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martes, 26 de mayo de 2009

Teodoro Obiang, el caníbal petrolero


Una información de Televisión Española de ayer mismo anunciaba que Teodoro Obiang, el sátrapa que canibaliza Guinea Ecuatorial, está siendo investigado por la Fiscalía Anticorrupción española debido a sus negocios e inversiones en el ladrillo (construcción inmobiliaria salvaje) en este país.

La nota, escueta, dice: "La Fiscalía Anticorrupción ha pedido a un juzgado de Las Palmas que investigue las cuentas bancarias y las propiedades que el entorno del presidente de Guinea Ecuatorial, Teodoro Obiang Nguema, habría adquirido en España. Sospecha que el dinero puede proceder del desvío de fondos procedentes del petróleo para su posterior lavado en España".

Obiang, dictador de uno de los países más pobres de África, es uno de los hombres más ricos del mundo, según la revista "Forbes". A sus ingresos tradicionales procedentes del saqueo de los recursos de su país, ha sumado en los últimos años los generados por la explotación de las ingentes reservas petrolíferas descubiertas en el país africano, gestionadas por empresas norteamericanas (Exxon y Texaco, principalmente). Guinea Ecuatorial cuenta apenas con un millón cien mil habitantes, y sus ciudadanos podrían figurar entre los más ricos del mundo si las comisiones y sobornos que pagan las petroleras llegaran a todos y no se quedaran exclusivamente en los bolsillos de Obiang, su familia y su corte; de hecho, el 65% de los ecuatoguineanos malviven en la más absoluta pobreza.

La realidad de Guinea Ecuatorial es un escándalo del que raramente se hacen eco los medios internacionales ni, por supuesto, los españoles. La antigua colonia y su metrópoli carecen hoy de lazos que les unan, salvo los que representan algunos empresarios españoles sin escrúpulos que ya explotaban el pequeño país en la época franquista. Obiang sigue en el poder merced a la cobertura exterior que le brinda EEUU. En un país que carece de unas Fuerzas Armadas reales, la seguridad de Obiang está confiada a una guardia militar marroquí. Su policía, sin embargo, es altamente eficaz para amedrentar a una población empobrecida y carente de esperanza. Por lo demás, en Guinea Ecuatorial no hay oposición política que merezca ese nombre: de hecho, podría decirse que en Guinea Ecuatorial ni siquiera hay política.

Es curioso que ahora que está tan de moda la "justicia internacional" impulsada desde la Audiencia Nacional española, a nadie ahí se le haya ocurrido procesar a este energúmeno por los crímenes de toda laya que a lo largo de tres décadas han afectado no sólo a ecuatoguineanos, sino también a ciudadanos españoles. Para prenderlo bastaría con enviarle unas parejas de la Guardia Civil; esa sí que sería realmente una acción humanitaria internacional. Ocurre sin embargo que hoy Guinea Ecuatorial es una colonia administrada por el Departamento de Estado norteamericano por cuenta de las grandes petroleras yankis. Guinea Ecuatorial es un gigantesco barril de petróleo, integrado en la reserva estratégica mundial de crudo férreamente controlada por los EEUU. Su futuro pues, con Obiang o sin Obiang, es más que problemático.

En la fotografía, un policía de Obiang machetea a un ciudadano en plena calle de una población ecuatoguineana no identificada.

miércoles, 6 de febrero de 2008

La Iglesia católica, responsable del genocidio de Ruanda

La Audiencia Nacional española acaba de dictar por medio del juez Andreu un auto sorprendente, por el que procesa a 40 militares ruandeses por "delitos de genocidio, crímenes de lesa humanidad y terrorismo por los hechos que ocurrieron en el país en los años 90", acusándoles de la muerte de más de cuatro millones de ruandeses y del asesinato de nueve españoles.

Según cuenta El País, "el actual presidente, Paul Kagame, no ha sido procesado porque la jefatura del Estado le concede estatus de inmunidad. Sin embargo, el magistrado advierte de que existen pruebas suficientes de la participación en la matanza". El juez Andreu "ha dictado órdenes de detención internacional contra los procesados, a quienes acusa de tomar el poder por la fuerza e instaurar un régimen de terror en el país realizando "horrendos crímenes" contra la población civil, la mayoría de etnia hutu. La estrategia de exterminio culminó "bajo el pretexto de razones de seguridad" con la "invasión y conquista" de la República Democrática del Congo.

Entre los crímenes de los que se acusa a los militares están las muertes de seis religiosos y tres cooperantes españoles en los campos de refugiados en los que trabajaban. De los testimonios aportados por los 22 testigos, se deduce que para asesinar a personas de raza blanca era necesaria una orden de la cúpula militar.

El auto se desliza luego hacia los terrenos del puro y burdo panfletarismo al cargar frontalmente contra la ONU, a quien se responsabilidad "en alto grado" de las matanzas, pues su agencia para los refugiados, ACNUR, "puso en marcha un programa de repatriación forzosa a partir de 1996 en los campos de refugiados de Congo, donde había más de un millón de ruandeses. El programa provocó una matanza aún mayor cuando regresaban a Ruanda. Además, a los refugiados que no querían regresar, ACNUR les amenazaba con regresar al día siguiente con los soldados, por lo que muchos eligieron el suicidio". Nadie, jamás, tuvo noticia de lo que se relata en ése párrafo, que contradice abiertamente cuanta información se ofreció en su momento y figura en las hemerotecas.

El auto del juez Andreu se produce, dice El País, "después de que el Foro Internacional para la Verdad y la Justicia en el África de los Grandes Lagos interpusiera una querella en la Audiencia Nacional en 2005 contra los dirigentes de Ruanda por el asesinato de nueve españoles".

