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viernes, 23 de octubre de 2009

Un libro desvela el rastro de George Orwell en Aragón


Sariñena Editorial, ése pequeño milagro que gestiona Salvador Trallero desde el centro de Los Monegros oscenses, acaba de publicar "Orwell en las tierras de Aragón", de Manuel Benito. Se trata de un nuevo título de esa estupenda colección en torno a la recuperación de la memoria histórica referida a la Guerra de España en tierras aragonesas, que viene lanzando el editor Trallero desde hace apenas tres años y que ya ha dado frutos importantes.

Tras "Alas Rojas Sariñena", el extraordinario volumen en gran formato (premio del Gobierno aragonés al libro mejor editado del año 2006), sobre el aeródromo militar español más famoso de la contienda, y "Cartas de Grossi", el trabajo sobre la correspondencia de Manuel Grossi, dirigente poumista, exhumada por el propio Trallero en el Centro de Historia Social de Amsterdam, un libro que ilumina el papel que jugó el POUM en el frente de Aragón durante los primeros meses de la guerra, aparece ahora este título, que sigue los pasos del escritor británico George Orwell en Aragón aportando un texto preciso y clarificador (entre otras aportaciones se establecen incluso las cotas y lugares que Orwell describe en "Homenaje a Cataluña", dando incluso sus coordenadas geográficas).

En todo caso y como ocurre con la restante producción de Sariñena Editorial, éste no es un libro lugareño: en él se equilibran armónicamente lo local (la descripción y reconocimiento de paisajes muy concretos) con lo global (el descubrimiento del rastro de un escritor e intelectual universal). Por lo demás, y como es costumbre de la casa, el texto va acompañado de un buen número de fotografías, muchas inéditas y algunas tan poco conocidas y hermosas como la que ilustra su portada.

Además de aportar un contenido imprescindible el libro es un objeto bello en sí mismo, una pequeña joyita que apetece acariciar y guardar, algo que también constituye marca reconocible de la casa: tapa dura, papel satinado, buenas reproducciones fotográficas, y un texto con tipografía limpia y legible. Una verdadera rara avis en estos tiempos de ediciones apresuradas y de ínfima calidad, y no solo en los textos. A Trallero se le nota que le gustan los libros como seres con personalidad y viva propias, y que su enfoque de la edición se asienta en la labor artesana y no en la producción industrial. A uno no le cuesta demasiado deducir por su cuenta que el oficio originario de Trallero está en el obrador en el que se miman las cosas que se crean, y no en la adocenada cadena de producción de las llamadas "industrias culturales".

sábado, 3 de octubre de 2009

Guerra y propaganda. Dos notas sobre intelectuales de izquierda antiestalinistas


Texto revisado, originariamente publicado en el blog de Manolo Saco

1. George Orwell, víctima o delator

En el año 2003 y por impulso de lo que queda del partido Comunista Británico, apareció en los medios una lista con los nombres de casi cuarenta figuras públicas británicas, militantes comunistas, supuestamente redactada por el escritor George Orwell y entregada por él a los servicios secretos británicos poco después de la finalización de la II Guerra Mundial. En realidad se trata de una espectacular campaña de desprestigio contra un honesto intelectual de izquierdas, cuyo pecado fue salir con vida allí donde la perdieron Andreu Nin y otros compañeros, liquidados por los estalinistas durante la guerra de España.

Respecto a la famosa lista, al parecer contenida parcialmente en una carta de 1948, Orwell avisaba mediante ella a una amiga que trabajaba en el Foreign Office del “entrismo” estalinista en el Ministerio de Exteriores británico (y por lo que sabemos después, en los propios servicios secretos de su Graciosa Majestad). Parece bastante dudoso que si la carta tenía un objetivo político práctico en el año en que comenzaba la Guerra Fría (alertar sobre la presencia de agentes soviéticos en la burocracia británica), Orwell incluyera en ella nombres como el de Charles Chaplin o el del padre de Vanessa Redgrave, que nada tenían que ver con las oficinas ministeriales británicas; más bien parece tratarse de un añadido posterior con objeto de desacreditar a Orwell, presentándole como un tosco anticomunista.

