
De entrada cuesta creerlo, pero cada vez hay más elementos que apuntan a que Al Qaeda no existe y que probablemente Bin Laden tampoco. Entiéndase, es posible que sí hubiera un Osama Bin Laden, un multimillonario saudí que financió y participó en la guerra de la CIA contra los soviéticos en Afganistán; ese sería el personaje histórico, probablemente muerto hace muchos años.
A posteriori, alguno de los más de sesenta servicios secretos norteamericanos que según ha escrito Andreas von Bulow -el último ministro de Defensa de Schroeder y jefe de los servicios secretos alemanes en ésa época-, llevan preparando y ejecutado acciones de insurgencia armada, golpes de Estado y terrorismo global desde hace décadas -von Bulow señala al 11-S como obra de la CIA, en un contexto de autogolpe de Estado neocon en EEUU-, tomaría su nombre y algunas de sus ideas para dar cobertura ideológica externa justificativa a sus acciones criminales en orden a instaurar un Nuevo Orden Imperial en el mundo, una Pax Americana que los neocons comenzaron a diseñar a principios de los noventa.
La cosa es tan grosera que en la fabricación del personaje y de algunos de los rasgos de carácter y hasta físicos que se le atribuyen, parecen haber participado directamente medios de Hollywood. Sino no se entiende el descarado préstamo que en la construcción del personaje Osama Bin Laden que todos conocemos se ha hecho partiendo del que fue "Gran Malo global" del período de entreguerras, el legendario Fu-Manchú.
¿Existió Fú-Manchú más allá de las pantallas cinematográficas? Claro que existió, del mismo modo que existe Bin Laden: como arquetipo que reúne toda maldad posible, el Gran Demonio en el cual una sociedad tan primitiva cultural e ideológicamente como la norteamericana necesitaba y necesita encarnar a sus enemigos antes de destruirlos.
Para que EEUU pueda triunfar sobre el Mal éste tiene que estar encarnado, tener un rostro que todos puedan identificar en los medios. Bin Laden es la encarnación contemporánea del Mal; en su piel de asiático de rostro taciturno y amenazador re-encarna Fu-Manchú, el verdadero creador del Eje del Mal allá por los años treinta. Bin Laden en realidad, es Fu-Manchú.