La verdad es que al auto no hay por donde cogerlo. De entrada, resulta como mínimo sorprendente que se procese a hombres pertenecientes precisamente a la etnia masacrada en las brutales matanzas de los años noventa en Ruanda, los tutsis. En efecto, el Gobierno actual de Ruanda está formado por tutsis (etnia minoritaria en el país) y hutus moderados (es decir, aquella parte de la etnia mayoritaria que no se implicó en las matanzas). Las matanzas de Ruanda fueron como es sabido y probado, incitadas y convocadas por la Iglesia católica local, de etnia hutu y lengua francesa, y conectada desde siempre con los intereses políticos, económicos y militares franceses en la región. Desde la radio católica de la capital ruandesa, Radio de Las Mil Colinas, se llamó a los hutus a masacrar a los tutsis (existen grabaciones estremecedoras de esos programas radiofónicos), y en esa tarea macabra de asesinar hombres, mujeres y niños indefensos participaron activamente y no sólo como inductores clérigos católicos y miembros de la jerarquía eclesiástica ruandesa, incluído algún obispo procesado años después.

Los tutsis supervivientes (de lengua inglesa y protestantes) huyeron al Congo, donde se organizaron militarmente con apoyo de EEUU, retornaron a Ruanda y derribaron a tiros al gobierno hutu genocida. Es decir, los refugiados en el Congo eran los perseguidos por un gobierno genocida y por tanto, cuando éste cayó y la guerrilla tutsi tomó el poder, regresaron a su país. Es absurdo sostener pues que "fueron masacrados al retornar", ¿por qué iban a masacrarles los suyos?. Ni la ONU ni ningún organismo internacional ni ONG independiente alguna ha acusado a los tutsis de vengarse mediante otro genocidio, al contrario: siempre se le ha reconocido internacionalmente al actual Gobierno sus esfuerzos en pro de la reconciliación entre comunidades, y su interés en paliar los efectos brutales del genocidio ruandés.

Más tarde las fuerzas ruandesas del Gobierno de Paul Kagame ocuparon el este del Congo y contribuyeron a derribar a Mobutu (otro peón de los franceses), substituyéndolo por Kabila (peón de los norteamericanos). En suma, lo que se está librando en esta parte del mundo desde los años sesenta es una guerra geoestratégica feroz por causa del choque entre dos imperialismos, el francés y el norteamericano, por el control de los recursos naturales de Africa. Las piezas del dominó van cayendo a favor de EEUU en la dirección Este a Oeste, y los regímenes títeres de Francia van quedando constreñidos a la franja atlántica del continente. En esa estrategia, la Iglesia católica y francófona pugna duramente desde hace décadas con los misioneros protestantes anglosajones, y presta apoyo logístico y legitimación ideológica a los regímenes afines. Hace algunos años, sin ir más lejos, un fiscal italiano implicó al entonces arzobispo de Barcelona, Ricard Maria Carles, en una trama que obtenía miles de millones de dólares en la región de los Grandes Lagos controlando toda clase de tráficos de esos que en Occidente se consideran ilegales; Carles llegó a estar reclamado por la justicia italiana, no pudiendo viajar a Italia hasta que se consiguió enterrar el asunto y archivar la investigación , tras haber apartado al fiscal husmeador del caso y haberle arruinado la carrera profesional.

Es en ese contexto de lucha entre diferentes sectas cristianas en el marco de un conflicto geoestratégico en el que hay que insertar la muerte de los nueve religiosos y supuestos cooperantes españoles, así como la de misioneros de otras sectas cristianas enfrentadas a la católica.

Lo que está ocurriendo ahora con Ruanda es consecuencia de que el Gobierno de reconciliación tutsi-hutus moderados pusiera en su momento en el disparadero a la Iglesia católica, al denunciar ante el mundo con apoyo de ACNUR su participación en el genocidio ruandés. La Iglesia católica internacional se venga promoviendo una campaña de acoso al gobierno de Kagame, y para ello no duda en usar organizaciones afines (sólo hay que ver qué personas integran ese "Foro Internacional para la Verdad y la Justicia": nombres como Pérez Esquivel y Mayor Zaragoza, sin ir más lejos).

Resulta extremadamente penoso que en esa campaña se implique a la Audiencia Nacional española en el intento torticero de desviar las responsabilidades históricas del genocidio ruandés, falsificando la Historia al convertir a las víctimas en verdugos, aprovechando que el paso del tiempo y la desinformación de nuestras sociedades permite esta clase de manipulaciones.


lunes, 5 de noviembre de 2007

¡Vivaesssspaniiiiia manque pierda!


Impresionante espectáculo, la visita de los reyes de España a Ceuta.

"¡¡¡Olé, olé, olé somos españoles!!!" gritaba una multitud enfervorizada. Probablemente no les habían explicado bien quiénes eran los visitantes, y ellos estaban convencidos de que quien recorría las calles ceutíes como un torero en tarde de triunfo era Raúl González o Rafa Nadal; otra explicación racional no se me ocurre ante el tono futbolero de los gritos.

En efecto, el aquelarre patriotero ha tenido más de llegada de un ídolo deportivo a la ciudad africana que de arribo de un jefe de Estado en visita oficial. De vergüenza ajena. En realidad sólo ha faltado que el evento lo retransmitieran a grito pelado según acostumbran los gremlins de Carrusel Deportivo, y así todo habría quedado en puro "furbo" dominical.

Digo yo que Juan Carlos debería haberse presentado en chandal con los colores de la selección española, más que nada para haber estado a tono con el ambiente.