De todos modos ¿por qué actuó así George Orwell, por qué escribió y entregó esa carta? Para entenderlo hay que retroceder en el tiempo. Cuando vino a España, a finales de 1936, Orwell se alistó en la milicia del POUM como pudo ir a parar a la de cualquier otra organización de izquierdas. Sus convicciones eran de izquierdas, socialista de izquierdas en concreto, pero no identificadas con siglas ni con posiciones ideológicas muy elaboradas. Orwell llegó a España a través de la oficina de reclutamiento del Independent Labour Party (ILP), una formación a la izquierda del partido Laborista en la que militaban disidentes de la socialdemocracia, comunistas independientes y también trostkystas, aunque el ILP no era un partido trostkysta. Cuando se producen los hechos de Mayo en Barcelona, Orwell participa en los combates (tan poco violentos que en realidad, cada día tomaban café los del POUM en bar desde el que a determinadas horas les disparaban los gubernamentales, según cuenta el escritor en Homenaje a Catalunya). Ocurre que el hombre no paraba de escribir cartas y artículos, y aunque en general ponía en ellos a caer de un burro la capacidad política, intelectual y en algun caso hasta mental de dirigentes republicanos de todos los colores, los comunistas estalinistas del PSUC-PCE terminaron por ponerle la diana en la cabeza, como a otros intelectuales extranjeros que contaban fuera la manera en la que el PCE se iba haciendo con espacios de poder cada vez más amplios en la Administración, el Ejército y la calle de la retaguardia republicana. Además, Orwell era un hombre que medía más de metro noventa, así que bastante gente terminó por fijarse en él, y desde luego con intenciones poco amistosas en el caso de los seguidores de la Iglesia de Moscú.

Cuando se produce la liquidación del POUM, el asesinato de Nin (”¿Dónde está Nin? en Salamanca o Berlín”, se reían en público sus asesinos, en respuesta a las demandas de qué había hecho el PCE con Andreu Nin), y la encarcelación de centenares de poumistas y simpatizantes, Orwell debe huir de España porque le iban a matar. Salió de España en una operación del ILP, en la que parece que participó discretamente algún destacado dirigente socialista (un gobernador civil). No fue el único que hubo de huir para salvar la vida, y algunos viejos poumistas cuentan que compañeros suyos refugiados en Francia fueron asesinados por estalinistas franceses. Más: en enero de 1939 se llegó a la canallada de dejar en sus celdas del castillo de Montjuïc a decenas, tal vez cientos, de poumistas detenidos, que cayeron en su mayoría en manos de los franquistas cuando estos entraron en la ciudad y recibieron de sus nuevos captores el trato previsible.

Es obvio y parece lógico que Orwell que repito, ni fue trostkysta ni tuvo siquiera nunca el carnet del POUM, sintiera de todo menos cariño por los partidos estalinistas, especialmente por el PC soviético, que los gobernaba con puño de hierro a todos desde el Kremlin, y aún menos por la organización "ejecutiva” (lo de ejecutiva entiéndase en el doble sentido de la palabra) de éste, la Komintern.

2. Joaquín Maurín, Ramón J. Sender y los orígenes de la CIA

El aragonés Joaquín Maurín era el máximo dirigente del POUM. El 17 de julio de 1936 estaba en Galicia constituyendo la sección gallega del POUM, y fue detenido bajo otra identidad. Hasta casi el final de la guerra los franquistas no supieron quién era realmente. En la zona republicana se le había dado por muerto, aunque naturalmente desde 1937 el PCE-PSUC no perdió ocasión para motejarlo de agente de Franco. Maurín fue puesto en libertad en los años cuarenta. Marchó a EEUU, donde profundizó su amistad con el escritor Ramón J. Sender (familiar lejano mío), otra víctima del estalinismo a quien casi liquidan en Moscú, de donde logró huir por su cuenta. En EEUU ambos se relacionaron con gente de izquierdas antiestalinistas y antiguos trostkystas norteamericanos y mexicanos.

