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lunes, 5 de mayo de 2008

Día de alegría en Mauthausen


Un día como hoy, el 5 de mayo de 1945, fue liberado el campo de exterminio de Mauthausen, una efeméride que, esta sí, vale la pena conmemorar y comentar.

El Tercer Cuerpo de Ejército de EEUU avanzaba imparable por el centro de Austria en dirección a Linz, barriendo cualquier resistencia nazi. El día 4 habían alcanzado el pueblo de Mauthausen, distante apenas 20 kilómetros de Linz, la ciudad donde creció Adolf Hitler; el día 5 establecieron allí su puesto de mando.

Desde el día 3 de mayo había comenzado la huída de asesinos del campo de Mauthausen. Alguien, quizá un campesino del pueblo o un soldado alemán desertor, informó a los norteamericanos de que apenas a tres kilómetros del pueblo había algo que debían ver. Una patrulla de la 11 División Acorazada formada por dos tanques Sherman, subió una ladera montañosa y en medio de un paisaje idílico de granjas y prados encontraron el recinto del KZ Mauthausen, el principal campo de exterminio en Austria y uno de los más importantes del sistema nazi de exterminio de masas (por Mauthausen pasaron doscientas mil personas, de las cuales murieron unas ciento veinte mil).

La fotografía que ilustra este post está tomada en el momento exacto en que la patrulla norteamericana cruza el portón de entrada a Mauthausen, en medio del entusiasmo de los deportados. Los soldados no podían dar crédito a lo que veían; no sabían qué era exactamente "aquello". El sargento que mandaba la patrulla había nacido en Chicago, hijo de polacos, y podía captar sólo algunas palabras que le decían los prisioneros; por suerte, en la patrulla había otro soldado, descendiente de alemanes éste, que pudo comprender qué era Mauthausen a partir de las frases atropelladas de los liberados.

En esa fotografía histórica, cuya copia contemplé hace apenas 15 días en el museo de Mauthausen, hay varias cosas que llaman la atención.

La primera, la pancarta que cuelga sobre la entrada del campo: "Los españoles antifascistas saludan a las fuerzas liberadoras". La confeccionó uno de los presos, un pintor catalán llamado Teix, y quedó incompleta porque sus compañeros se la arrebataron para salir corriendo a colgarla antes de que pudiera finalizarla.

Después, la foto misma. La hizo Francesc Boix (fíjense que está tomada desde dentro del campo), joven fotógrafo de prensa barcelonés, uno de los personajes clave entre los deportados supervivientes de Mauthausen. Francesc Boix era hijo de una importante familia burguesa de Barcelona, los propietarios de la Sastrería Boix. Con sólo veinte años, Francesc fue antes de la Guerra de España uno de los primeros fotógrafos de eventos deportivos como carreras ciclistas y sobre todo de automóviles, en las que parece que llegó a participar como piloto en alguna ocasión. Militante comunista, del PSUC, y exiliado en Francia, fue deportado a Mauthausen, donde trabajó en el laboratorio fotográfico del campo, lo que aprovechó para robar negativos que luego fueron una de las más importantes pruebas de cargo contra los jerarcas nazis en el juicio de Nuremberg, durante el cual Boix actuó como un testigo de cargo fundamental. Murió poco después en París por causa de los padecimientos sufridos, cuando apenas contaba 30 años.

Fíjense, por último, en que a la izquierda de la fotografía hay algunos personajes vestidos con abrigos oscuros y gorras que, en definitiva, eran parte del uniforme de los guardianes del campo, lo que ha llevado a alguien a sostener por escrito el disparate de que en la foto se ve "a presos y guardianes saludando juntos a los norteamericanos"; obviamente los uniformes así como algunas armas habían sido recuperados por los propios presos tras la huída de los SS.

Mauthausen fue "el campo de los españoles". Más de diez mil republicanos españoles pasaron por este complejo de más de cuarenta campos, la mayoría destinados a Gusen, y siete mil quinientos de ellos murieron entre sus alambradas. Hoy es su día, el día de todos ellos.

Y también es el día de los muchachos que los liberaron. Los supervivientes de la 11 Acorazada se reunieron en 2005, en el sesenta aniversario de la liberación, en los mismos escenarios del horror para renovar su compromiso contra el fascismo y a favor de la libertad y la democracia, como quedó reflejado en una lápida conmemorativa a la entrada de Gusen. Para ellos, hoy también es día de alegría.

miércoles, 16 de abril de 2008

Carta de Mauthausen


Hoy me llegó un correo electrónico de Mauthausen Memorial Archives (MMA). Casualidades de la vida, en el momento en que estoy preparando un viaje que haré la semana próxima a Mauthausen, Gusen y Hartheim, el vía crucis de campos de exterminio que recorrió mi tío-abuelo Mariano Carilla Albalá antes de ser asesinado por los nazis, resulta que MMA contesta a mi petición de datos sobre Mariano, que les formulé el 19 de junio de 2007.

El MMA es un servicio del Ministerio del Interior austríaco (¿se imaginan que en España el encargado de velar por la memoria histórica fuera su homónimo español?). Como buenos germánicos son lentos pero concienzudos, pues junto con el correo electrónico me han remitido un archivo en PDF con toda la información de que disponen sobre este caso. Buena parte de esa información ya la conocía a través de la asociación española Amical de Mauthausen y de la base de datos Censo de Españoles Deportados a Campos Nazis 1940-1945 , en el Portal PARES del Ministerio de Cultura español.

En síntesis el MMA me confirma las fechas de llegada de Mariano a cada uno de esos campos: Mauthausen el 25 de enero de 1941 (provenía del campo de clasificación Stalag XII-D, en Tréveris) y Gusen el 17 de febrero posterior. Sabía que Mariano había muerto el 29 de septiembre de 1941, y pensaba que había sido gaseado en el camión cámara de gas rodante que hacía la ruta Gusen-castillo de Hartheim. Pero Mariano no tuvo esa suerte: según el MMA llegó vivo a Hartheim el 16 de agosto. Es decir estuvo en ése lugar, acaso uno de los más siniestros de todo el universo concentracionario y de exterminio nazi, durante casi un mes y medio. Les ahorraré describirles lo que ocurría en Hartheim, y por qué considero que habría sido afortunado de haber sido gaseado en el camino al castillo.

En el archivo PDF vienen imágenes escaneadas de las anotaciones escritas a máquina en las que la burocracia nazi iba reflejando ése trasiego. Son anotaciones pulcras, concisas y ordenadas, redactadas en un alemán seco y eficaz. Hay errores típicos de escribientes que naturalmente no debían estar familiarizados con el idioma español: el oficinista de Mauthausen convierte el apellido Albalá en Alcalá (¡aunque escribe la tilde!), y el que redactó el acta de defunción transformó Mariano en Marino. También la grafía del pueblo de origen de Mariano les dio bastante trabajo: en sucesivas anotaciones Lanaja se convirtió en La Naja, La Maja e incluso en La Haya. No faltan los sucesivos números que le fueron tatuando de campo en campo.

El oficio de Mariano quedó anotado como Landwirt (granjero, campesino). Lo cierto es que siendo joven había emigrado a Barcelona, donde probablemente trabajaría en la industria. Sin embargo, al tener que encarar los prolegómenos de su final en aquél universo de horror, el hombre dio como oficio el que ejerciera en su pueblo durante sus primeros años; seguramente no fue casualidad, sino un deseo consciente de reafirmar la propia identidad.

La clasificación que recibió fue "Rotspanier", "español rojo". Seguro que la recibió con orgullo.

A mi regreso les contaré de mi viaje a esa geografía del horror y de la memoria.