sábado, 19 de septiembre de 2009

El ciberespacio español, basurero de la España Negra


De vez en cuando Le Monde comete la pequeña maldad de desplazar las informaciones relativas a España de la sección "Europa" a la de "Internacional". Son cosas de los franceses, que por progresistas que sean siguen presos del cliché según el cual África empieza en los Pirineos. Bueno, en ocasiones se diría que tal cliché define la miserable realidad sociocultural del país; recuérdense recientes acontecimientos de "cultura popular" como la Tomatina valenciana o el martirio del toro de la Vega, y convendrán conmigo en que a veces los franceses son incluso demasiado respetuosos con nosotros.

Internet se ha convertido en lugar privilegiado para que el alma cainita española campe a sus anchas, mostrando al mundo con toda impudicia la negrura de esa España que en vez de morir de ancianidad se manifiesta cada día más lozana. La prueba es que una marabunta de elementos identificados con esa España Negra señorean foros y listas en Internet con total impunidad: insultan, amenazan, calumnian y persiguen a quien les da la gana, sin que la famosa y tan acreditada eficacia policial española sirva para nada. Al parecer la ideología de extrema derecha segrega alguna especie de escudo protector que impide que la policía encuentre motivos para actuar contra ellos, ni siquiera cuando se conocen de sobra sus nombres y apellidos ocultos tras "nicks" de conveniencia, alias que como es sabido proporcionan anonimato sólo hasta cierto punto. Y eso por no hablar de los centenares de webs y blogs españoles desde los que se difunde ideología fascista, racista y homófoba; en algunos incluso se cuelgan vídeos y fotos de sus hazañas. Claro que si consideramos que organizaciones como La Fundación Francisco Franco, destinada a exaltar la trayectoria y los actos del mayor criminal de la historia de España, son legales, tienen un muy lucido sitio en Internet y hasta hace cuatro días como quien dice recibían subvenciones públicas, pues parece que tampoco debería haber mucho espacio para el escándalo por otras causas.

Evidentemente, no es necesario hacer un gran esfuerzo para imaginar qué intereses ideológicos, políticos, económicos y sociales amparan esta situación, y desde qué sectores institucionales y profesionales se presta cobertura, colaboración o abierta complicidad directa en esta cacería permanente que se desarrolla en el ciberespacio español. ¿Por qué nadie se toma en serio la limpieza de esta inmundicia? Seguramente porque contribuye de un modo eficaz al control social y a la anulación de la discrepancia. En ese diseño, el troll de extrema derecha desarrolla en Internet una función semejante a la que el terrorista islámico cumple en otros ámbitos de nuestra sociedad: ser instrumento de acogotamiento individual. La consecuencia es que nos volvemos más sumisos, gregarios y obedientes. Algo que no puede dejar de agradar a cualquier clase de autoridad.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Muy lucido comentario, J.
EStoy de acuerdo, en especial con el último párrafo, para mí el mas importante de tu escrito.
La extrema derecha, en efecto, sigue cumpliendo una misión, muy útil para algunos. También añadiría yo, para explicar su permanencia e impunidad, los muchos años del franquismo y aún después, cuando camparon a sus anchas, cuando no eran abiertamiente apoyados.
luchino

ximo dijo...

Pero que conste y en honor a la verdad, hay otros trolls que no se podrían catalogar como de extrema derecha, tampoco de izquierda; solo hace falta leer algunos de los muchos comentarios sobre noticias publicadas en el AVUI.cat, blogs independentistas y páginas web.

Joaquim dijo...

Tienes razón Luchino, los cuarenta largos años de franquismo han contribuido sin duda a crear conciencia de impunidad en la derecha española. Es un matiz importante.

Ximo, los trolls independentistas que hacen gala de xenofobia, racismo y superioridad cultural no son de "izquierdas": son simplemente trolls de extrema derecha. El independentismo catalán, como el vasco y como cuaquier otro movimiento nacionalista, alberga grupos y personas de convicciones democráticas pero también otros de probada ideología y práctica fascista.

No caigamos en el error de creer que un idioma distinto o una bandera diferente inmunizan contra el fascismo, y que éste es cosa exclusiva de españolistas. Nada mágico hay en el nacionalismo que le de naturaleza democrática per se; en la mayoría de casos suele ser más bien al contrario.

Un saludo cordial para todos.