En sus años norteamericanos Maurín fundó una pequeña editorial y fue evolucionando políticamente hacia la socialdemocracia, en tanto Sender se mantuvo en un libertarismo que abominaba de la política en general. En ese contexto, en los inicios de la Guerra Fría, los dos, junto con otros intelectuales en situación anímica y vital similar a la suya, colaboraron en la creación de la CIA por razones similares a las de Orwell cuando denunció la presencia de estalinistas en el aparato ministerial británico. Estoy hablando del final de los años cuarenta, y obviamente estas cosas hay que entenderlas en el contexto histórico y político de ése tiempo. En los años cincuenta, cuando la Política de Bloques alumbró el mundo de terror bipolar que alcanzó su zénit en los sesenta y primeros setenta, el grupo se disolvió, Maurín abandonó completamente toda actividad política y Sender se encerró en su trabajo creativo como novelista.

sábado, 26 de septiembre de 2009

Tim Robbins en Barcelona


El actor, director y activista político norteamericano Tim Robbins está estos días en Barcelona con motivo del estreno de su adaptación al teatro de "1984", la conocida novela de anticipación política que escribiera George Orwell.

Tim Robbins es quizá uno de los pocos hombres de Hoollywood con una actitud consecuentemente de izquierdas. Escapa por tanto a la difusa etiqueta de "liberal" estadounidense (socialdemócrata, en términos de política europea), tan habitual en los ambientes culturales y en el show business estadounidenses; en estrictos patrones políticos europeos, a Robbins puede considerársele como un socialista de izquierdas. Casado con la actriz feminista Susan Sarandon y amigo y colaborador del también actor Sean Penn (con quien protagonizó Mystic River), otro "rojo" irremediable, hace décadas que Robbins es un referente ético y político en su país, sobre todo entre los miembros más progresistas de la industria cultural norteamericana.

El diario El País le entrevistó ayer para la edición catalana del periódico, y por aquellas ironías de la vida la entrevista tuvo lugar en el teatro Poliorama, donde estrena Robbins, un edificio de La Rambla barcelonesa en el que en 1937 se hallaba la sede central del POUM, el partido en cuya milicia se alistó Orwell durante su participación en la guerra de España. Desde el tejado del Poliorama, el escritor inglés y sus compañeros sostuvieron duros tiroteos con las fuerzas del gobierno catalán y del PSUC, el partido comunista estalinista de la época, hechos que Orwell narró en su imprescindible "Homenaje a Cataluña". El escritor hubo de huir de España pocas semanas después para no ser asesinado por los agentes estalinistas. Fueron precisamente la experiencia vivida del acoso comunista y el peligro que para el mundo representaba el estalinismo rampante una vez vencido el nazismo, los que llevaron a George Orwell a escribir "1984".

Sobre "1984" dijo Robbins a El País "que no es una obra del pasado, sino más relevante hoy que nunca, por cuanto hay en ella un fuerte aviso sobre las libertades individuales". Robbins, que se enfrentó públicamente a las políticas criminales y represoras del gobierno de George Bush hijo y su banda de neocons, insistió en la idea de que hay que seguir defendiendo con ahínco la libertad "No hay que dejarse intimidar, pues cuando tienes miedo ya no eres libre. La manera de doblegarte de los totalitarismos es haciendo que tú mismo pienses que no eres libre. No eres libre si no eres libre por dentro. Debes vivir con coraje. Nadie puede controlarte si estás realmente dispuesto a ser libre".

Un gran tipo, Tim Robbins.