan la vida añorando cosas y gentes, prefiero vivir al día.

Terminamos pronto, así que me fui a dar una vuelta solo por el centro de Barcelona. Como tenía tiempo y un poco de hambre -apenas picotée en el vermut-, subí la Rambla y me fui a comer un platito de jamón ibérico acompañado con un par de copas de vino, en la vinoteca de la plaza de l'Àngel. Quería comprar vino en Colmado Lafuente, en la calle Ferran, y como todavía faltaba un rato para que abrieran y tras tomar un café y un chupito de grappa en el café presuntamente italiano de al lado de la vinoteca, me acerqué a la plaza de la Catedral para ver la Fira de Santa Llúcia.

Para los no barceloneses, que supongo serán la mayoría de mis amables lectores, la buena de Santa Llúcia (pronúnciese "Llousia", como en francés) les resultará una completa desconocida. Digamos que es la versión local de la Santa Lucía que todo el mundo conoce. Ocurre sin embargo que Llúcia es quizá la santa más querida de los barceloneses, gentes que tienen (tenemos) una relación extraña con el santoral. Dicen por ejemplo que Santa Eulàlia, la antigua patrona de la ciudad, aquella niña patricia romana que de creer a las respectivas tradiciones locales cristianas está enterrada en tres lugares distintos (en Barcelona, Mérida y Oviedo), perdió la condición de primera santa barcelonesa cuando durante una epidemia de peste en época renacentista no consiguió detener la mortandad; enfurecida la ciudadanía con su protectora, al término de una procesión llevó la imagen con andas y todo a la vera del mar y la arrojaron al agua. Rápidamente entronizaron a la Virgen de la Mercè como nueva patrona, dejando a la pobre Eulàlia dando tumbos entre las olas frente a la playa de la Barceloneta.

Santa Llúcia sin embargo continua a través de los siglos gozando del afecto y el cariño de la mayoría. En su honor se celebra cada año durante el mes de diciembre en la plaza de la Catedral, una muy concurrida Fira donde se pueden adquirir artículos para los belenes caseros y también diversos complementos ornamentales relacionados con la Navidad. Es tradición antiquísima comprar muérdago en la Fira de Santa Llùcia, que luego se cuelga en la puerta de casa por dentro, lo que habla a las claras del origen pagano de la celebración y acaso de nuestra santa, probablemente un trasunto de alguna divinidad femenina grecolatina cuidadora de la salud y la casa.

De niño me llevaron algunas veces a comprar cositas para el belén de casa. Luego ya de mayor he caminado cerca de la Fira bastantes veces, cuando trabajaba en el centro y me desplazaba a paso de ejecutivo andando a algún sitio cercano. Pero este año ha sido la primera vez en mucho tiempo que me he dedicado a pasear tranquilamente entre los puestos de venta. Y la verdad, lo he encontrado todo bastante cambiado. Por ejemplo, en las figuritas el plástico ha vencido ampliamente al barro. Convendrán conmigo que una figurita de plástico pintado no puede ni compararse con una de barro cocido; nada que ver. Rebuscando entre los estands he encontrado algunos, pocos, en los que todavía venden figuras a la antigua usanza hechas en barro, en las dos versiones de toda la vida: unas con trajes al estilo judío y árabe tradicionales de Oriente Próximo, y otras vestidas como campesinos catalanes de época medieval y moderna. Siempre me han gustado esas figuras que representan oficios artesanos. En Bolonia, donde hay una de las más antiguas ferias de belenes del mundo a pesar de que el material que venden procede en su totalidad del Mezzogiorno italiano, compré en la Navidad de hace dos años una extraordinaria pareja de campesinos napolitanos vestidos a la usanza de los siglos XVII o XVIII.

Hoy compré en Santa Llúcia dos cositas pequeñas pero preciosas: una pareja de campesinos catalanes intemporales, y una figura de un pastor con cayado y una especie de ánfora pequeña en la mano. Son figuras de barro cocido, naturalmente, pintadas a mano y por sólo 5 euros cada pieza.

En fin, si vienen a Barcelona en diciembre acérquense a la Fira de Santa Llúcia y abandónense a los recuerdos y ensoñaciones de niñez por un ratito. Siempre viene bien una rápida excursión a la infancia, la única verdadera patria de cada cual, según dijo alguien cuyo nombre no recuerdo pero que debía ser un tipo muy inteligente.

La fotografía es una imagen de la Fira de Santa Llúcia tomada en el siglo XIX. Obsérvese que aún no existía la plaza de la Catedral, ya que los edificios circundantes -derribados hace muchos años- se asoman prácticamente a la escalinata, estando montadas las paradas de la feria sobre los mismos escalones y el rellano que da acceso al pórtico catedralicio.

viernes, 10 de abril de 2009

Semana de Pasión y olé


Advierto a mi lectores no españoles que la imagen siniestra que ven en la fotografía no corresponde a un desfile del Ku Klux Klan sino, por increíble que pueda parecerles, a un acto religioso católico, en concreto a una procesión de Semana Santa, llevada a cabo anoche en una ciudad española cualquiera.

Los encapuchados son, se supone, ciudadanos honorables. En los últimos años, incluso se ha puesto de moda entre algunos políticos de izquierdas el participar en estas mascaradas; cosas del populismo y la promoción turística. Porque lo cierto es que las procesiones de Semana Santa españolas arrastran grandes masas no sólo de indígenas sino también de extranjeros, que acuden atraídos por el morbo de ver semejante despliegue de barroca superchería pagana que en realidad poco o nada tiene que ver con el cristianismo, al menos con la versión austera que predomina entre los protestantes y los católicos de latitudes más civilizadas.

En realidad tanto las procesiones de Semana Santa como las corridas de toros, las piras ardientes de las Fallas valencianas y otra media docena más de manifestaciones del carpetovetonismo telúrico son, hoy por hoy, excelentes reclamos a cuya llamada acuden como moscas las masas de españolitos más o menos fervorosos de las tradiciones ancestrales, amén de un turismo ávido de emociones fuertes y escandalosas. Un negocio muy jugoso, en suma. Al final, acabaremos infectando Europa con nuestras barbaridades.

La fotografía que ilustra el post es obra de Gabriel Espín, y ha sido publicada por El País en su edición del 10-04-2008.